TEMA
3. MODALIDADES DISCURSIVAS I. LA DESCRIPCIÓN Y LA NARRACIÓN.
TEXTOS DESCRIPTIVOS
CONCEPTO:
Describir
es representar cosas o personas por medio del lenguaje, explicando sus partes,
cualidades o circunstancias. Es decir, representamos lingüísticamente el mundo
real o imaginado, expresamos la manera de percibir el mundo a través de los
sentidos y a través de nuestra mente que recuerda, asocia, imagina e
interpreta.
El contenido de la descripción responde a preguntas del tipo
¿Qué es? ¿Cómo es? ¿Qué partes tiene? ¿Para qué sirve? ¿Qué hace?...
La descripción puede ser la modalidad discursiva dominante
de un texto (informe médico, tratado de botánica, presentación de vinos...),
pero en gran cantidad de textos aparece como secuencia combinada o incrustada.
En el ámbito literario forma parte sustancial de los relatos: junto con la
secuencia narrativa y la dialogal es parte esencial de la representación del
mundo de ficción; junto con la secuencia expositiva y argumentativa, aparece en
textos científicos y didácticos. Atendiendo a diferentes criterios, podemos
clasificar las descripciones:
Podemos clasificar los textos descriptivos atendiendo a
distintos criterios:
Según
la actitud del hablante
Objetiva: fin utilitario, se
intenta reproducir la realidad tal como es. El autor no da su opinión personal:
se limita a exponer las cualidades del objeto descrito. Predominio de la
función representativa o referencial.
Subjetiva: fin estético o literario. El autor mezcla la
información sobre lo descrito con valoraciones e interpretaciones propias.
Predominio de las funciones expresiva y poética. Puede ser estática ( el autor
nos ofrece el aspecto de las cosas de manera estática, como si, inmovilizadas,
permanecieran fuera del tiempo) o dinámica (no de trata de fijar una imagen
sino de ofrecer una visión viva y animada).
Según el propósito de la descripción (convencer, informar,
conmover, criticar...), predominará una u otra función de la lengua:
Referencial:
si lo
importante es lo que se describe, el referente.
Expresiva: si el emisor describe
sentimientos implicándose emocionalmente.
Apelativa: puede haber una
intención apelativa, por ejemplo, en publicidad, pues se pretende persuadir e
inducir al receptor para que haga algo.
Función
estética o poética:
si más que lo que describe destaca el cómo está descrito, es decir, la imagen
que de lo descrito está creando el lenguaje con el uso de ciertos recursos
expresivos que llaman la atención sobre el propio código.
Según
el objeto de la descripción:
-personas
o personajes:
Autorretrato:
si el
retratado es el propio autor de la descripción.
Prosopografía: descripción de rasgos
físicos (externos) de personas.
Etopeya: descripción de la
psicología, el carácter o la conducta de las personas.
Retrato: descripción exterior e
interior de personas.
Caricatura: descripción de una
persona de la que se deforman sus rasgos.
-lugares, paisajes o ambientes:
Topografía
-sensaciones
-objetos: se incluyen
generalmente sus partes, sus características y los rasgos que los definen.
Según
la intención comunicativa:
-Técnica: finalidad práctica.
Presenta las características del objeto con la intención de instruir al
receptor. Está muy próxima a la exposición. Con ella comparte además la
descripción técnica su objetividad (léxico denotativo, adjetivación
especificativa), su precisión y su claridad. Aparece en textos expositivos de
carácter científico, histórico, sociológico, manuales... Terminología
específica (tecnicismos) símbolos lógicos y cifras.
—Literaria: se
caracteriza por su subjetividad y su expresividad. Predomina la finalidad
estética sobre la informativa y práctica. El lenguaje es connotativo y está
cargado de imágenes y otras figuras retóricas.
Características
lingüísticas de la descripción:
—Estilo nominal: predominio de adjetivos (especificativos,
explicativos o epítetos) y sustantivos.
—Los verbos más frecuentes son los existenciales (haber,
ser) y los de estado (estar, permanecer, quedarse) en descripciones
estáticas y verbos de movimiento en descripciones dinámicas. Estos verbos forman
el conjunto de unidades que sirven para presentar las entidades y sus rasgos.
Suelen aparecer en presente y pretérito imperfecto que tienen aspecto
imperfectivo.
—Sintaxis: predomina la yuxtaposición y la
coordinación.
—Estilo figurado: en las descripciones literarias
aparecen numerosos recursos expresivos.
PRÁCTICA
DE TEXTOS DESCRIPTIVOS
Realiza un comentario de texto indicando: a)
tema; b) características lingüísticas y
estilísticas más sobresalientes; c) qué tipo de texto es.
[PARTÍCULAS
ELEMENTALES. PROPIEDADES FUNDAMENTALES]
Todas las partículas elementales (p.e.) son objetos de masas
y dimensiones extremadamente pequeñas. La mayor parte de las partículas tienen
masas del orden de la masa del protón, igual a 1,6.10-24 g. (entre
las partículas con masa no nula, resulta bastante menor sólo la masa del
electrón: 0,9.10-27 g.). Las dimensiones del protón, pion y otros
hadrones son del orden de 10-13 cm. y las del electrón y el muon no
se han determinado, pero son menores que 10-16 cm. Las masas y las
dimensiones microscópicas de las p.e. ocasionan la específica forma cuántica de
su comportamiento. Las longitudes de De Broglie de las p.e., por lo general,
son comparables o mayores que sus dimensiones típicas. De acuerdo con esto las
regularidades cuánticas son determinantes en la conducta de las p.e.
(M.
Projórov, dir., Diccionario enciclopédico de la Física, Ed. Mir, 1996)
EL
SOMBRERO DE TRES PICOS, PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN.
El
tío Lucas era más feo que Picio. Lo había sido toda su vida, y ya tenía cerca
de cuarenta años. Sin embargo, pocos hombres tan simpáticos y agradables habrá
echado Dios al mundo. Prendado de su viveza, de su ingenio y de su gracia, el
difunto obispo se lo pidió a sus padres, que eran pastores, no de almas, sino
de verdaderas ovejas. [...] Fuele tan fácil al tío Lucas rendir el corazón de
la señá Frasquita, como fácil le había sido captarse el aprecio del general y
del prelado. La navarra, que tenía a la sazón veinte abriles, y era el ojo
derecho de todos los mozos de Estella, algunos de ellos bastante ricos, no pudo
resistir a los continuos donaires, a las chistosas ocurrencias, a los ojillos
de enamorado mono y a la bufona y constante sonrisa, llena de malicia, pero
también de dulzura, de aquel murciano tan atrevido, tan locuaz, tan avisado,
tan dispuesto, tan valiente y tan gracioso, que acabó por trastornar el juicio,
no sólo a la codiciada beldad, sino también a su padre y a su madre.
Lucas
era en aquel entonces, y seguía siendo en la fecha a que nos referimos, de
pequeña estatura (a los menos con relación a su mujer), un poco cargado de
espaldas, muy moreno, barbilampiño, narigón, orejudo y picado de viruelas. En
cambio, su boca era regular y su dentadura inmejorable. Dijérase que sólo la
corteza de aquel hombre era tosca y fea; que tan pronto como empezaba a
penetrarse dentro de él aparecían sus perfecciones, y que estas perfecciones
principiaban en los dientes. Luego venía la voz, vibrante, elástica, atractiva;
varonil y grave algunas veces, dulce y melosa cuando pedía algo, y siempre
difícil de resistir. Llegaba después lo que aquella voz decía: todo oportuno,
discreto, ingenioso, persuasivo... Y, por último, en el alma del tío Lucas
había valor, lealtad, honradez, sentido común, deseo de saber y conocimientos
instintivos o empíricos de muchas cosas, profundo desdén a los necios,
cualquiera que fuese su categoría social, y cierto espíritu de ironía, de burla
y de sarcasmo, que le hacían pasar, a los ojos del académico, por un don
Francisco de Quevedo en bruto.
LA
REGENTA, LEOPOLDO ALAS CLARÍN.
La
heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba
las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles
no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos,
pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en
esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que
el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas
migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón,
parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas,
dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de
los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas, y
había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para
días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.
Vetusta,
la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del
cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y
familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la
esbelta torre en la Santa Basílica. La torre de la catedral, poema romántico de
piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne, era obra
del siglo diez y seis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero, cabe
decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las
vulgares exageraciones de esta arquitectura. La vista no se fatigaba
contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo; no era
una de esas torres cuya aguja se quiebra de sutil, más flacas que esbeltas,
amaneradas, como señoritas cursis que aprietan demasiado el corsé; era maciza sin
perder nada de su espiritual grandeza, y hasta sus segundos corredores,
elegante balaustrada, subía como fuerte castillo, lanzándose desde allí en
pirámide de ángulo gracioso, inimitable en sus medidas y proporciones. Como haz
de músculos y nervios la piedra enroscándose en la piedra trepaba a la altura,
haciendo equilibrios de acróbata en el aire; y como prodigio de juegos
malabares, en una punta de caliza se mantenía, cual imantada, una bola grande
de bronce dorado, y encima otra más pequeña, y sobre esta una cruz de hierro
que acababa en pararrayos.
TEXTOS NARRATIVOS
CONCEPTO: Consiste en contar o relatar sucesos, historias que se
suceden en el tiempo. Narramos para informar, para cotillear, para persuadir,
para divertir, para entretener... Se puede combinar con cualquier otro tipo de
organización del discurso (diálogos, descripciones, explicaciones, etc.)
Las narraciones se
pueden clasificar en:
-Literarias: se cuentan unos hechos o acontecimientos de
forma artística y elaborada.
-No literarias: se utiliza
constantemente en la vida cotidiana con los más diversos fines:
informar, informar para influir sobre el receptor, compartir experiencias,
sensaciones...
Rasgos lingüísticos
-Formas verbales: predominan los verbos en tiempo pasado:
indefinido (acciones puntuales terminadas), pretérito perfecto compuesto
(acciones pasadas que continúan en el presente o que han sucedido en un pasado
cercano), pluscuamperfecto (acción pasada anterior a otra acción pasada)y
pretérito imperfecto ( momentos descriptivos o de presentación de marco de la
acción). Se emplea también con frecuencia el presente histórico: uso del
presente de indicativo como pasado para acercar los hechos al momento en que se
cuentan. Lo encontramos en narraciones históricas, resúmenes de relatos,
narraciones dentro de una conversación espontánea..., y en general aquellas
narraciones en las que se pretende dar más visos de realidad a lo que se cuenta.
-Conectores: fundamentalmente se utilizan conectores
temporales: entonces, después, desde que, al día siguiente, etc.
Elementos de la narración
1. Los personajes
Son los que realizan las
acciones que relata el narrador. Hay distintos tipos de personajes:
-protagonista: lo que hace, o lo que le sucede, es lo que centra el
interés del narrador. En muchos relatos se trata de alguien que pretende
conseguir alguna cosa o resolver algún problema; entonces puede aparecer
también otro personaje:
-el antagonista, que es el personaje que se opone a las acciones del
protagonista e intenta que no consiga su propósito.
-secundarios: los demás personajes que intervengan en la historia
acompañando a los anteriores y participando en la acción son los personajes
secundarios.
El protagonista puede
ser individual, como Lazarillo de
Tormes, o colectivo, como la ciudad
de Vetusta en La Regenta o el pueblo
de Fuenteovejuna.
Según su caracterización
pueden ser planos, es decir, no
evolucionan ni representan conflictos psicológicos, siempre actúan como se
espera de ellos, como los héroes épicos; o redondos,
representan conflictos psicológicos propios de los seres humanos, no pueden
describirse de una vez, evolucionan a lo largo del relato y su mundo interior
es muy complejo, como Jaime Lannister en Juego
de Tronos.
2. La acción narrativa
En todo texto narrativo
se cuenta una historia: serie de acontecimientos que están relacionados entre
sí y que han sucedido en un determinado orden.
Pero una misma historia
puede ser contada de formas muy distintas y dar lugar a narraciones diferentes.
Compremos el anterior relato de la historia de San Francisco y el leproso con
el siguiente:
San Francisco baja de su caballo, abraza al pobre leproso,
besa sus llagas y le llama: “¡Hermano!”. El leproso se lo agradece con una
sonrisa luminosa que le hace a San Francisco sentir su corazón, ahora sí,
aliviado. Se había cruzado con él momentos antes, y le había dado unas monedas,
sólo monedas, como limosna. Y se había marchado. Pero reflexionó y volvió sobre
sus pasos.
San Francisco monta de nuevo y sigue su camino. Cuando se vuelve
para saludar con la mano al leproso, este ya no está. En su lugar ha florecido
una rosa.
La historia es la misma
pero el orden en que se narran los acontecimientos es distinta: ahora el cuento
comienza con el abrazo, y lo que había sucedido antes se narra como para
explicar la razón por la que el personaje se comporta así. La estructura de la
acción narrativa es diferente. La
estructura de la acción es la peculiar manera en la que en un relato
concreto se han organizado los acontecimientos que constituyen la historia.
En un relato la acción
está constituida por episodios. En este distinguimos claramente tres que
coinciden con cada uno de los párrafos: la limosna, el abrazo y la mágica
transformación del leproso en una rosa. En una narración más larga los
episodios pueden ser más largos.
El orden de estos
episodios depende del sentido del texto, es decir, de qué pretenda decirnos el
narrador. Pero siempre es posible distinguir, al menos, una situación inicial y
una situación final. Los sucesos que ocurren y los actos que realizan los
personajes son los que hacen pasar de la una a la otra.
A este esquema básico de
situación inicial-actos de los personajes-situación final corresponde un tipo
de habitual en muchos relatos: planteamiento, nudo y desenlace.
-planteamiento: se
cuenta quiénes son los personajes, a veces dónde y cuándo sucede la historia y
cuál es el problema o conflicto que se les afecta.
-nudo: se desarrolla ese conflicto narrando todo lo que los
protagonistas hacen para lograr su propósito o resolver su problema. En los
relatos largos suele ser la parte más extensa: múltiples episodios que se van
encadenando.
-desenlace: o episodio final, se narra cuál es el
resultado, es decir, si el personaje alcanza o no lo que se propone.
No todos los textos
narrativos se ajustan a este esquema. Un relato que comienza directamente en la
mitad del asunto se denomina “in medias res”, que es lo que sucede, por
ejemplo, en Lazarillo de Tormes. A
veces se comienza directamente por la situación final, para contar más tarde
qué es lo que ha llevado a ese desenlace. Es la llamada narración “in extrema
res”, que es lo que sucede, por ejemplo, en el cuento de William Faulkner, Una rosa para Emilia. Comienza con el
funeral de la señorita Emilia Grierson, a continuación se cuenta la vida de
este personaje para, finalmente, volver al funeral y al descubrimiento que se
produce al curiosear en la casa de la difunta.
Cuando murió la señorita Emilia Grierson, casi toda la
ciudad asistió a su funeral; los hombres, con esa especie de respetuosa
devoción ante un monumento que desaparece; las mujeres, en su mayoría, animadas
de un sentimiento de curiosidad por ver por dentro la casa en la que nadie
había entrado en los últimos diez años, salvo un viejo sirviente, que hacía de
cocinero y jardinero a la vez. […]
El negro recibió en la puerta principal a las primeras
señoras que llegaron a la casa, las dejó entrar curioseándolo todo y hablando
en voz baja, y desapareció. Atravesó la casa, salió por la puerta trasera y no
se volvió a ver más. Las dos primas de la señorita Emilia llegaron
inmediatamente, dispusieron el funeral para el día siguiente, y allá fue la
ciudad entera a contemplar a la señorita Emilia yaciendo bajo montones de
flores, y con el retrato a lápiz de su padre colocado sobre el ataúd,
acompañada por las dos damas sibilantes y macabras.
En otras ocasiones el
autor prefiere no contarnos cuál es el desenlace de la historia, dejando que
sea el lector el que se imagine cómo termina; es lo que se llama final abierto.
Un ejemplo sería el siguiente cuento:
Una misteriosa noche de invierno en que llovía sin parar, se
me ocurrió bajar al sótano de mi casa en busca de una estufa, pues el ambiente
se volvía cada vez más frío por la humedad reinante. Ya abajo, empecé a sentir
el sonido de un goteo ininterrumpido. Justo cuando agudicé el oído para definir
de dónde provenía, sentí unos pasos firmes, cuya fuerza retumbaba en la
oscuridad del lóbrego recinto. Nítidamente percibí que se acercaban cada vez
más. De pronto, se cerró la puerta de un solo golpe seco, estruendoso...,
entonces, me asusté.
Estuve horas atrapado. Cada vez que intentaba abrir, se
sentía un pisotón en la puerta y al rato una risa chillona. Luego de varios
intentos me cansé. En eso, vi que la manija se movía produciendo un chirrido
espeluznante. Traté de definir a quién pertenecía y me encontré con una cara
tan grande como pálida de pelo castaño, largo, unos ojos blancos como la nieve,
y una bocaza de labios chuecos con unos dientes negros y torcidos.
Del susto, grité con todas mis fuerzas y “eso” me tapó la
boca con su manaza, me golpeó, fue tan fuerte que me desmayé, desde ese momento
no tengo nada claro, solo esos ojos blancos...
3. El tiempo narrativo
Hay que distinguir entre
tiempo de la historia y del discurso (o de la narración).
-Tiempo de la historia.
¿Cuándo suceden los
hechos? Es frecuente que el narrador haga alguna indicación más o menos
concreta de la época o del momento: Ayer me pasó una cosa…; El año pasado…;
Hace mucho, mucho tiempo… En otros casos el lector puede deducir la época a
partir de cómo son los personajes, cómo visten, etc. Pero también puede suceder
que no se haga ninguna referencia al tiempo, porque se quiere que el relato
tenga una validez universal.
-Tiempo del discurso.
¿En qué orden se han
relatado los hechos? En una narración
lineal se cuentan en el mismo orden en que sucedieron, pero el narrador
puede alterar ese orden mediante
técnicas diferentes. Ya henos explicado el concepto de “in medias res” y “in
extrema res”. Además, si lo considera oportuno, el narrador puede introducir en
un determinado momento de la historia hechos que sucedieron mucho antes (retrospección, analepsis o flashback), que suceden más tarde (prolepsis o anticipación) o que están ocurriendo al mismo tiempo en otro lugar
(simultaneidad).
4. El espacio narrativo.
Está constituido por el
conjunto de referencias que el narrador hace al lugar o lugares donde suceden
los hechos. Éste puede ser único (como en el caso de la película Buried (Enterrado), que transcurre en un
ataúd de madera en el que el protagonista se encuentra sepultado, o variar de
un lugar a otro, como en el caso de El
Señor de los Anillos (la Comarca, Rohan, Gondor, Mordor).
En ocasiones el espacio
puede estar sólo indicado y en otras descrito por extenso. E este caso, se
contribuye e crear un determinado ambiente que produce diferentes sensaciones
en el lector.
Para concluir, podemos
decir que el espacio puede ser real (Lazarillo va de Salamanca a Toledo) o
imaginario (Gondor o Mordor); interior o exterior, etc.
5. El narrador
Es el elemento estructural de la narración, que consiste, en esencia,
en la mirada que contempla los hechos narrados y la voz que los cuenta. Autor y
narrador no son siempre la misma cosa. Lee detenidamente este breve cuento de
Navidad:
Era la primera vez que estaba colgada; las luces a mi lado
parpadeando, rojas, azules, amarillas, la sensación de ingravidez… y luego la
alegría en la cara de los niños, esas caras de narices grandotas cuando se
acercaban a mirarme…
Lo mejor de todo fue la mañana en que, con ojos de sueño,
abrieron los regalos primorosamente envueltos, todo lazos, colores, risas,
sorpresas.
Pero todo toca a su fin, con mucho cuidado me bajaron del
árbol junto con mis hermanas y ahora espero la próxima Navidad desde la
oscuridad de una caja de cartón.
Paloma Casado Marco: Memorias de una bola.
La autora se llama
Paloma Casado, pero la voz que narra la historia, el narrador, es la propia
bola, que habla de sí misma y de y todo lo que sucede se está contemplando
desde su punto de vista. El punto del
vista de la narración viene condicionado por los siguientes factores:
-Dependiendo de la participación del narrador en la
historia, podemos diferenciar entre:
a.
Narrador interno: el autor construye el relato
fingiendo que la historia la cuenta uno de sus participantes.
El
más frecuente es el protagonista (es
el propio personaje el que habla de sí mismo y de lo que le pasó). Este tipo de
relato se conoce como narración en
primera persona (narración autobigráfica). Es el caso del cuento anterior.
Pero
a veces el narrador no coincide con el personaje principal, sino con un
personaje secundario que da cuenta de lo que el protagonista hace: es el narrador testigo. Un narrador testigo sería, por ejemplo, Watson en la mayoría de
los relatos de Sherlock Holmes.
b.
Narrador externo: relata los
acontecimientos desde fuera, no participa de la acción por lo que no suele
hacer referencias a sí mismo. Se trata de relatos con narración en tercera persona, como La Regenta de Clarín.
-Dependiendo del conocimiento que el narrador tiene de
los hechos, hay dos tipos fundamentales:
a.
Omnisciente: conoce todos los
aspectos y detalles del mundo que crea: lo que piensan y sienten los
personajes, sus intenciones, su historia anterior e incluso lo que va a pasar
con ellos después. La mayoría de los narradores de las novelas realistas del
siglo XIX serían un ejemplo.
b.
Objetivista: sólo muestra lo que los
personajes hacen o dicen, es como si captara su conducta y sus palabras con una
cámara de vídeo. Éste fragmento sería un ejemplo:
Entonces una joven del laboratorio llamó
y entró. Vestía pantalones y blusa blanca, y llevaba una bandejita con cosas
que puso sobre la mesilla de noche. Sin decir palabra, sacó sangre del brazo
del niño. Howard cerró los ojos cuando la enfermera encontró el punto adecuado
para clavar la aguja.
Raymond Carver: Parece una tontería.
-dependiendo de cuándo el narrador cuenta los hechos
(tiempo del narrador), nos encontramos con:
a.
Narraciones en pasado: los hechos supuestamente
han sucedido con anterioridad.
b.
Narraciones en presente: los acontecimientos
están sucediendo en el mismo momento en que el narrador los cuenta (sería el
caso de las retransmisiones deportivas por radio y televisión).
c.
Narraciones en futuro: mucho más infrecuentes,
en las que el narrador cuenta los hechos como si aún no hubieran sucedido. Un
ejemplo es el siguiente fragmento del cuento de Carlos Donatucci Tiempo futuro:
Mañana iré a encontrarme con mi destino. Lo haré sin temor
alguno, como corresponde a una persona de coraje. Tomaré el colectivo para
dirigirme a la empresa que publicó el aviso de trabajo que tanto necesito. Me
sentaré en uno de los asientos de a uno, junto a la ventanilla, como suelo
hacerlo. Me quedaré irremediablemente dormido. Un hilo de baba caerá sobre mi
saco para desagrado de todos los presentes. Me despertaré y trataré de
limpiarlo con el pañuelo. No sé si lo lograré.
-dependiendo de si el
narrador opina o no de los hechos
que relata:
a.
Objetivo: se limita a contar lo
que los personajes hacen o dicen sin hacer valoración alguna.
b.
Subjetivo: interviene en algunos
momentos, a veces interrumpiendo el hilo del relato, para valorar y juzgar los
hechos y dar su propia opinión, con lo que condiciona la interpretación del
lector.
En los relatos la voz
del narrador alterna con la de los personajes (diálogo).
PRÁCTICA DE TEXTOS NARRATIVOS
Realiza un comentario de texto indicando: a)
tema; b) características lingüísticas y
estilísticas más sobresalientes; c) qué tipo de texto es.
SONATA DE OTOÑO, VALLE INCLÁN.
«¡Mi amor adorado, estoy
muriéndome y sólo deseo verte!». ¡Ay! Aquella carta de la pobre Concha se me
extravió hace mucho tiempo. Era llena de afán y de tristeza, perfumada de
violetas y de un antiguo amor. Sin concluir de leerla, la besé. Hacía cerca de
dos años que no me escribía, y ahora me llamaba a su lado con súplicas
dolorosas y ardientes. Los tres pliegos blasonados traían la huella de sus
lágrimas, y la conservaron largo tiempo. La pobre Concha se moría retirada en
el viejo Palacio de Brandeso, y me llamaba suspirando. Aquellas manos pálidas,
olorosas, ideales, las manos que yo había amado tanto, volvían a escribirme
como otras veces. Sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas. Yo siempre
había esperado en la resurrección de nuestros amores. Era una esperanza
indecisa y nostálgica que llenaba mi vida con un aroma de fe: Era la quimera
del porvenir, la dulce quimera dormida en el fondo de los lagos azules, donde
se reflejan las estrellas del destino. ¡Triste destino el de los dos! El viejo
rosal de nuestros amores volvía a florecer para deshojarse piadoso sobre una
sepultura.
¡La pobre Concha se moría!
Yo recibí su carta en
Viana del Prior, donde cazaba todos los otoños. El Palacio de Brandeso está a
pocasleguas de jornada. Antes de ponerme en camino, quise oír a María Isabel y
a María Fernanda, las hermanas de Concha, y fui a verlas. Las dos son monjas en
las Comendadoras. Salieron al locutorio, y a través de las rejas me alargaron
sus manos nobles y abaciales, de esposas vírgenes. Las dos me dijeron,
suspirando, que la pobre Concha se moría, y las dos, como en otro tiempo, me
tutearon. ¡Habíamos jugado tantas veces en las grandes salas del viejo Palacio
señorial.
TIEMPO DE SILENCIO, LUIS MARTÍN SANTOS.
“Cuando llegué, ya
estaba muerta”, fue lo primero que contra toda evidencia dijo y se puso rojo de
vergüenza porque aquello no era más que una disculpa dirigida a calmar el odio
de la madre, la cual no había nacido para odiar, sino que intentó consolarle:
“Usted hizo todo lo que pudo”, antes de empezar a gritar, antes de arrojarse
sobre la hija muerta y besar los labios que probablemente no había besado desde
que –cuando era una niña– tuvieron, tras haber mamado, el propio sabor de la
propia leche, antes de golpear al hombre que tenía al lado y de arañarle el
rostro que hoy se dejaría arañar a pesar de su naturaleza de señor que, mañana
indeclinablemente, volvería a adoptar y que continuaría oprimiéndola como un
aro de hierro contra el suelo.
Cuando la madre comenzó
a gritar, todas a una gritaron también las plañideras. Como si desde siempre
estuvieran preparadas a las muertes prematuras, las plañideras vestían ya
previamente ropajes negros al irrumpir en el máximo número posible (que no era
mucho) en la cámara mortuoria.
–¡Desgraciado!– gritó
una ante el cirujano como si fuera a escupirle, alzando dos manos crispadas
que, cuando ya iban a alcanzarle, se volvieron contra el propio rostro
golpeándolo con fuerza–. ¿Qué has hecho de mi florecita? –¡Mirarla! ¡Como un
ángel!– se extasió una mujer de brazos remangados que, quizá por haber tomado
parte antes en las manipulaciones del mago, creyera haber colaborado en la obra
de arte.
Efectivamente, habiendo
perdido la excesiva turgencia de su edad pudenda y de sus comidas bastas,
estaba la pobre embellecida.
–Como si durmiera, se ha
quedado.
MEDIUM, PÍO BAROJA.
Román languidecía, y
para distraerle, su madre le compró una hermosa máquina fotográfica. Todos los
días íbamos a pasear juntos, y llevábamos la máquina en nuestras expediciones.
Un día se le ocurrió a
la madre que los retratara yo a los tres, en grupo, para mandar el retrato a
sus parientes de Inglaterra. Román y yo colocamos un toldo de lona en la
azotea, y bajo él se pusieron la madre y sus dos hijos. Enfoqué, y por si acaso
me salía mal, impresioné dos placas. En seguida Román y yo fuimos a revelarlas.
Habían salido bien; pero sobre la cabeza de la hermana de mi amigo se veía una
mancha oscura.
Dejamos a secar las
placas, y al día siguiente las pusimos en la prensa, al sol, para sacar las
positivas.
Ángeles, la hermana de
Román, vino con nosotros a la azotea. Al mirar la primera prueba, Román y yo
nos contemplamos sin decirnos una palabra. Sobre la cabeza de Ángeles se veía
una sombra blanca de mujer de facciones parecidas a las suyas. En la segunda prueba
se veía la misma sombra, pero en distinta actitud: inclinándose sobre Ángeles,
como hablándole al oído. Nuestro terror fue tan grande, que Román y yo nos
quedamos mudos, paralizados. Ángeles miró las fotografías y sonrió, sonrió.
Esto era lo grave.
Yo salí de la azotea y
bajé las escaleras de la casa tropezando, cayéndome, y al llegar a la calle
eché a correr, perseguido por el recuerdo de la sonrisa de Ángeles. Al entrar
en casa, al pasar junto a un espejo, la vi en el fondo de la luna, sonriendo, sonriendo
siempre.
¿Quién ha dicho que
estoy loco? ¡Miente!, porque los locos no duermen, y yo duermo... ¡Ah! ¿Creíais
que yo no sabía esto? Los locos no duermen, y yo duermo. Desde que nací,
todavía no he despertado.
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