domingo, 19 de octubre de 2014

2º BACHILLERATO. APUNTES LITERATURA. PRIMERA EVALUACIÓN.

PRIMERA EVALUACIÓN.

TEMA 1. LA LITERATURA DEL SIGLO XVIII.

CONTEXTO HISTÓRICO Y CULTURAL
El esplendor cultural de la España de los siglos XVI y SVII no volverá a repetirse hasta el primer tercio del siglo XX. A finales del siglo XVII España está sumida en la decadencia política y económica que continuará en los primeros años del siglo XVIII. El país está políticamente escindido. Reinaron durante este siglo en España: Felipe V (1700-1746), con quien se instaura la casa de Borbón, tras haber ganado la Guerra de Sucesión (1701-1714). La guerra no sólo provocó la división, sino que las consecuencias políticas, económicas y culturales fueron enormes. La nación era un mero esqueleto de lo que había sido. El monarca fue sucedido por su hijo, Fernando VI (1746-1759). Durante su reinado, a pesar de ciertos progresos en la economía y de que la población volvía a crecer, la conciencia de decadencia era patente. Será su hermano, Carlos III (1759-1788), el gran reformador y modernizador del país. Carlos IV (1788-1808) puso todos sus esfuerzos en evitar que las ideas de la Revolución Francesa, que estalló en 1789, penetraran en España.
Con la dinastía de los borbones aumenta la centralización del poder, lo que propiciará un absolutismo monárquico que postuló la separación entre la Iglesia y el Estado (expulsión de los jesuitas / aparición de la Enciclopedia en Francia), llevó a cabo intentos de reforma y racionalización de la economía (buscaban mejorar el potencial agrícola y mercantil de la nación; se criticó con acritud la ociosidad, privilegios y el parasitismo de las clases elevadas y se intentó mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos: alumbrado y empedrado de las calles y mejoras en el área de la educación. En 1714 se funda la Real Academia y la uniformidad en lo que a la lengua y literatura se refiere dio como fruto el diccionario) e incrementó el aparato administrativo y la burocracia.
A este sistema político se le conoció con el nombre de Despotismo Ilustrado, cuyo lema era “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”, porque a éste se le tutela —y se le teme— procurando su felicidad, sin que intervenga en los asuntos públicos. Para mejorar su vida y hacerlo más culto y razonable se establecen industrias públicas, academias, museos, escuelas, centros de investigación... Es, por tanto, un sistema en el que hay súbditos, no ciudadanos, y en el que el rey ya no es rey por la gracia de Dios.
A finales de siglo, todo el fermento ideológico de bases igualitarias y reformistas, culmina en la Revolución Francesa (1789), que producirá reacciones defensivas contra aquellas ideas en muchos países, incluida España: Europa experimenta una gran convulsión social que desemboca en la sociedad contemporánea en la que el hombre será valorado por sus acciones y manera de prosperar, y no por su nacimiento (pierde importancia el origen por la sangre). Lo que, lógicamente, provoca el pánico entre las clases dominantes por su progresiva pérdida de poder y la llegada de un nuevo orden social.
CRISIS DE LA CONCIENCIA EUROPEA.
Las dos corrientes fundamentales que, partiendo del Renacimiento, se concretaron en el siglo XVII, el racionalismo y el empirismo, fueron minando los cimientos de la estructura social e ideológica aceptada por Europa hasta provocar a principios de del siglo XVIII lo que se ha calificado como “crisis de la conciencia europea”. El choque entre razón y tradición dio lugar en el siglo XVIII a un proceso de revisión de todo lo heredado por la mentalidad tradicional y presidió el despliegue de la llamada “era de las luces”. Todas las creencias y convicciones (religiosas, políticas, filosóficas, científicas o seudocientíficas....) dominantes hasta el siglo XVII se someten a discusión.
Comienza el predominio de la burguesía sobre la aristocracia que, sin los prejuicios de ésta, fomenta el espíritu crítico. Fruto de él es el gran movimiento cultural que dominó el siglo XVIII y que conocemos como Ilustración, de origen francés, y que impuso el racionalismo sobre la fe, la tradición o lo comúnmente aceptado, de ahí que el siglo XVIII se haya denominado el “Siglo de las luces”. Se rechaza el principio de autoridad y todo ha de ser sometido a comprobación, de ahí que se valore por encima de todo la experiencia y la observación (empirismo). Se proponen reformas sociales, económicas y educativas. Los intelectuales ilustrados buscan el utilitarismo: que todo sirva al progreso, los conocimientos han de ser útiles a una sociedad dominada por la ignorancia y la superstición, y la educación es la única vía para que el hombre sea capaz de pensar por sí mismo y se cuestione el mundo. Se impone el ideal de “enseñar deleitando”.
España a principios de siglo se encuentra sumida en una profunda crisis. En líneas generales, la preocupación por el estado de la nación consiguió mejoras económicas y aumentó su población (de 8 a 11 millones), se introdujeron nuevos cultivos, se abrieron nuevas vías de comunicación y el animal fue sustituyéndose paulatinamente por los carros como medios de transporte. Aunque no se dio tanta actividad industrial como en otros países europeos, la aparición de los prestamistas fomentó una mayor actividad económica.
La sociedad aún seguía dividida en estamentos. Los nobles vivían de las rentas e impuestos de sus tierras y acaparaban los cargos municipales. El clero poseía una inmensa riqueza (tierras, rentas, donaciones). Los artesanos y comerciantes van creando una incipiente clase media que intenta progresar gracias a su economía (aunque intentaban integrarse en la nobleza mediante la compra de títulos). Los campesinos vivían en condiciones precarias y peor aún los mendigos, los gitanos y los esclavos de las colonias.
A imitación de Francia, se crean nuevas bibliotecas e instituciones culturales: Biblioteca Nacional (1712), Real Academia Española (1713), cuyo lema “limpia, fija y da esplendor” intentaba mantener la pureza del idioma; Real Academia de la Historia (1735), con la que se pretendía rescatar y estudiar el pasado de España; Academia de las Artes, Museo del Prado (1785) y Jardín Botánico.
Otras instituciones atendieron a las reformas económicas y culturales, como las Sociedades Económicas de Amigos del País y las Juntas de Comercio.
Pero en España la virulencia de la Revolución Francesa supuso un paso atrás: horrorizada ante los sucesos acaecidos en Francia, cierra de nuevo las vías de comunicación con el país vecino por temor a que se reproduzcan en suelo español. Con Carlos IV y Fernando VII la nación se divide en dos bandos: afrancesados o liberales y conservadores, que protagonizarán las luchas políticas que marcarán el siglo XIX español.
A pesar de todo, la Ilustración supuso el comienzo del fin de la sociedad estamental y del absolutismo y el inicio del pensamiento moderno en toda Europa.

LA ILUSTRACIÓN EUROPEA. PRINCIPALES REPRESENTANTES.

FRANCIA

  1. Montesquieu: su obra más influyente es Cartas persas, antecedente de Cartas Marruecas de Cadalso, que supone una dura crítica contra la sociedad de la época.
  2. Voltaire: su obra más importante es Cartas filosóficas en las que, a través de la ironía, reflexiona sobre cuestiones religiosas, políticas y literarias.
  3. Rousseau: condenó las costumbres de su tiempo y exaltó una filosofía y una moral naturales. Frente a otros pensadores que identificaron felicidad con progreso, él defendió la naturaleza como fuente de felicidad y consideró que el hombre es bueno por naturaleza pero la sociedad le corrompe. Su obra más representativa es el Contrato social, en el que propone un pacto entre individuo y sociedad para el bien de la comunidad.

En un temprano clima prerromántico que tiende hacia lo sentimental se desarrollará la novela epistolar. Sus representantes más importantes son: Rousseau con La nueva Eloísa, en la que se propone un ideal de la vida en el campo, y Pierre Chordelos de Laclos con Las amistades peligrosas, en la que personajes mundanos juegas con los sentimientos ajenos.

En el teatro el género más representativo es la comedia de intriga, que ofrece una crítica contra las instituciones y las costumbres, y en la que destacaron Beaumarchais y Marivaux.

INGLATERRA
NOVELA
  1. Daniel Defoe: Robinson Crusoe. Encaja con el pensamiento ilustrado: el hombre puede dominar la Realidad a través de la razón.
  2. Jonathan Swift: Viajes de Gulliver. Crítica al hombre racional y burla a las novelas de viaje como las de Defoe.
  3. Henry Fielding: inaugura la novela de aprendizaje con Tom Jones.
  4. Ann Radcliffe: novela gótica, en la que el sentimiento se une a paisajes misteriosos y sombríos, antecedente del paisaje prerromántico.
POESÍA
E.Young: sus Pensamientos nocturnos, obra prerromántica, influirá en las Noches lúgubres de Cadalso.

ALEMANIA

Destaca el movimiento prerromántico Sturm und Drang (tempestad y pasión), que tiene como principales representantes a:
  1. Goethe: inauguró el Romanticismo alemán y después se opuso a él. Destaca su novela Werter y el poema dramático Fausto, en el que su protagonista vende su alma al diablo (Mefistófeles), ante la incapacidad de alcanzar la verdad última de las cosas.
  2. Schiller: creador del drama nacional. Guillermo Tell: prototipo de resistencia a la autoridad. En poesía destaca Himno a la alegría.
LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII. INSTRUMENTALIDAD DEL IDIOMA Y LITERATURA DIDÁCTICA.

La crítica señala la ausencia de auténticas obras maestras en los géneros que tradicionalmente se consideraban como tales (lírica, novela y drama), si lo comparamos con los siglos de Oro o con las producciones contemporáneas europeas.
En contra, los valores lingüísticos y el hallazgo de una prosa apta para las nuevas exigencias resaltan en medio de esta pobreza. En contra de la norma barroca (el idioma como exhibición) y que se afianzará con el triunfo del Neoclasicismo, se impone el empleo instrumental de la lengua. Ésta alcanzará su mejor calidad cuanto más transparente se ofrezca el pensamiento del escritor (resultado consecuente con las nuevas tendencias científicas y racionales del siglo). Para expresar un nuevo estado de cosas fundado en la seriedad y en la reconstrucción del mundo, el lenguaje del Barroco no era adecuado: el ingenio queda desplazado por la única facultad valorable, la razón. Los neoclásicos perfilan el lenguaje literario: será fiel reflejo del pensamiento, no de la fantasía ni la emoción. Los ornamentos sobran en la prosa y sólo se aceptan tímidamente en la poesía. Quedan proscritos los excesos: arcaísmos y vulgarismos. El único modelo será la lengua media culta de las personas ilustradas.
De esta manera, la lengua poética del siglo XVIII resulta desustanciada y poco apta para la creación literaria propiamente dicha, pero su permeabilidad para las voces nuevas, su culto a la medida y a la discreción, configuró el español moderno.
Convivieron tres estilos artísticos en la época ilustrada:

  1. Primera mitad de siglo.
Supone una época de transición. Hay una continuación del estilo artístico y literario del barroco precedente que se denominó rococó y que se manifiesta fundamentalmente en poesía. Se caracteriza por el gusto por lo galante, lo sensual, el bucolismo. Arte superficial y ligero: despreocupación moral y capricho.
Representantes: García de la Huerta, N. Fernández de Moratín.
Contra el barroco decadente luchan la Academia Española e importantes escritores:
—Ignacio Luzán (1702-1754), que pretende regular la literatura mediante reglas (Poética, 1737). Es precursor del Neoclasicismo, aunque los jóvenes neoclásicos prefirieron beber las doctrinas en teóricos franceses, Boileau principalmente.
—Feijoo, que cultivó un solo género, el ensayo: Teatro crítico universal y Cartas eruditas.
—Francisco Isla: ridiculizó el barroquismo de la oratoria sagrada en su célebre Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes.
El único escritor “interesante” fiel a los gustos barrocos fue Diego Torres Villarroel: cuadros costumbristas Visiones y visitas de Torres con Quevedo por Madrid, y su obra más importante, el relato de su Vida.
  1. Mediados de siglo.
Hasta finales del siglo dominará el Neoclasicismo, que significaba una vuelta a los clásicos en todos los sentidos: autoridad de los clásicos, pureza y principio de imitación. Defienden la existencia pura de los géneros literarios, la contención frente a la pasión, la razón frente al corazón. En el teatro, se vuelven a instaurar de nuevo las tres unidades (lugar, tiempo y acción) y se separa radicalmente lo cómico de lo trágico. En la lengua, respeto por el decoro: uso del lenguaje en función del nivel social, la educación, la situación...
Decretado el aborrecimiento del arte barroco, los jóvenes se encuentran sin una tradición nacional que seguir. El prestigio cultural de Francia es inmenso, de ahí que vuelvan los ojos a la tradición vecina en busca de orientación y modelos.
Representantes: L. Fernández de Moratín.
En poesía se tratan temas pastoriles, anacreónticos (exaltación de placeres elementales) o filosóficos, con escaso compromiso sentimental. La lengua evita el colorido: se impone un estilo prosaico. Es, en realidad, una actividad marginal: Jovellanos recomienda a un amigo que quiere ser poeta que escriba “cosas más útiles”
Representantes: L.Fernández de Moratín, aunque también haría poesía prerromántica.
No hay prácticamente narrativa a partir del padre Isla, pero sí prosa satírica (Cadalso), de viajes (Moratín) y doctrinal (Jovellanos).
  1. Convivencia desde la segunda mitad de siglo de neoclasicismo y prerromanticismo.
Este último se manifestó sobre todo a partir de 1790: se opone a la pureza y frialdad del gusto neoclásico, dominado por estrictas reglas de composición literaria. Rehabilita la acción del sentimiento en el arte por influjo inglés. Se tratan, en todos los géneros, temas emotivos, nocturnos y lacrimosos, que preludian el Romanticismo del siglo siguiente: se afirman los derechos del sentimiento frente a la razón y la expresión de los mismos podrá hacerse arrebatadamente, sin el pudor que imponen las buenas maneras. Domina la manifestación del dolor. Hay un claro recelo ante las reglas, aunque no se manifiesta abiertamente. Frente a la naturaleza apacible de los neoclásicos, ésta se asocia ahora al sentimiento arrebatado de los autores, que describen espectáculos poco tranquilos: tormentas, escenas nocturnas y tumbales...
Representantes: Cienfuegos, Meléndez Valdés, Blanco White...

GÉNEROS DE LA LITERATURA DIECIOCHESCA EN ESPAÑA

El respeto a las normas clásicas y el ideal de enseñar deleitando regirán la creación literaria. Sin embargo, el siglo XVIII no es un siglo de creación, sino de revisión, inquietudes y proyectos en la que el pasado es sometido a un radical examen. No triunfaron la lírica, la novela y dramática, pero floreció el pensamiento, la erudición, la investigación histórica, la medicina... las ciencias experimentales logran un ingente avance al amparo del despotismo ilustrado y de los centros oficiales destinados al respecto. Es fundamental el surgimiento del periodismo ya que asociado a él se van perfilando los géneros periodísticos actuales tales como el artículo de opinión y la crítica literaria.
POESÍA
  1. Poesía rococó: léxico cortesano, refinado, de metros cortos y ritmo marcado en estrofas breves. Los temas preferidos: amor y belleza femenina. Vinculada a la poesía bucólica y anacreóntica. Representantes: Nicolás Fernández de Moratín.
  2. Poesía ilustrada: unión de los temas propios del pensamiento ilustrado a los temas característicos de autores clásicos. Representantes: Juan Meléndez Valdés, Quintana, Cienfuegos, Nicasio Gallego.
  3. Poesía didáctica: buena muestra de ella son las fábulas de Tomás de Iriarte y de Félix María de Samaniego.
  4. Poesía neoclásica: de gusto refinado y severo. Representantes: Leando F. Moratín, Quintana y Alberto Lista.
  5. Poesía satírica: Nicolás fernández de Moratín, Samaniego o Jovellanos.
    LA PROSA
    Diego Torres Villarroel.
Único escritor fiel a los gustos barrocos, destaquemos: Vida, que se considera como una continuación del género picaresco, género que ya había acabado su ciclo; Visiones y visitas de torres con Quevedo por la Corte, cuadros costumbristas donde ofrece una sátira mordaz.
Francisco José de Isla. (Padre Isla)
Con su obra Fray Gerundio de Campazas ridiculizó el barroquismo de la oratoria sagrada y pretendió devolverle su dignidad y fines, inspirándose en las mismas ideas que Luzán en su Poética y Feijoo en su Teatro crítico: combatir los excesos barrocos.
Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)
Benedictino y catedrático de Teología de Oviedo, en su obra utiliza el género del discurso, precedente del ensayo moderno: género híbrido en el que se mezcla lo literario y lo científico, lo subjetivo y lo ameno. Escribe para todo el mundo con el objetivo de combatir los errores comunes, las supersticiones y las falsas creencias populares. Escribe con una fe religiosa profunda pero empleando la razón: su religiosidad no fue obstáculo para poner en tela de juicio su ortodoxia y atacó los falsos milagros por considerarlos como un insulto a la divinidad. . Trató una gran variedad de temas, entre los que destacan la defensa de la mujer, la repulsa a la sociedad estamental y la defensa por los más desfavorecidos y por la igualdad de todos los hombres. Su crítica equivale a la negación del principio de autoridad en que se fundamentaba toda la cultura precedente. Se propone ser “desengañador de las españas” y su obra responde al planteamiento de Voltaire “atrévete a pensar por ti mismo” o al kantiano “atrévete a saber”. Se caracterizó por una tolerancia admirable, se preocupó por la reforma de los estudios y se mostró reacio ante la falsa piedad (la de apariencia) contra la que dirigió sus críticas.
En cuanto al estilo, emplea una lengua de gran viveza y espontaneidad, opuesta al retoricismo. Su prosa posee un tono familiar y natural, sin afectación, fruto de una gran depuración y elaboración, a pesar de que él afirmara que su estilo había surgido espontáneamente. El acierto de su prosa se debe a lo que él llamó “tino mental”. Sus obras más destacables son Teatro Crítico Universal, en laque abundan paralelismos y contrastes, y Cartas eruditas y curiosas, de estilo más llano, como requería el género epistolar. Dice usar los recursos expresivos no con fines estéticos, sino para llamar la atención y hacer el mensaje más eficaz. Influyó en Cadalso, Jovellanos y Larra.
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)
Ocupó importantes cargos públicos y participó de forma activa en la política del país. Firmaba sus escritos con el pseudónimo de Jovino.
Su obra estrictamente literaria es escasa: dos dramas, El Pelayo y El delincuente honrado, y varios poemas. Sus escritos más importantes están en prosa y son didácticos: políticos, históricos, económicos, filosóficos, filológicos... En ellos instruye, formula críticas y propone reformas para elevar la dignidad espiritual y material de España. Entre sus obras destacan Memoria sobre espectáculos y diversiones e Informe sobre la ley agraria, en el que propugnaba una valiente reforma de la propiedad agrícola. En Elogio a Carlos III exalta la política que el monarca había desarrollado en su reinado, en especial las reformas económicas. Fue un ilustrado reformador, no un revolucionario, pero las que hoy nos parecen moderadas reformas debieron resultarles a los tradicionalistas de entonces peligrosos alardes de subversión.
José Cadalso (1741-1782)
Recoibió una educación cosmopolita. En Madrid tuvo amores con una joven actriz, Filis en sus poemas, que murió a los 25 años, hecho que puede estar reflejado en sus Noches lúgubres. Participó activamente en la vida política y cultural de España pero acabó desengañado de la vida de la Corte.
Comienza escribiendo poesías en su exilio aragonés que culminan en sus Ocios de juventud, colección de sonetos, poemas satíricos y anacreónticos. Escribió también dos tragedias, pero sus obras más importantes están escritas en prosa:
Cartas marruecas: 90 epístolas en total, cuyo eje principal son las opiniones de un extranjero que tiene una cultura diferente y que ponen de relieve, por contraste, los defectos de la sociedad occidental, un recurso que ya había utilizado Montesquieu en sus Cartas persas. La obra es en realidad un ensayo sobre España en el que se analizan los males del país como una vía para encontrar un posible remedio. Tres personajes o corresponsales nos hablan sobre diversos aspectos de la época: Nuño, un español que conoce bien su patria; Gazel, un marroquí que viaja por España, y Ben Beley, un sabio marroquí que está por encima de lo accidental, con lo que se nos ofrecen diferentes perspectivas sobre una misma realidad. Los temas más recurrentes son la frivolidad de ideas y costumbres, la crítica injustificada de España, la decadencia de la industria, la crítica de la nobleza que vive de la herencia y no quiere educarse, etc. El motivo principal, según él, del retraso de España reside en las continuas guerras (que han dejado yermo el país y han destruido el hábito de trabajo), el gran capital que se traía de América y que también propició que no hubiera obligación de trabajar y el atraso científico y la degeneración de la cultura española en superficialidad y pedantería, así como el orgullo y el espíritu de rutina. Nos muestra una España que es el esqueleto de un gigante y propone como soluciones el cultivo de la ciencia y de la virtud y el ejemplo de otras naciones más prósperas, aunque se deja llevar por cierta indolencia ensoñadora, un tanto pesimista.
Noches lúgubres: obra póstuma que nos ofrece a un Cadalso retórico y efectista, que en nada recuerda al irónico y reflexivo de las Cartas. Está dividida en varias “noches” en las que se desarrolla, de forma dialogada, el episodio que luego habían de atribuir realmente al autor: Tediato, enajenado por la muerte de su amada, intenta, con la ayuda del sepulturero Lorenzo, desenterrarla para morir junto a su cadáver en casa, aunque la intervención del juez le impide conseguir su propósito.
La obra supone la primera manifestación del prerromanticismo en España, aunque la mayoría de la crítica coincide al afirmar que se trata más bien de una obra filosófica que trata de la injusticia del mundo (la prematura muerte en la juventud), que coincidió cronológicamente con el advenimiento del movimiento romántico. Son rasgos típicamente románticos el ambiente tétrico (relámpagos, cementerios, cárceles, gritos en la noche...), el Dios de Tediato, que es el Dios de los elegidos para el dolor, las exclamaciones pesimistas, la naturaleza como reflejo de su estado de ánimo y la manifestación de un dolor altruista por el prójimo. El héroe romántico se regodea en su propio dolor y quiere vengarse del mundo privándole de su presencia. Se han señalado como posibles fuentes Pensamientos nocturnos de Young y la leyenda folklórica de la Difunta pleiteada.
El estilo se caracteriza por el predominio del estilo nominal, numerosas aposiciones y escasez de verbos, que convierten la narración en una prosa rítmica. Vocabulario típicamente romántico.
Eruditos a la violeta está compuesta a modo de siete lecciones que un profesor imparte a sus discípulos. La sátira y la ironía son transparentes: el profesor, con el objeto de preparar a los alumnos para su triunfo y lucimiento en sociedad sin esforzarse en serio, les enseña las cuatro nociones indispensables que les permitan aupar su petulancia de supuestos sabios y escritores de moda.
Ignacio Luzán.
Autor de la Poética más importante del siglo XVIII, que se convirtió en manual y programa de la nueva poesía. Recomienda un empleo moderado y cuidadoso del lenguaje figurado, regido siempre por la claridad (pureza), el orden y la proporción. Exige además a la poesía que sea útil y deleitable.

TEATRO

Hubo una gran afición al teatro en este siglo, marcado también por las constantes polémicas entre los defensores del teatro posbarroco y los partidarios de una renovación neoclásica. Se distinguen claramente dos líneas:

COMEDIA POSTBARROCA.
Continuaban las fórmulas de Calderón: se repiten temas y argumentos pero se complican la intriga y el montaje. Se basan más en el espectáculo que en el texto. Fueron las que gozaron de mayor éxito entre el público. Entre ellas destaca No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague de Antonio Zamora.
Este teatro sería el blanco de las críticas de autores como Moratín, que les acusaban principalmente de la falta de verosimilitud en las obras, aunque también apuntaban a principios éticos y religiosos: “escuela de maldad” y “espejo de lascivia” llegó a calificar Moratín padre al teatro barroco. 
 
TEATRO NEOCLÁSICO.
Los ilustrados concibieron el teatro como instrumento idóneo para las reformas de índole social y moral, dándole una trascendencia política de la que hasta entonces había carecido y convirtiéndolo en espejo de costumbres (razón, moral pública y orden social). Sus partidarios rechazaron el resto de obras dramáticas por su falta de verosimilitud y por atentar contra el decoro poético (falta de adecuación entre los personajes y su habla).
Son obras en las que prima el texto sobre el espectáculo que respetaban la regla de las tres unidades (lugar, tiempo y acción). Se trata de comedias que tienen una intención didáctica y que presentan tipos y conflictos universales de los que se pudiera extraer una enseñanza útil. Lo cierto es que, a excepción de la obra de Moratín, las obras neoclásicas tuvieron un público muy minoritario. Esta comedia usó el verso hasta que Moratín introdujo la prosa.
Leandro Fernández de Moratín encarna a la perfección el ideal de hombre ilustrado y su obra dramática es el mejor exponente de la comedia neoclásica española (respeto de las tres unidades, enseñar deleitando, imitación verosímil de la realidad, presentación de una sociedad fundamentada en la clase media como motor del país y decoro poético). Su vida posee los sinsabores de una época convulsiva: tomó partido por José Bonaparte durante la invasión, por lo que después tuvo que huir de España. Murió en París.
Escribió su obra dramática a fines del siglo XVIII y principios del XIX y creó la comedia española moderna, en la que el público ya no espera sorpresas de una intriga complicada sino la evolución lógica y razonable de los acontecimientos. Nos presenta a gente normal con problemas domésticos de forma instructiva y agradable. Escribe sobre costumbres nacionales, sobre lo que conoce, y quiere con ellos denunciar errores comunes, al igual que hacía el padre Feijoo. Sus cinco comedias, en realidad, giran en torno al tema de la inautenticidad como forma de vida:
El viejo y la niña (1786) inicia el tema que iba a ser dominante en su teatro: la práctica de estipular matrimonios violentando el deseo de los contrayentes. La tesis del autor no es tanto defender que la mujer tenga libertad a la hora de escoger marido como denunciar los peligros de las bodas irracionales.
El barón (1787): el tema es la elección libre del marido.
La comedia nueva o El Café (1792) responde al deseo de censurar los dramas que a finales del XVIII representaban la última degeneración del teatro barroco, que están plagados de inverosimilitudes y que carecen de un fin didáctico o útil a la sociedad. Refleja esta obra la situación del teatro del momento, que queda satirizado.
La mojigata (1804) es una crítica al vicio, a la hipocresía y se incide en el tema de las mujeres sometidas a la voluntad paterna. Moratín no censura la autoridad de los padres sino el uso despótico y el abuso de ella.
—El sí de las niñas fue estrenada en 1806 y llevaba a escena una realidad social de la época: las bodas arregladas por padres y tutores sin contar con la voluntad de la novia. La finalidad de la obra no era tanto proponer soluciones (el divorcio era impensable) como concienciarse del problema y denunciar las conductas que lo ocasionaban.
El lenguaje que usa Moratín es sencillo y natural sin caer en la vulgaridad. Fue el primer autor en introducir en este tipo de teatro la prosa, lo que suponía además una toma de postura ideológica, pues se desvinculaba de los cánones heredados del teatro del siglo XVII. El respeto de las tres unidades se consigue sin la menor inverosimilitud. Todo en la obra es moderado: el sentimiento, la gracia, la amistad, el amor.
La mujer cobra una inusitada importancia para la época en esta obra. El tema, como también señalamos al principio, es la imposición paterna en el casamiento, frente a lo natural y racional, que es el amor entre dos jóvenes, aunque la educación de la mujer también juega un papel fundamental. Moratín nos dice con esta comedia que la autoridad paterna debe ejercerse de una manera no despótica.
La preocupación de aquellos que como Moratín defendían la libertad de la mujer en la elección del marido no era tanto por considerarla capacitada para adquirir las mismas libertades que los hombres, sino, muy al contrario, porque se pensaba que las bodas irracionales a la larga provocarían que las mujeres buscaran fuera del matrimonio, y por lo tanto en una situación de adulterio, el pretendiente que les gustara.
Estuvo representándose 26 días seguidos y gustó a todos los públicos (clases acomodadas y clase media). La clase media se sentía identificada con la historia. El éxito demostró que el respeto por la regla de las tres unidades no era incompatible con la popularidad de una obra, de lo que se deduce que el público permanecía en su mayoría totalmente ajeno a la polémica.

También se compusieron tragedias neoclásicas que, como las comedias, se atienen a las tres unidades dramáticas. Solían mostrar personajes históricos y estaban ambientadas e inspiradas en la Edad Media española o en la antigüedad grecolatina. Algunos ejemplos destacables son: La Raquel de García de la Huerta, Guzmán el Bueno de Moratín padre o Pelayo de Jovellanos.

OTRAS PIEZAS QUE SE REPRESENTABAN.
sainetes: son piezas breves y humorísticas que reflejan tipos y costumbres populares, y que se convirtieron en el espejo de los aspectos pintorescos y cómicos de la vida cotidiana, del lenguaje y usos del pueblo. Su finalidad era divertir al público mediante los diálogos cómicos e ingeniosos y la caricatura.
En la composición de estas piezas menores debemos destacar a Ramón de la Cruz, que fue convertido por la crítica en defensor del casticismo frente al afrancesamiento. Su obra más importante fue El Manolo, un remedo a la tragedia neoclásica en la que hace que mueran todos sus personajes sólo para respetar las normas del género.
teatro musical o tonadillas, antecedentes del género chico.
comedias de teatro, que suponen el precedente del teatro romántico. El texto es un pretexto para crear espectáculo. Son comedias de santos, de magia y de militares; también tuvieron mucho éxito las comedias lacrimosas o sentimentales, en las que abundaban las escenas patéticas para poner en evidencia la falta de comprensión de la sociedad. La obra que dio el espaldarazo al género fue El delincuente honrado de Jovellanos.  


TEMA 2. LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX: EL ROMANTICISMO.
 
CONTEXTO HISTÓRICO
El siglo XIX español se abre con la Guerra de la Independencia y se cierra con el llamado “Desastre del 98”.
Tras la invasión francesa de 1808, sube al trono español José I, hermano de Napoleón, hecho que desencadenará la Guerra de la Independencia y que provocará que el país se divida entre afrancesados, que apoyan la invasión (algunos ilustrados que defendieron la ocupación fueron Moratín o Meléndez Valdés) y los que se oponen a la invasión extranjera, grupo muy heterogéneo ideológicamente y que inluía tanto a ilustrados liberales (como Jovellanos) como a nobles y gran parte del clero español que veían peligrar su poder y privilegios.
En 1812 se aprueba la Constitución, de signo liberal, en las Cortes de Cádiz, pero dos años después queda anulada al llegar al trono Fernando VII. Su reinado se abre con seis años de rígido absolutismo y continúa con un periodo liberal de tres años conocido como “Trienio Liberal” (1820-1823) que impone el levantamiento de Riego en 1820, pero de nuevo se restaura el poder real absoluto, periodo que durará hasta la muerte del monarca en 1833. El reinado de Fernando VII se caracteriza por una etapa de fuerte represión que obligó a muchos intelectuales liberales a huir a Francia o a Inglaterra, hecho también de gran trascendencia pues a su regreso trajeron consigo las nuevas ideas y tendencias culturales que estaban cuajando en Europa.
Durante la minoría de edad de Isabel II (1833-1843), asume la Regencia su madre, María Cristina. En este periodo se dan los primeros pasos hacia la instauración de un régimen liberal y comienzan a regresar los liberales exiliados.
Pero la relativa tranquilidad que supone la muerte de Fernando VII se va a ver pronto rota: el reinado de Isabel II (1843-1868) fue perturbado por las Guerras carlistas, que enfrentó a los conservadores o carlistas y los liberales, y que ensangrentaron el país y ralentizaron el progreso. En su conjunto, el reinado de Isabel II fue una etapa de rápido desarrollo económico y de afianzamiento de la burguesía.
En 1868 la revolución conocida como la Gloriosa acaba temporalmente con la monarquía borbónica y hace que los liberales vean de nuevo la posibilidad de gobernar el país. El Sexenio Revolucionario (1868-1874) se vio marcado por los continuos cambios de gobierno.
La Restauración borbónica llegará en 1875 con Alfonso XII. Es una época de paz y estabilidad que produjo una cierta pacificación de los espíritus, aunque no dio solución a los graves problemas españoles y desembocó en la derrota del 98.
La muerte del rey en 1885 hace que liberales y conservadores lleguen a un acuerdo de alternancia en el poder. Es un período de grandes transformaciones sociales, pero el desarrollo económico resulta insuficiente en comparación con el crecimiento de la población.
Mientras tanto, las colonias americanas españolas empiezan a luchar por su independencia, que irá siendo progresiva durante todo el siglo XIX hasta que en el desastre del 98 España pierde Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

EL ROMANTICISMO
El Romanticismo es un movimiento no sólo literario, sino también ideológico, que alcanzó a todas las manifestaciones de la cultura del siglo XIX. Tuvo su origen en la Alemania del siglo XVIII ( “Sturm und drang”)y surgió como un movimiento cultural que se opone a los principios de la Ilustración y que es consecuencia de la profunda crisis social de un mundo en acelerado cambio. El declive de los valores tradicionales, la despersonalización del individuo ante la masa, el auge del materialismo..., condujeron al rechazo de la nueva realidad bien añorando un pasado perdido, bien forjando mundos ideales, bien reivindicando un progreso que tuviera un modelo social más humano y en el que tuviera cabida la imaginación, la espiritualidad y la justicia.
Como movimiento estético supuso una reacción contra el Neoclasicismo francés de los siglos XVII y XVIII, internacional y racionalista, que suponía una interpretación rígida y escueta de las normas y preceptos de la literatura grecolatina. Se rompe con las reglas y con la moderación y el buen gusto: los románticos mezclaron los géneros, combinaron prosa y verso en muchas obras, recurrieron a la polimetría en la lírica y en el teatro, rompieron con las tres unidades dramáticas y mezclaron de nuevo, tanto en novelas como en dramas, lo trágico con lo cómico.
El subjetivismo y el individualismo adquieren categoría de dogma, por eso el romántico despreciaba el aspecto externo del poema, la forma por la forma, atento únicamente a la creación individual y subjetiva. En las obras se expresa el alma exaltada del autor, cuyas ansias infinitas chocan con los límites que les impone la realidad circundante. Esos anhelos son de amor, pero también de justicia social, de añoranza del tiempo ido, de deseos de felicidad frustrada.... El genio creador se impone por encima de todo.
Se defiende el instinto, la intuición y la imaginación como formas de conocimiento, ya que la razón es incapaz de descubrir la esencia de la vida (irracionalismo).
Ahora bien, ese subjetivismo exacerbado tenía que llevar forzosamente a buscar la soledad, el aislamiento, la lejanía y el drama: el romántico se siente distinto a los demás y afirma constantemente su yo frente al resto del universo, por eso busca la evasión hacia un mundo ideal, del que procede el gusto por la Edad Media, que en España lleva a la revalorización del romance y a la exaltación y dramatización de tantas y tantas leyendas medievales que andan dispersas en crónicas y romanceros (por eso también despreció lo pastoril). Cobra por ello importancia también el elemento mágico y maravilloso, presente en casi todas las leyendas, lo mismo en prosa que en verso (ej: Maese Pérez, el organista de Bécquer o A buen juez, mejor testigo de Zorrilla).
El paisaje se convierte en la proyección espiritual del poeta: se exaltan las ruinas, la nocturnidad, lo tormentoso y sepulcral, lo triste y melancólico. Cambia la visión serena y dulce, clásica, del paisaje, y se da paso a la devoción por una naturaleza agreste, dura, sin pulimentos, en libertad, virgen.
Es frecuente el contraste entre lo feo y lo desagradable (elogio del patíbulo, de los bajos fondos, por Espronceda) y la exaltación de la mujer y del amor. La mujer es un producto de la circunstancia del poeta y aspira a que sea una proyección de su espíritu. La mujer, como el paisaje o la sociedad, es una creación subjetiva. Naturalmente, este choque entre lo real y lo ideal, entre la hipersensibilidad del hombre romántico y el mundo prosaico que le rodea, le ocasiona un tremendo desengaño, una decepción que se traduce en el suicidio (como Larra) o en esa desesperación y melancolía romántica tan enfermiza y tan fácil de distinguir en la lectura de muchos poemas, como es el caso de Canto a Teresa de Espronceda o las Rimas de Bécquer.
Su Idealismo les hizo buscar, no lo bello, lo justo o lo libre, sino la Belleza, la Libertad y la Justicia en términos absolutos, lo que les provoca una sensación de insatisfacción constante.
En oposición al internacionalismo dieciochesco, el Nacionalismo reivindica el concepto de pueblo como entidad espiritual a la que pertenecen un conjunto de hombres con características comunes (historia, lengua, costumbres). Se exalta lo peculiar de cada país, y fruto de ello serán el costumbrismo y la preferencia por los temas legendarios e históricos. Además, se desea conferir rango literario a las lenguas vernáculas: aparición de regionalismos y nacionalismos.
El Romanticismo en España es impulsado e introducido de manos de los emigrados en Europa que huyeron durante la época absolutista como Ángel Saavedra, Espronceda o Martínez de la Rosa. El apogeo del Romanticismo español comprende los años que van desde 1834 a 1850.

EL ROMANTICISMO EUROPEO.

ALEMANIA
El Romanticismo europeo tiene su cuna en la Alemania del siglo XVIII en la que se creó el movimiento conocido como Sturm und Drang, que pronto se extendió por toda Europa. Será la poesía lírica el género que mejor se preste a la expresión del sentimiento romántico. Entre sus autores tenemos que destacar:
F. Hölderlin, cuyo modelo es la Grecia clásica: El archipiélago.
Novalis: sus Himnos a la noche son la consecuencia de la muerte de su amada y en ellos nos muestra la nueva forma subjetiva e intuitiva de entender el mundo.
H.Heine: gran sensibilidad y feroz estilo satírico. Destaquemos Sueños.
En la narrativa destacan los cuentos de E.T.A. Hoffman y en el teatro H. von Kleist.

INGLATERRA
La publicación de las Baladas líricas de Wordsworth y Coleridge en 1798 inaugura el Romanticismo inglés. En ellas se ensayan nuevas posibilidades poéticas. Los autores más destacados fueron: L. Byron (canalizó la crítica a la sociedad contemporánea a través de sus poemas), P. Shelley (poesía inconformista e irreverente debido a la injusticia y a la tiranía generadas por la sociedad; destaca Adonais, elegía que dedicó a Keats), J. Keats (poesía subjetiva e individualista cuyo eje central es el amor a la belleza; destaca Endimion). En narrativa cabe destacar Walter Scott, autor de la novela Ivanhoe y cuya muerte marca el final del Romanticismo inglés.

FRANCIA
La introducción del Romanticismo en Francia corre a cargo de Madame de Stäel y de Chateaubriand. Otros autores a destacar en el ámbito de la novela: George Sand (Aurore Dupin), que defendió los derechos de la mujer y su independencia; Alejandro Dumas, autor de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo. ; Victor Hugo: principal novelista de la primera mitad de siglo en cuya obra toma partido por los oprimidos como en Nuestra Señora de París o en Los Miserables (denuncia de la injusticia social de la época a través de su protagonista).
En poesía podemos destacar a Lamartine y a Musset.


ROMANTICISMO ESPAÑOL.
POESÍA.
La libertad y el rechazo a las normas convierten la poesía lírica en el mejor vehículo de expresión del yo romántico. Sus temas habituales son la melancolía o el hastío y el tono pesimista y desalentado, o, por el contrario, la exaltación y la protesta contra las normas sociales o contra la vida misma. Sus ambientes preferidos son la noche, los lugares apartados, los cementerios, el mar embravecido, la tormenta.
En cuanto a la métrica: polimetría y combinación de distintos metros y estrofas en el mismo poema. Fundamental será también la adopción de un lenguaje simbólico (por ejemplo, las desilusiones se comparan con las hojas caídas de los árboles), la búsqueda de imágenes nuevas diferentes a los tópicos clasicistas, y el uso de expresiones y palabras llamativas por su sonido, por su significado, por ser poco frecuentes o demasiado vulgares y poco "poéticas" ”( piélago, aquilón, fulgor, harapo...). Abundan también las exclamaciones e interrogaciones retóricas en correspondencia con la exaltación sentimental.
Pero no fue la poesía lírica la que gozó de más éxito en este período, sino la llamada poesía narrativa. El verdadero lirismo romántico se dará en la poesía española más tarde que en los demás géneros con las figuras de G.A Bécquer y Rosalía de Castro (ya en la segunda mitad). En esta época destacan como cultivadores de la poesía lírica el Duque de Rivas, Martínez de la Rosa, Gertrudis Gómez de Avellaneda... pero sin duda el poeta que más se ha valorado en la historia literaria es José de Espronceda.

José de Espronceda (1808-1842)
Fue un joven rebelde, inconformista y defensor del liberalismo de cuya vida cabe reseñar su relación amorosa con Teresa Sancha, una mujer casada que murió joven y que dejó una honda huella en el poeta.
Dos son los poetas extranjeros que influyeron fuertemente en Espronceda: Ossian, del que tomó temas como la huida irreparable del tiempo, la impotencia del hombre, que sobrevive a todo lo que ama, el deseo de conservar en la memoria los tiempos que no han de volver con una actitud añorante, la nada de las esperanzas humanas o la apóstrofe a los astros; y Lord Byron.
La base más sólida de la fama de Espronceda la constituyen sus cinco Canciones (Canción del pirata, El canto del cosaco, El mendigo, El reo de muerte, El verdugo) junto con sus dos poemas largos: El Estudiante de Salamanca y El diablo mundo.
Las Canciones.
En ellas destaca unitariamente el inconformismo y la rebeldía ante una sociedad que está podrida, por eso busca la libertad al margen de las estructuras establecidas. La crítica apunta a que las cinco figuras (pirata, cosaco, mendigo, reo de muerte o verdugo) son creaciones simbólicas de su ideal de libertad. Sin duda la más famosa de todas ellas es la Canción del pirata, que supuso una innovación rítmica (variedad) y temática, al concentrar en ella todos los rasgos típicos del romanticismo. En el Pirata Espronceda canta desde dentro de él, en primera persona:

El Estudiante de Salamanca
El poema consta de 1704 versos y es una leyenda fantástica de contenido simbólico, con la que el autor pretende expresar el concepto romántico del mundo. Se ha señalado la influencia de L. Byron y de Tirso de Molina para la creación del personaje del poema, Don Feliz de Montemar, un personaje insolente y vanidoso que pasa la vida entre amores y juego, desafiando a hombres y cortejando a mujeres a las que después abandona sin ningún remordimiento
El poema se estructura polimétricamente en cuatro partes: la métrica se adapta al movimiento del asunto. En la primera parte asistimos a la descripción del protagonista y al abandono de Elvira, ángel de amor, que en la segunda parte enloquece de pesar y muere. En la tercera (que es como un intermedio en forma dramática), don Félix asesina al hermano de Elvira. En la cuarta parte entramos en los dominios de lo sobrenatural y lo fantástico y el Romanticismo se apodera del poema y el estruendo macabro resuena en todo el poema. Hay, además, una perfecta conjunción entre los pasajes narrativos, lo dramático (el diálogo de las escenas de la parte tercera) y las partes líricas (parte segunda).

El diablo mundo
Es un extenso poema inconcluso simbólico-filosófico que consta de una Introducción y seis Cantos, de los que destaca por su belleza el Canto II, Canto a Teresa, que según el propio autor es “un desahogo de mi corazón; sáltelo el que no quiera leerlo, sin escrúpulo, pues no está ligado de manera alguna con el poema”. Este Canto no es sólo la elegía por la muerte de Teresa Sancha (con la tuvo un hijo y que luego lo abandonó), mujer que vivió su vida intensamente, sino la elegía por el fracaso vital, del que es el amor la más exacta cifra, la elegía a la juventud y los placeres perdidos. La vida de Teresa se traduce en un ritmo: el movimiento tranquilo de la pureza (río), la marcha agitada de la pasión (torrente) y la inmovilización pútrida del estanque.
Recoge los temas típicos de la tradición elegíaca como el ubi sunt y el carpe diem. En El diablo mundo expresa el autor su rebeldía contra el mundo, el vivir agobiado por la edad y amargado por las experiencias. El mundo no es bueno ni armónico, está mal hecho. El protagonista, Adán, es un hombre sin pasado ni recuerdos, un anciano rejuvenecido enfrentado a una sociedad regida por el mal. La salida es la contemplación.


Tras una primera generación de poetas románticos en la que destacó Espronceda los autores se lanzan a la búsqueda de un romanticismo más espiritual y sencillo en su expresión. Mucho más tarde, pasado ya el movimiento romántico en Europa y cuando dominan otras tendencias artísticas, aparecen en nuestro país las mayores figuras del romanticismo español: G.A. Bécquer y Rosalía de Castro.

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)
Nació en Sevilla, pero se trasladó a Madrid, donde vivió de su oficio de redactor del periódico El Contemporáneo, en el que publicó muchas de sus leyendas, tradujo obras de teatro y fue censor de novelas. Se casó y se separó, aunque al final de su vida volvió a vivir con su mujer. Fue un hombre que sintió devoción por el pasado, pero también admiración por el progreso y fe en el porvenir. Murió en Madrid a causa de una pulmonía a la edad de 34 años.
Destacaremos de su poesía las Rimas y de su obra en prosa las Leyendas.
Las Rimas
Un total de 79 poemas que constituyen un solo poema de amor en el que el poeta habla de su vida interior a un “tú” como si de una carta o conversación se tratara, y que muestran un proceso que va de la inocencia al pecado, de la ingenuidad a la decepción.
Se suele decir que la poesía de Bécquer es “ natural, breve, seca”. En efecto, sus poesías son breves y en ellas utiliza un número limitado, pero suficiente, de recursos retóricos entre lo que prefiere la comparación, ya que el “como” explícito le da un aire de sinceridad. Prefiere la rima asonante y se vale de una gran riqueza de combinaciones estróficas: utiliza los versos de la tradición española, con dominio del endecasílabo y del heptasílabo, y con un uso frecuente del pie quebrado que le permite eficaces giros en el ritmo. Su poesía es un ejemplo de conciliación entre poesía culta y popular. La crítica afirma la musicalidad de los poemas de Bécquer. Como vemos, bajo la aparente sencillez se esconde una gran elaboración. Logra la apariencia de una poesía confidencial en tono de conversación íntima entre el lector y el poeta.
Su expresión es sencilla, nada grandilocuente, y se le puede considerar antecedente del Simbolismo ya que más que describir alude a ideas y sentimientos interiores mediante vocablos que designan realidades exteriores. En el léxico abundan los vocablos que se refieren a la luz (símbolo del bien, de la alegría; es el ideal, y la forma de unirse al ideal, es el beso) y a la oscuridad (es el misterio, el pesar).
Suelen dividirse temáticamente en cuatro partes:
Rimas I-XI: suponen una reflexión sobre la misma poesía y el fenómeno espiritual de la creación literaria.
Rimas XII-XXIX: el poeta trata del amor y de sus efectos en el alma (exaltación amorosa). El amor aparece identificado con la mujer, que es la expresión máxima de la belleza, pero que es un ideal porque es inaccesible, un misterio que se desvanece o un sueño.
Rimas XXX-LI: se centran en la decepción y el desengaño.


Rimas LII-LXXIX: es el grupo más variado y recoge la depuración última de la experiencia vivida por el poeta, realizada sobre todo en la soledad en que queda frente al mundo y a la muerte. El sentimiento dominante es el dolor y la angustia que se proyecta sobre la condición humana, la muerte, la pregunta por la inmortalidad.

La obra en prosa: Leyendas
Son veintiocho relatos cortos de carácter fantástico y ambientación romántica. En ellas tratará temas como la mujer ideal y el amor imposible (El rayo de luna), lo exótico (El caudillo de las manos rojas), el ansia del amor absoluto... Sus dos temas centrales son la fuerza del amor y la presencia en la vida cotidiana de lo sobrenatural y maravilloso. Ambos expresan la insuficiencia de la razón para comprender el mundo, ya que la realidad no es racional.
Sus personajes representan ideas: suelen ser caballeros, galanes, artistas o bellas mujeres. Aquellos que aspiran al amor no lo consiguen, pero sí quienes miran a Dios.
El acierto de Bécquer fue crear un nuevo género: la leyenda lírica o poemas en prosa, prosa que destaca por su ritmo y por la insistencia en imágenes plásticas y sonoras.
Bécquer sitúa las leyendas en un tiempo lejano (suele remontarse a la Edad Media), aludido vagamente. Los espacios son naturales o ámbitos sagrados, es decir, lugares no contaminados por la razón o la civilización. La estructura argumental de las leyendas está poco desarrollada: lo que ocurre en el interior de los personajes es más importante que los hechos exteriores. No todas se narran de manera novelesca, sino que el escritor dice haber llegado hasta ellas de algún modo, a través de una experiencia personal y este marco de la pesquisa para dar con la información se integra en el relato legendario.
Las leyendas siempre transmiten un mensaje ético: casi todos los personajes están aprisionados en su falta de fe, en su orgullo o en su vanidad, y la única salida es la conversión o el infierno. Muchas veces las fuerzas del mal están representadas por una mujer que lleva al hombre a la perdición. La figura femenina suele ser la mejor caracterizada, pero de los rasgos físicos sólo conocemos una belleza abstracta.
Destacan entre otras: El rayo de luna, El monte de las ánimas, Los ojos verdes, El beso, Maese Pérez el organista...

Rosalía de Castro (1837-1885)
Nació en Santiago. El hecho de tener que abandonar su Galicia natal produjo en ella un sentimiento de profundo desarraigo. Sintió hacia Castilla un resentimiento tanto social como estético.
Como Bécquer, escribe una poesía intimista, une lo culto y lo popular, busca la expresión natural y sencilla de los sentimientos y tiene preferencia por la asonancia. Pero ella estaba inserta en el mundo, y se hace portavoz de los temas del proletariado gallego, expresando con gran lirismo y economía de recursos poéticos la miseria, el desempleo y la crisis que conducen a la tragedia de la inmigración.
Escribió en gallego sus Cantares gallegos y Follas novas. De su producción es castellano destaca como la mejor En las orillas del Sar, en la que domina, como en sus obras gallegas, el dolor, aunque ahora provocado por el desengaño y la pérdida de las primeras ilusiones.
Cantares gallegos (1863) es su primera gran obra y en la que intenta dar a conocer su tierra. Hay en ella un tono alegre que no volverá a repertirse.
Follas novas (1880) tiene dos partes: una primera parte de poemas subjetivos en la que destaca la desolada visión de la existencia de una persona que está en la plenitud de la vida (siente que vivir es padecer: identifica vida y dolor); la segunda, es de carácter social y se centra en las familias de los inmigrantes para revelarnos el carácter heroico de las madres que cuidan a sus hijos en soledad, sin amor ni consuelo.
En las orillas del Sar ((1884) desaparece el mundo exterior y se centra más en su propio espíritu. La naturaleza le sirve para expresar sus sentimientos (soledad, dolor, nostalgia). Su visión del mundo es de extremada desolación. Destaca la referencia a los “tristes”: seres predestinados únicamente al dolor. Se refleja también la contradicción que siente entre la existencia del dolor en el mundo y Dios.
Cabe destacar en esta autora sus innovaciones métricas: deforma las estrofas clásicas y prefiere la asonancia. Escribe en combinaciones de versos sin medida regular que riman en asonante. Sus metros más renovadores son los versos de 14, 16 y 18 sílabas.
Su estilo: en su afán de claridad no abusa de la metáfora y emplea numerosas comparaciones. El recurso más usado es el símbolo, junto a repeticiones y contrastes. Destaca la naturalidad con que se refiere a lo extraordinario.


TEATRO
El género que realmente contribuye al éxito del Romanticismo en España es el teatro, por ser espectáculo, porque llega a más gente.
El principal género dramático del Romanticismo es el drama, que es una mezcla de todo, que refleja la complejidad de la vida con su variedad de clases sociales, mezcla del lenguaje coloquial y culto, de penas y alegrías.
Los cuatro o cinco dramas más representativos del Romanticismo español tienen unas características comunes que son las siguientes:
la voluntad de romper con las estructuras del drama neoclásico impone la libertad como principio creador, de ahí la ruptura de las fronteras que separan los géneros dramáticos (búsqueda de nuevas sensaciones y emociones) o la mezcla de la prosa (escenas narrativas) y el verso (escenas líricas) de acuerdo con los estados internos (después se escribirá sólo en verso con una rica polimetría.) Se rompen también las unidades de espacio, tiempo y acción., se amplían los lugares escénicos (predilección por el panteón, paisaje abrupto y solitario, tormentas, mazmorras...) y la acción se desarrolla siempre en épocas pasadas, con preferencia por la Edad Media, a veces tomando acontecimientos históricos como marcos del drama.
El drama romántico se divide en jornadas, que suelen ser cinco, y éstas a su vez en escenas. Las jornadas suelen llevar títulos, que resultan a veces muy efectistas (ej, en Don Álvaro o Don Juan Tenorio.)
En cuanto a los personajes, los rasgos definitorios del héroe del drama romántico son el misterio (origen desconocido) y la pasión fatal, signo y símbolo de la nueva concepción romántica de la vida. Es portador de un destino adverso para él y para todo el que le rodea. Hermoso, con una belleza tanto física como espiritual, hay a la vez en él algo de angélico y diabólico. En medio de esta borrascosa existencia, la heroína romántica es un “ángel de luz”, un ser divinizado capaz del mayor sacrificio y heroísmo y predestinada, desde el momento en que ama, a la muerte. Alrededor de ellos los demás personajes parecen existir para oponerse al cumplimiento del amor de la pareja protagonista, o para asistir impotentes a la catástrofe final.
Los temas predilectos serán el amor, que se desarrolla en complejas tramas argumentales, y el sino, que genralemente viene impuesto por una serie de casualidades e infortunios que conducen a los personajes a la tragedia final. El dolor y el sufrimiento marcan la vida del héroe.
Es un teatro muy espectacular, con muchos cambios de luz, peleas en escena y mucho colorido. La ambientación es muy importante.
Es evidente que estos elementos no se dieron en todos los dramas románticos de igual medida: hay primero una introducción, después un momento de plenitud y exaltación frenética y finalmente, truncada la trayectoria romántica, triunfa el drama histórico.
Son pocas las obras que configuran el teatro propiamente romántico:
La conjuración de Venecia, Martínez de la Rosa (1834): es un drama político lleno de efectismo y sentimentalismo romántico. Parte de un hecho histórico, las luchas por el poder en la Venecia del siglo XIV, al que añada la historia de amor entre Ruggiero y Laura, casados secretamente. El autor defiende la libertad, pero una libertad que respete las normas de la sociedad.
Macías, Larra (1834): tema del amor adúltero que lleva a la muerte, obsesión para el autor, que se identificaba con el protagonista. Cuenta los amores y la muerte del trovador gallego Macías, enamorado de Elvira, dama de la corte que está casada con otro hombre.
Don Álvaro o la fuerza del sino, Duque de Rivas (1835): su estreno causó mucho asombro debido a que su autor incorpora los grandes temas del Romanticismo: el hombre marginado, el amor, la superstición, el pesimismo, la melancolía, la incorporación del lenguaje cotidiano... Por encima de todos, la fuerza del destino que se impone a la voluntad del hombre y que es producto de una serie de casualidades fatídicas que le empujarán al suicidio como única salida. La fatalidad es el verdadero eje del drama.
Rompe, además, con la regla de las tres unidades dramáticas y mezcla prosa y verso.
El Trovador, García Gutiérrez (1836): sus dos temas centrales son el amor y la venganza. Está inspirado en un suceso del siglo XV de Aragón: Manrique, el trovador, es víctima de la venganza pero héroe de amor pues logra conquistar a Leonor.
Los amantes de Teruel, E. Hartzenbusch (1837): dramatiza los amores de Diego Mansilla e Isabel Segura, asunto que parece ser una tradición local de Teruel.
Don Juan Tenorio, Zorrilla(1844): es la obra más representativa del teatro romántico junto con Don Álvaro. Fue subtitulada como “drama religioso fantástico” y en ella el autor retoma el tema del libertino que recupera la fe. El drama se basa en la obra de Tirso de Molina (siglo XVII) El burlador de Sevilla, pero el final cambia gracias a su mejor creación: Inés, ángel de amor que logra la salvación del libertino y la redención romántica del héroe. La obra se divide en dos partes bien diferencias: una comedia de capa y espada (gran despliegue de acción y violencia, y concentración de tiempo) que consta de cuatro actos en los que nos presenta la personalidad del héroe (lances, apuestas, armas de seducción), el encuentro amoroso entre Inés y Don Juan (rapto de la joven, escena de amor) y la huida del protagonista. Es una parte muy dinámica invadida de motivos románticos (peleas, elementos carnavalescos, apuestas, tapias de convento...) La 2ª parte tiene lugar cinco años después, cuando Don Juan regresa a Sevilla. Hay una lucha de fuerzas hasta que finalmente triunfa el amor que redime su vida del libertinaje. No dejan de aparecer motivos románticos: sepulcros, cipreses, nostalgia del protagonista, campanas fúnebres... el ritmo es más lento, acorde con el estado meditabundo del protagonista. Destacar: el convidado de piedra y la cena macabra.
Ruptura de las unidades dramáticas y rica polimetría.

PROSA
Salvo contadas excepciones, no hay durante la primera mitad de siglo prosistas de calidad. Sin embargo, sirve de preparación para la novela de la etapa posterior. Hay que destacar, por otra parte, el desarrollo de un entramado editorial que multiplica las publicaciones periódicas y hace rentable la publicación de fragmentos de obras extranjeras y la crítica literaria. Nace la figura del redactor o colaborador periodístico y los escritores comienzan a poder vivir de su trabajo en prensa.
El género más representativo de la prosa romántica es la novela histórica. Las principales producciones del género son El doncel de don Enrique el Doliente, de Larra y Sancho Saldaña de Espronceda. Los protagonistas no son grandes figuras históricas sino personajes de segunda fila o inventados. El narrador es el principal elemento estructurador de la obra e interviene constantemente en el relato: recuerda datos históricos al lector, aclarando la interpretación... El lenguaje está lleno de arcaísmos en consonancia con la época en que se sitúan.
También se publican novelas sentimentales o de terror.
A mediados de siglo comienzan a publicarse novelas por entregas que incrementan la masa de lectores, principalmente de público femenino.
Vinculado también a la prensa periódica se desarrolla el género literario en prosa que llamamos costumbrismo en los artículos de costumbres. Los autores de estos artículos quieren retratar personajes o situaciones y costumbres característicos de la vida colectiva en España. Se suelen distinguir dos variantes del artículo de costumbres: de tipo, si pintan personajes, y de escena si pintan situaciones. El costumbrismo que domina es conservador (a excepción de Larra) y su finalidad es presentar lo propio español desde la nostalgia: se pretende recordar las costumbres que se están perdiendo. En estos textos se unen narración y descripción.
Los principales autores de este costumbrismo conservador son Estébanez Calderón, que recreó una Andalucía pintoresca en sus Escenas andaluzas, y Mesonero Romanos que se dedicó principalmente a retratar el Madrid de la época con gran detallismo es sus Escenas matritenses. A ambos les falta una visión de conjunto de la sociedad y sólo les interesa lo marcadamente folclórico. Su observación de lo cotidiano influirá en la creación de ambientes de la novela realista, que será el género más importante surgido en el siglo XIX.
Frente a ellos, Larra muestra un tono progresista en sus artículos e insiste que la finalidad de los mismos no es agradar (como Mesonero o Calderón), sino corregir y educar, con esa ansia reformadora de los males de la patria. España es el tema central de su obra crítica y satírica, pero su rebeldía melancólica le irían llevando a la autodestrucción provocada por un alejamiento cada vez mayor entre su interior y el contexto social.
En cuanto al estilo, suele ser claro, directo, evidente, muy gráfico y sencillo. Utiliza mucho la caricatura, las enumeraciones caóticas y la ironía (como mecanismo principal para desvelar apariencias). Contribuyó a crear una lengua moderna liberada de adornos gastados que no significaban nada.
Seudónimos: Duende satírico del día, Pobrecito hablador, Bachiller Pérez de Munguía, Andrés Niporesas, Fígaro.
Nos dejó mas de doscientos artículos, que se suelen clasificar en tres grupos:
-Artículos de crítica literaria y cultural, en los que trata sobre la libertad de expresión, la censura y la incultura. Pide utilidad en literatura no sólo forma. Gran preocupación por le teatro de su tiempo del que tenía una visión muy negativa (malas condiciones de los locales, poca ayuda del estado, fallos de dirección de los autores...).
-Artículos de costumbres y de crítica social: se aleja de sus contemporáneos Mesonero Romanos y Estébanez Calderón, que crean definitivamente el cuadro de costumbres, pero que se limitan a pintar, a describir, unos cuadros alegres, agradables a la lectura y a la vista de lo que hacen imaginar, pero vacíos, sin intención ulterior alguna. Larra no busca agradar sino corregir y educar, en ningún caso intenta divertir ni describir lo pintoresco simplemente, ni se contenta con hacer reír al lector. Utiliza una sátira aguda e hiriente, con intención de avispa (aunque sea para corregir defectos y debilidades de comportamiento), con una patriótica ansiedad de reformador de su propio país. La labor del escritor satírico ha de ser trascendental y con una función regeneradora. Entre los vicios nacionales que le irritan y preocupan destacan la pereza, la hipocresía, la brutalidad y el retraso de España, a la cola del resto de Europa, por lo que reclama una educación básica y fundamental para el pueblo. En ningún caso personaliza: crea un tipo risible y caricaturesco,con la intención de que, quienes pudieran parecerse a este prototipo irrisorio, se corrigieran los defectos.
-Artículos políticos. Son escritos de agudísimo ingenio, aunque para muchos críticos, predomina en ellos una calidad y un valor extraliterarios. Hay que destacar el valor y la arrogancia de un escritor que, a veces con velada ironía, a veces de cara, comenta la mediocre política de su tiempo en una época confusa, de censura absolutista y en la que podía exponerse incluso la vida. La verdad y la razón son dos de los temas que más le preocupan.
Artículos más importantes: “El café”, “El casarse pronto y mal”, “El castellano viejo”, “Vuelva usted mañana”, “La Nochebuena de 1936”, “Los amantes de Teruel”...


TEMA 3. LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX: REALISMO Y NATURALISMO.

A partir de 1850 se observa en toda Europa un alejamiento paulatino de las formas de vida y de la mentalidad dominantes en la época romántica.
En lo social, la burguesía se consolida como clase y deriva hacia posiciones más conservadoras, mientras que las masas obreras luchan por mejorar sus duras condiciones de vida y empiezan a prender las doctrinas revolucionarias: marxismo, comunismo y anarquismo. El positivismo (VS idealismo romántico) es la filosofía característica del momento: sólo admite como verdadero lo descubierto mediante la observación rigurosa y la experimentación. Las aportaciones más importantes de la ciencia son el método experimental (Bernardl), las teorías sobre la herencia biológica (Mendel) y el evolucionismo (Darwin).
En España tendrá gran importancia el krausismo, que defendía una religiosidad compatible con la razón y una ética basada en la tolerancia y la convivencia. Fundarán la Institución Libre de Enseñanza.
La literatura se hará eco de las circunstancias sociales y las doctrinas filosóficas, políticas y científicas, de ahí que el novelista se proponga una observación rigurosa de la realidad, a imitación de lo científico; la Sociología y la Psicología influirán a la hora de reflejar ambientes o analizar personajes; y el método experimental, el evolucionismo y las teorías sobre la herencia estarán en la base del Naturalismo. A diferencia del Romanticismo, no se huye de la realidad sino que se la retrata, con mayor o menor dureza, a veces con el propósito de transformarla.
España, como ya apuntamos en la introducción del bloque anterior, se ve acuciada por graves problemas sociales y fuertes tensiones ideológicas: el desarrollo de la industria y de la economía, así como el auge de la burguesía, fueron más tardíos que en el resto de Europa y los sectores tradicionalistas seguirán conservando mucho poder (nobleza y clero); frente a ellos, las masas obreras comienzan a organizarse; la burguesía liberal estaba dividida en conservadores y progresistas; y a la izquierda de éstos, aparecen demócratas y republicanos, aparte de los movimientos revolucionarios. De ahí los vaivenes políticos: política moderada hasta el el 68, momento en que La Gloriosa destrona a Isabel II y abre una época progresista; la Restauración borbónica (1875) llega con Alfonso XII, cierra esta etapa e implanta un sistema de “partidos turnantes” (progresistas y conservadores) que tampoco resolverá los problemas básicos del país, que cerrará el siglo con el Desastre del 98. La cultura se hace eco de estas luchas entre tradicionalismo y progresismo dando lugar a lo que se conoció como “las dos Españas”.
Géneros literarios de la segunda mitad de siglo.
1. NOVELA
A mediados del siglo XIX predominan los principios artísticos del Realismo, movimiento cultural de la clase burguesa que surge como resultado de la depuración de los elementos románticos más idealistas que encuentran su mejor cauce de expresión en la novela.
En la NOVELA REALISTA española influyeron la tradición de obras de base realista del Siglo de Oro (picaresca, Cervantes) y el costumbrismo, pero abandonaron lo pintoresco del costumbrismo más tradicional, centraron su mirada en Larra y quisieron ser la expresión total de la sociedad. De la literatura europea bebieron de los grandes autores franceses (Flaubert, Zola, Balzac y Stendhal), ingleses (Dickens) y rusos (Dostoievski y Tolstoi).
En España la nueva etapa áurea de la novela arranca con la publicación en 1870 de “La Fontana de Oro” de Galdós.
El novelista lleva a cabo una observación rigurosa que se traduce en una descripción objetiva y minuciosa de la realidad (personajes, objetos, ambientes y paisaje), para lo cual se documenta sobre el terreno tomando apuntes o recurre a libros en los que encontrar la exactitud ambiental o psicológica.
Dado que la ubicación próxima de los hechos se convierte en requisito indispensable, la sociedad española contemporánea será el tema por excelencia.
A pesar de que se ocupe de la problemática burguesa y defienda su sistema de valores, abundan las críticas desde el propio seno de la misma, fundamentalmente contra aquella parte de la burguesía que se fue desnaturalizando y quiso ser como la nobleza o la aristocracia.
El interés se centra en la vida urbana, representada por Madrid, que se caracteriza positivamente frente al mundo rural, sede del oscurantismo.
La novela realista nos muestra a un narrador omnisciente que se convierte en un cronista que conoce al dedillo todo lo ocurrido y sabe la vida y milagros de los personajes.
A éstos los conocemos a través de las palabras del narrador y sus descripciones (que condicionan por completo nuestra interpretación). Los protagonistas son tanto individuales como colectivos. Siempre hay cierto número de personajes redondos (con una psicología más o menos compleja que van evolucionando a lo largo del relato) y otros planos (caracterizados por un rasgo o muletilla). Los tipos sociales que aparecen son muchos (clero, funcionariado, clase política, empleados...), pero abunda la antítesis entre el conservador que se aferra a la tradición y rechaza el progreso y el positivista, el burgués progresista que aspira a reformar las estructuras sociales. Realmente la narrativa realista española prescindió de la clase obrera y sólo se hicieron referencias superficiales o excesivamente simplistas.
El lenguaje juega un papel fundamental. Hay dos estadios bien diferenciados: la voz del narrador (estilo más cuidado y culto, a veces incluso retórico, aunque participa muchas veces del estilo coloquial de sus personajes) y la voz de los personajes, que se convierte en elemento esencial de su caracterización y se adapta a cada uno de ellos, de ahí la amplia gama de idiolectos que van del tono más culto al más vulgar, pasando por las peculiaridades lingüísticas de cada región.
Los hechos siguen un orden cronológico, de ahí que la estructura narrativa sea lineal.
Todo ello hace que la verosimilitud impere en todas y cada una de estas novelas.
Todos estos rasgos alcanzan su máximo desarrollo en:
LA NOVELA NATURALISTA. El Naturalismo es una corriente literaria que se desarrolla en Francia impulsada por Zola y su obra “La novela experimental”: intenta aplicar a la novela los principios del método experimental y acercarla así a la ciencia. El novelista naturalista, como el realista, ha de observar minuciosamente y asumir los mil aspectos del mundo natural; pero, además, pasa a la experimentación: intenta formular las leyes que rigen la realidad para adquirir un conocimiento científico de los fenómenos. Zola intenta experimentar en el alma humana como el fisiológo sobre la materia con una finalidad práctica.
Por ello el novelista debe ser objetivo e impersonal, el narrador impasible (en la mayoría de los casos se quedó en teoría) y descripción detallada y exacta. La novela se convierte por ello en una crónica cotidiana y sus personajes son seres corrientes.
El determinismo es clave en estas novelas: el hombre está determinado por la sociedad (determinismo ambiental) y por la herencia biológica (determinismo biológico), y es producto de ambas factores.
El narrador naturalista no retrocede ante los aspectos más morbosos, sombríos y repugnantes de la sociedad, antes bien, profundiza en ellos ya que, si no se puede cambiar la herencia biológica, al menos sí se puede aspirar a cambiar las condiciones sociales en las que viven los hombres.
Le lengua literaria está en consonancia con esa imagen degrada de la realidad y se vuelve más bronca y cruda.
A fines de siglo el Naturalismo entra en crisis y se buscan otras salidas estéticas como el Impresionismo, el Simbolismo, el Espiritualismo o el Modernismo.
1.1. PRINCIPALES REPRESENTANTES DE LA NOVELA REALISTA Y NATURALISTA EN ESPAÑA.
A. Del Romanticismo a la novela realista.
Este proceso de transición está representado por autores como:
Pedro Antonio de Alarcón, cuya obra más importante es El sombrero de tres picos.
Jose María Pereda, que se acercó al Naturalismo con las minuciosas descripciones que hizo de la gente de la montaña en El sabor de la tierruca, aunque su concepción moral y religiosa de la vida están en las antípodas de Zola.
Juan Valera concibió la novela como un género libre en el que todo cabe. No huye de la realidad (aunque sí de los aspectos más desagradables o repulsivos de la existencia) pero la embellece y exalta, a pesar de su inclinación por las realidades más palpables como comidas o costumbres populares, y las descripciones psicólogicas de sus personajes, que captan con hondura la esencia de lo real. Sus obras van cargadas de intención ideológica pero nunca planteadas en los términos maniqueos de las novelas de tesis. Pepita Jiménez es su mejor obra.
Fernán Caballero ( Cecilia Böhl de Faber) publica en 1849 La gaviota, que constituye el primer intento de realismo en España, aunque aún predomine en ella lo más pintoresco del costumbrismo.
B. Los grandes escritores realistas.
LEOPOLDO ALAS CLARÍN
Fue un liberal aferrado al libre examen y al espíritu crítico reformardor. Las crisis religiosas marcaron su vida y se reflejaron en muchos de sus personajes; en esta lucha entre fe y razón terminó llevándole a una honda religiosidad, aunque no a un catolicismo ortodoxo, ya que lo que más repudió fue la intransigencia e intolerancia del dogma, de ahí su profundo anticlericalismo.
Como crítico literario fue muy poco indulgente. Su labor está relacionada con su ansia de reforma y educación. Destacan en su producción de artículos dos modalidades: la crítica satírica, en la que predomina el humor, la ironía, la censura y el sarcasmo (Solos y Palique); y la crítica expositiva, en la que realiza un examen elaborado y sugerente de una obra literaria(Ensayos y revistas).
En sus cuentos recrea las vidas de personajes humildes víctimas de la sociedad. Destacaremos Pipá y ¡Adiós cordera!
Como novelista se burla del Romanticismo en Su único hijo. En su obra cumbre, La Regenta, el autor pasa revista a toda la sociedad de su época a través de la historia central de Ana Ozores, que se inspira en Enma Bovary, cuyo perfil psicológico es extraordinario y rico en matices. La novela está cargada de crítica social y de un fuerte anticlericalismo: Vetusta nos muestra una sociedad en la que la revolución burguesa no se ha consolidado y se ha aliado con el antiguo régimen para esconder baja una máscara de modernidad los modos de vivir tradicionales. También hay que destacar el desarrollo del estilo indirecto libre.
BENITO PÉREZ GALDÓS.
Fue un escritor muy prolífico que pudo vivir de su pluma: 32 novelas, 42 Episodios Nacionales, 24 obras dramáticas, prólogos, artículos y cuentos. Sus muchos viajes por España le pusieron en contacto con la vida y los problemas de las gentes: no le gustaba lo que veía y decidió buscar la raíz de los males que acuciaban al país. Captó como nadie los cambios de la vida colectiva y personal, centrándose en la vida de Madrid. Se fue desengañando poco a poco de la clase media: de un “radicalismo” burgués inicial llegó a una crítica amarga del “quiero y no puedo” de las clases medias. En su trayectoria novelística podemos destacar:
a. Los Episodios nacionales, 46 relatos que reconstruyen la historia de España desde la batalla de Trafalgar hasta la Restauración borbónica, y con los que crea una nueva forma de novela histórica en la que ficción y realidad se funden para dar una imagen verosímil del país.
b. Novelas de la primera época, entre las que mencionaremos La Fontana de Oro, El audaz o La sombra.
c. Novelas de la intolerancia religiosa, centradas en la denuncia del clericalismo, como Doña Perfecta, Gloria y La familia de León Roch. De esta misma época es Marianela.
d. Novelas contemporáneas. En Misericordia da cabida al naturalismo europeo: el determinismo ambiental pesa a lo largo de todo el relato. Madrid aparece casi siempre como personaje colectivo. Esta tendencia continuará en Tormento, Miau o Tristana. La cumbre de este periodo es Fortunata y Jacinta.
e. Novelas de la última etapa, en la que predomina el espiritualismo y la pobreza como modo de vida, y en las que se aprecia la influencia de Tolstoi o Dostoievski: Misericordia y Nazarín.
C. La novela naturalista.
Está representada por autores como Emilia Pardo Bazán, que ensayó el naturalismo pleno en Los pazos de Ulloa, y Blasco Ibáñez, de cuya producción destacaremos Cañas y barro y Entre naranjos.

2. EL TEATRO
Los géneros dramáticos del Romanticismo persisten y evolucionan a lo largo de la época realista: el drama histórico aún tenía mucho éxito, principalmente la comedia político-moral, cargada de enseñanza moralizadora.
El otro gran género dominante es la alta comedia, creada en las postrimerías del Romanticismo. A lo largo de 50 años la comedia burguesa evolucionará considerablemente: se acercará al realismo con Enrique Gaspar, se cargará de melodramatismo con Echegaray y desembocará finalmente en la comedia benaventina. La alta comedia continua con algunos tópicos románticos. Los personajes están poco desarrollados psicológicamente y la repetición de caracteres hace que se estereotipen. Son obras de carácter moralizante en las que siempre hay un final feliz. Continúa, por tanto, la tradición pedagógica de la comedia moratiniana. La pretensión de sus creadores es “fundir la mayor belleza ética con la mayor belleza dramática”. Es un teatro donde lo fundamental es expresar una ideología, a la que se supeditan conflictos y personajes. Los temas predilectos de la alta comedia son la más cumplida expresión del nuevo estado moral traído por el cambio económico.
Autores: López de Ayala, José de Echegaray y Manuel Tamayo y Baus.
Los géneros musicales tales como la zarzuela, la ópera bufa, la revista y el sainete gozaron de gran éxito.

3. LA POESÍA

En la poesía intimista postromántica destacaron los dos “románticos rezagados” que estudiamos en el bloque anterior: Bécquer y Rosalía de Castro.

La mentalidad burguesa y realista no favoreció el desarrollo del lirismo: la poesía no es tanto expresión del individuo como exaltación de los valores familiares y religiosos de esta clase. Las tendencias típicas del momento son:

Poesía realista antirretórica: se caracteriza por un lenguaje prosaico alejado del Romanticismo. Su principal representante es Ramón de Campoamor, que defiende un lenguaje claro y sencillo que acerque la poesía a la prosa. En su obra destacan Humoradas y Pequeños poemas.
Poesía realista grandilocuente: enlaza con el Neoclasicismo y su principal representante es Gaspar Núñez de Arce, que compone poemas con un lenguaje cercano a la oratoraria política del momento. Citaremos Gritos del combate (1875).



 


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