domingo, 22 de enero de 2017

2BC TEMA 3. LITERATURA. LA POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 27.



TEMA 3. LA POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 27
Contexto histórico.
Los “felices veinte” constituyen una época de relativa tranquilidad en toda Europa, tras la Primera Guerra Mundial, que propició el desarrollo de una intensa vida cultural y la experimentación de nuevas formas artísticas. En España, el golpe de estado de Primo Rivera supuso el comienzo de una dictadura que gozó del consenso popular: el desarrollo económico y la paz social marcan este primer momento. Pero cuando pasa esta euforia económica vuelve de nuevo el descontento. Los años treinta se abren con una crisis económica y social que deriva de la crisis económica mundial de 1929. Así, en 1931 se proclama la República. Es el momento conocido como bienio progresista, pero el gobierno se desgastó y la derecha se hizo con el poder en 1933. Su reacción contra las medidas del gobierno anterior provocó una revolución popular que preparó el triunfo de un Frente Popular de izquierdas y el posterior golpe militar de derechas. El alzamiento nacional supuso el comienzo de la Guerra Civil (1936-1939) y un paréntesis de varios años para la vida cultural del país.

La Generación del 27.
El conjunto de poetas que se escalonan desde Salinas a Altoaguirre ha recibido muchos nombres en la historia de la literatura: Generación del 27, Nietos del 98, Generación de la amistad, Gneración de la Revista de Occidente… Nosotros usaremos el de Grupo poético del 27, año del acto conmemorativo del tercer centenario de la muerte de Góngora que organiza el Ateneo de Sevilla. Por la gran afinidad entre ellos, pronto constituyeron un grupo de auténticos amigos que, aun careciendo de un programa común, sintieron el mismo deseo de pureza y de renovación lírica. La Residencia de Estudiantes, con sus tertulias y actividades culturales, el Centro de Estudios Históricos y los cafés madrileños, fueron punto de encuentro y enriquecimiento para todos ellos.
Profesores universitarios y escritores como Alejandro Casona o F.García Lorca, que con la compañía teatral “La Barraca” quiso dar a conocer nuestro teatro clásico por toda España, tomaron pronto medidas para acercar la cultura al pueblo.
Colaboraron además en las mismas revistas. Las más importante fueron la Revista de Occidente, que publicó varios libros fundamentales del grupo, y La Gaceta Literaria, pero hubo muchas más: Litoral (fundada por Altoaguirre y Prados), Verso y prosa, Cruz y raya (dirigida por Bergamín)o Caballo Verde para la poesía (dirigida por Neruda)
Sin embargo, la Guerra Civil sumió al país en el dolor y terminó con esta intensa vida literaria y cultural, de ahí que, a excepción de Lorca, muerto en 1936, y V. Aleixandre, Gerardo Diego y Dámaso Alonso, que permanecieron en España, los demás marcharon durante o al finalizar la contienda al exilio al igual que otros muchos intelectuales. Esta partida supone un giro artístico en su producción: la rehumanización, que ya se había abierto en los años 30.
Los poetas del 27, aunque en conexión y dependencia respecto los movimientos vanguardistas europeos, no extremaron la posición novedosa y conjugaron en sus obras tradición y revolución (vanguardia), desarrollándose a su modo. Respecto a la Vanguardia, bebieron de la influencia de varios ismos, pero nos centraremos en la influencia del Surrealismo, Creacionismo y Ultraísmo. De la generación precedente, Juan Ramón Jiménez servirá de faro a los que cultivaron la poesía pura; de la poesía de Ramón Gómez de la Serna, que con sus greguerías había abierto el camino de la Vanguardia, recogerán el uso de la metáfora y la tendencia lúdica y evasiva; y Ortega y Gasset será en mentor y defensor de estos jóvenes renovadores de la poesía que vieron publicadas sus obras en la Revista de Occidente y que habían leído con entusiasmo La deshumanización del arte. De la tradición literaria española, junto a Góngora, debido al carácter deshumanizado de gran parte de su obra y de la importancia que en ella adquiere lo conceptual sobre lo emotivo, y a los poetas gongorinos, se sintieron atraídos por la obra de Manrique, Garcilaso, Fay Luis, San Juan, Quevedo o Bécquer. Especial interés suscitó Lope de Vega, sobre todo por sus poemillas de corte popular.

La poesía de la Generación del 27
Calificada esta etapa como segunda “Edad de Oro” de la literatura española, la mayoría de los poetas cambiaron su modo de hacer poesía a lo largo de 40 años aunque algunos, como Guillén, fueran fieles a una línea determinada. A pesar de la heterogeneidad dentro del grupo, a grandes rasgos se aprecia una evolución paralela que parte de la intrascendencia de la Vanguardia para llegar, después de varias fases, a un compromiso humanizado o político. En una primera etapa que se prolonga más o menos hasta 1928 ó 1929, se aprecia en ellos un afán de pureza y desnudez, que le vino de la mano de Juan Ramón Jiménez, que les lleva al cultivo de una poesía en la que están ausentes lo narrativo y la hojarasca retórica. Perfección técnica, depuración expresiva o desdén por lo demasiado humano (aunque sólo en teoría). Consideraban el poema como obra artística autónoma y autosuficiente, y sintieron el anhelo de precisión y exactitud léxica. Fueron acusados en sus comienzos de herméticos y fríos debido a la contención en la expresión del sentimiento y el intelectualismo, pero el propio Guillén apostó por el poema “con poesía y otras cosas humanas”, y su predilección por la poesía popular (tan impregnada de “impurezas sentimentales”) los aleja de la pureza extrema. Al matizar la influencia de las vanguardias con la herencia de la poesía moderna posterior al Romanticismo (Bécquer, Darío, Machado o Juan Ramón) sintetizaron en los poemas material sentimental con material conceptual, por lo que nunca llegaron a considerarse deshumanizados o puros.
Toda esta síntesis de influencias se aprecia también formalmente (métrica y estrofas). Tras los experimentos vanguardistas, en los que prefirieron el verso libre, el verso blanco y el versículo, a partir de 1925 aumenta el uso de estructuras métricas tradicionales como el soneto, la décima, la canción, el romance o el villancico, que se renuevan al verter en ellas una temática e ideología modernas (como las famosas décimas de Guillén o el Romancero gitano de Lorca).
Sintieron predilección por el poema breve, en el que convergieran tradición y modernidad, y experimentaron con estructuras exóticas como el haiku, que trata de describir de forma brevísima una escena, vista o imaginada.
En cuanto al lenguaje poético, la metáfora y la imagen son los recursos fundamentales de evocación y asociación. Distinguieron entre realidad poética y realidad objetiva: la poesía crea un mundo independiente o revela la esencia que hay bajo lo real.
Sintieron atracción por el objeto cotidiano, que adquiere entidad poética.
La influencia del Surrealismo será fundamental en ellos a partir de la publicación del Manifiesto surrealista de Bretón. Lo adaptaron y combinaron (el Surrealismo) con el humor y lo grotesco de la poesía popular. Algunos autores acogen el Surrealismo en sus poemas con imágenes oníricas y violentas y con la exploración del subconsciente con cierto tono angustioso. La imaginación, los procesos oníricos, el humor corrosivo, la pasión erótica e incluso la crueldad son instrumentos para luchar contra la cultura burguesa y la hipocresía de un orden moral establecido. Normalmente las obras que reflejan esta corriente son resultado de una crisis personal de los poetas, ya que encontraron la posibilidad de expresar con este nuevo lenguaje sus conflictos íntimos y su rechazo a unas normas sociales caducas. Tiene, dos vertientes: como innovación poética puede conducir a un arte de preocupación social; como refugio o evasión, se manifiesta en la distorsión lingüística.
A partir de loa años treinta se siente la profunda crisis histórica y la poesía se va rehumanizando, se funden de nuevo arte y vida y vuelve la poesía de compromiso social (el poeta siente que su poesía debe estar al servicio de fines sociales). Esta rehumanizaión es el resultado de la expresión abierta de los problemas íntimos, de la tendencia a alejarse de los postulados del purismo y de prestar mayor atención al mundo contemporáneo.
Tras un primer momento, que corresponde a la primera producción del grupo, en el que bajo la influencia de las vanguardias se concibe la poesía como antirrealidad, como creación de un mundo nuevo, a partir de 1929 aproximadamente y coincidiendo con la crisis de personalidad de varios autores del grupo, la poesía pasa a ser un instrumento de comunicación intersubjetiva y de reforma moral de la sociedad.

Corrientes literarias más destacables.
Neopularismo.
Se trata de una poesía popular actualizada que vuelve los ojos a los poetas anónimos del Romancero viejo y del Cancionero tradicional. A la cabeza de esta corriente están:

Federico García Lorca. Esta corriente abarca su obra Libro de poemas, Canciones, Poema del cante jondo y Romancero gitano. Con ellas penetra en las entrañas andaluzas para destacar lo hondo y profundo de esta región, no lo pintoresco. En Romancero gitano destacan las metáforas, el sensualismo y la transformación por vía poética del maltratado pueblo gitano. Exalta la dignidad de esta raza marginada y perseguida e ilustra el tema del destino trágico que aparece en toda su obra: sus personajes son seres al margen de un mundo convencional y hostil y por ello marcados por la frustración y abocados a la muerte. Es el punto más alto de la fusión de lo culto, incluso lo vanguardista, y lo popular. Tras esta obra, Lorca dará un giro al Surrealismo.

Rafael Alberti. En sus obras Marinero en tierra, La amante y El alba de alhelí compone canciones en las que se mezclan inspiración popular (estilo nominal, paralelismos, concisión, condensación expresiva a través de la elipsis, sencillez léxica...) y expresión culta. En todas ellas expresa en poemas cortos y sugerentes la nostalgia de un paraíso perdido lejos del mar. Nunca abandonó del todo el neopopularismo pero tras El alba de alhelí compone obras que se inscriben en otras corrientes del momento como el neogongorista Cal y canto o el surrealista Sobre los ángeles. Recuperará el neopopularismo en 1954 con sus Baladas y canciones del Paraná.

Poesía pura.
Jorge Guillén. Compone Cántico como expresión jubilosa de la realidad y del hombre. Su tema, la afirmación del ser y del vivir. Es un libro de poesía pura, pero después de sucesivas ampliaciones e incorporaciones de poemas, se observa en ellos una vena de sentimiento y humanidad: consigue un equilibrio entre emoción e inteligencia mediante la expresión contenida y refrena del sentimiento. La luz se convierte en palabra fundamental en su poesía. Sus décimas constituyen modelos de impecable perfección. Después vendrán Clamor y Homenaje.

Pedro Salinas. Supera con La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento libros anteriores como Seguro azar y Fábula y signo. La voz a ti debida es un extenso poema amoroso que relata una historia personal y vivida desde la pasión, pasando por la unión plena, hasta el umbral de la separación, dado que la ruptura tiene lugar el Razón de amor. Se trata de un amor intelectualizado cuyo objeto puede ser la mujer o la propia poesía. Tras estas obras su poesía no cambia sustancialmente, aunque en El contemplado se abre más allá de su mundo íntimo. Entre los rasgos de su obra: intelectualismo y un permanente diálogo mediante el que los interlocutores profundizan en sí mismos y en sus contrarios y se enriquecen mutuamente. La poesía se convierte en la forma de acceder a la esencia de la realidad.

Surrealismo.

En Federico García Lorca la experiencia surrealista llega tras un cansancio del neopopularismo y un viaje a NY con Poeta en Nueva York, en el que nos ofrece una visión negativa de la ciudad y el rechazo a una civilización mecanizada que destruye la libertad del hombre y lo auténtico humano, aunque junto a ella exprese la fascinación que le produce la mezcla de razas, el cine, el jazz..., mediante elementos oníricos, de forma dislocada, sin apenas nexos lógicos. La métrica es variada, aunque esta obra revela su maestría en el uso del verso libre. Otra obra de esta corriente es el poema elegíaco Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, en el que nos presenta en una atmósfera irreal a una figura mítica que la muerte arrastra a la nada desde la cogida del toro hasta la muerte del espíritu.

Rafael Alberti compone como resultado de una crisis espiritual, religiosa, amorosa y estética Sobre los ángeles, en la que el surrealismo es vía de expresión de sus obsesiones, angustias y contradicciones internas, y en la que los ángeles son objetivaciones poéticas de fuerzas oscuras que le oprimen y a cuyo arbitrio se encuentra. Al final el poeta acepta el proceso como una experiencia vital aleccionadora.

Vicente Aleixandre se dio a conocer con una obra de tono tradicional, Ámbito, pero tras la lectura de Freud dará un giro al Surrealismo con Pasión de la tierra, poemas en prosa en los que expresa su deseo de fundirse con la naturaleza, lo que le lleva a la defensa de lo elemental, lo desnudo, lo auténtico, y a atacar las normas y trabas sociales que limitan la libertad y los impulsos espontáneos del hombre. Comparte el dolor del universo pero también el goce de la vida, a la que desea libre de inhibiciones. En Espadas como labios y La destrucción o el amor el amor aparece como fuerza destructora que paradójicamente conduce a la fusión con lo cósmico. Destacan la presencia de elementos oníricos y una expresión afectada de ilogicismo. En Sombra del paraíso, ya después de la guerra, su poesía se hace más clara y comunicativa.

Luis Cernuda. Dentro de las varias etapas de su obra recogida en el volumen La realidad y el deseo, el Surrealismo ocupa la segunda de ellas con obras como Un río, un amor y Los placeres prohibidos. El Surrealismo le ofrece una puerta abierta para expresar sin inhibiciones su mundo interior (amor, nostalgia, insolidaridad..., sentidas como un romántico) y su rebeldía frente a las convenciones sociales y artísticas.

Otros poetas.
Autores como Gerardo Diego, Emilio Prados o Manuel Altoaguirre son difíciles de clasificar debido a la heterogeneidad de su obra.

Gerardo Diego. Su obra sorprende por su inusitada variedad de temas, de tonos y de estilos. En síntesis presenta dos direcciones: la poesía de vanguardia y la poesía “clásica” o “tradicional”. Ambas han sido cultivadas paralelamente por el autor, aunque con un progresivo dominio de la segunda. Su primer libro, El romancero de la novia, está impregnado aún de tono becqueriano, pero este año empiezan ya sus experimentos de vanguardia: destaca como representante español del Creacionismo. Así en Imagen y Manual de espumas. A la misma línea vanguardista corresponde la Fábula de Equis y Zeda. Y por los mismos años también prosigue su obra de corte tradicional: Versos Humanos, SoriaViacrucis o Versos Divinos... Una de sus mejores obras será Alondra de verdad.

Emilio Prados. Sus comienzos están marcados por un doble signo: las formas populares y la influencia de Juan Ramón. Así en los poemas que van de Tiempo a Cuerpo perseguido. También hay en él una etapa surrealista que coincide con un momento de crisis: La voz cautiva y Andando, andando por el mundo. Sigue una breve etapa de poesía política con obras como Llanto en la sangre o Cancionero menor para los combatientes. En el exilio se hace punzante su nostalgia de la tierra española. En Jardín cerrado se encierra en su intimidad y ahonda en los problemas existenciales.

Dámaso Alonso sigue una trayectoria muy diferente a los demás. Inicia su obra con Poemas puros, que le revelan como un “pionero” de la poesía pura. Pero su obra más importante ya es posterior a la Guerra Civil, Hijos de la ira, poesía existencial que supone en realidad una autobiografía espiritual del poeta, la más desnuda confesión de su desamparo, a la vez que un grito de protesta contra el odio, la injusticia y la podredumbre.

Manuel Altoaguirre declaró que la poesía es una fuente de conocimiento. Junto a su gracia andaluza cantar al amor, la soledad o la muerte con tonos “románticos”. No se hallan en su obra huellas de la deshumanización o audacias vanguardistas.

Miguel Hernández no puede clasificarse como miembro del Grupo poético del 27, pero su corta vida de 1910 a 1942 hace difícil su inclusión en cualquier movimiento. En 1933 publica su primera obra importante Perito en lunas como aprendizaje de técnicas modernas. Comienza su poesía amorosa que evoluciona hasta El rayo que no cesa que supone su consagración, de tono neopetrarquista. En su poesía toca temas como la religión, el amor y otros de carácter existencial. También encontramos en su creación la vertiente de poesía social motivada por los acontecimientos de la guerra como se refleja en Viento del pueblo y en El hombre acecha.

Con la Guerra Civil y la posterior Guerra Mundial, los poetas del 27 fueron zarandeados por los acontecimientos, llevados al exilio o asesinados, como Lorca. Pero no podían menos que hacerse eco angustiado de las circunstancias y denunciar a través de sus versos. Muestra de esta protesta e indignación son obras como Clamor de Guillén o la posterior Hijos de la ira de Dámaso Alonso.

CONTENIDO NO EXIGIDO EN LA PRUEBA PAU.
Novela de la generación del 27.
Desde tiempo atrás, el género de la novela se encontraba en crisis porque las posibilidades que brindaba a comienzos del siglo XX el canon realista-naturalista eran ya muy escasas. Los novelistas del 98 habían intentado otra novela, Miró y Pérez de Ayala, por su parte, continúan el intento que culmina en cierto modo en Ramón Gómez de la Serna. Tales son los antecedentes españoles de los novelistas del grupo Nova Novorum , así llamados por la colección que sacó algunos de sus libros. Fueron ellos, junto a diversos ensayistas, periodistas y críticos los cultivadores de la prosa de la Generación del 27.
Hay una serie de novelistas que cultivan el humorismo ramoniano y ofrecen en sus relatos una presentación dislocada de la trama y de los personajes. Así, Jardiel Poncela sorprende al lector dejando en sus novelas páginas en blanco (porque en ese momento los personajes guardan silencio) o jugando con el formato (por ejemplo reduce el tamaño de la letra para indicar que los personajes hablan en voz baja) y la disposición tipográfica. También cultivaron este tipo de novelas Mauricio Bacarisse, Antonio Espina, Pedro Salinas y Benjamín Jarnés.
Bacarisse evolucionó desde el Modernismo al arte de Vanguardia. Entre sus obras destaca Los terribles amores de Agliberto y Celedonia , caracterizada por el propio autor como relato erótico-burlesco en el que pretende demostrar la supremacía de la sugestión verbal y la superioridad de los mitos de la realidad sobre los de la fantasía.
Antonio Espina es ejemplo del escritor ingenioso, de humor desgarrado y chocante. Importante biógrafo, mostró sus dotes narrativas en Pájaro Pinto (conjunto de seis relatos) y Luna de copas y defendió la superación de la realidad por vía de la fantasía.
La excelente prosa narrativa de Pedro Salinas nos ha dejado obras como Vísperas del gozo (conjunto de relatos), Volverla a ver y Mundo cerrado. Crea personajes que esperan que ocurra un hecho pero en circunstancias imprevisibles que provocarán un goce estético o intelectual, nunca carnal. Abundan las comparaciones, los epítetos y las imágenes.
Benjamín Jarnés rechaza el tipo de novela que reproduce la realidad sin más. Admira de sus contemporáneos a Azorín y a Miró por la elegancia al primero y por la sensualidad al segundo. Escribió novelas de escasa peripecia, con pocos personajes y situaciones inverosímiles. Predominan en su lengua juegos de ingenio, metáforas al modo ramoniano y digresiones. Destacan sus novelas Mosén Pedro y Teoría del zumbel.
Teatro de la Generación del 27.
A partir de 1926 se produce en España un teatro distinto del imperante consecuencia de la necesidad de renovación dramática. Este momento abarca desde el estreno de Tic-tac de Claudio de la Torre hasta el estreno de Escaleras de Gómez de la Serna.
En 1927 García Lorca estrena Mariana Pineda en verso, a la que siguieron tres farsas en prosa (Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín, La zapatera prodigiosa y El Retabillo de Don Cristóbal); en su etapa neoyorquina y surrealista escribe Así que pasen cinco años y El público, pero el teatro de Lorca que triunfa se corresponde con sus tragedias rurales Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. En ellas Lorca pinta personajes desgarrados por hondas pasiones que los llevan al desenlace trágico.
El primer estreno de Rafael Alberti fue El hombre deshabitado de atmósfera marcadamente surrealista. En la época del exilio destacan Noche de guerra en el Museo del Prado y El adefesio.



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