viernes, 17 de abril de 2015

1º BACHILLERATO. GUIÓN DE LECTURAS TERCERA EVALUACIÓN.




GUIÓN DE LECTURAS. 3ª EVALUACIÓN.
1º BACHILLERATO.

EL CABALLERO DE OLMEDO, LOPE DE VEGA.

            Lope de Vega cultivó la mayor parte de los géneros literarios de su tiempo, pero cumplió un papel fundamental como dramaturgo por su presencia central en la creación del modelo teatral de la comedia nueva. Sus ideas dramáticas fueron expuestas en el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609). Se trata de un discurso académico escrito en endecasílabos que se convirtió en un auténtico manifiesto literario. En él se indican las características que deben reunir las obras teatrales de la época, pero es en la práctica donde Lope fija verdaderamente su modelo teatral. Dijo que escribió mil quinientas comedias, de ahí la irregularidad de su producción que oscila entre la repetición de esquemas prefijados y la originalidad.
Los rasgos más destacados de lo que se conoció como “comedia nueva” son los siguientes:
ruptura de la división clásica de los géneros: mezcla de tragedia y comedia.
ruptura de las unidades clásicas: espacio (no hay un mismo espacio en toda la representación),         tiempo (el tiempo interno de la obra sobrepasa los límites de un día),  y acción (una o más historias          paralelas a la acción principal).
división de las obras en tres jornadas, en lugar de los cinco actos habituales.
—teatro en verso y polimetría (variación métrica). La situación dramática, la índole del personaje y el tipo de acción exigen una u otra modalidad de versos. Para la acción más sublime se recurrirá al verso largo (endecasílabo), mientras que a otra más liviana le va mejor el octosílabo.
—en cuanto a los personajes, las comedias barrocas son más obras de acción que de caracteres, por eso predominan los personajes-tipo fuertemente estereotipados: el galán (caballero valeroso e idealista) y la dama (versión femenina del anterior, cuya única diferencia es su capacidad para atraer al varón y enredarlo en sus planes) protagonizan la historia amorosa; los criados, que suelen formar una pareja paralela a la acción principal y ayudan desinteresadamente a sus amos. Destaca la figura del gracioso o donaire, que salpica sus intervenciones con chistes y comentarios donosos y contrasta como contrafigura de su amo por su visión pragmática de la vida, sus pasiones primarias, la glotonería y la cobardía; la criada de la dama, que sirve para que ésta le confiese su amor hacia el galán y así el público se vaya informando; el hermano o el padre de la dama, que velan por el honor familiar y que participan en su            reparación en el caso de que haya alguna merma; pueden aparecer otros caballeros que disputan al héroe el amor de la dama u otras damas que enredan las historias sentimentales. En muchas ocasiones aparecen los reyes como restablecedores del orden y de la justicia poética, que premian o castigan los actos de los personajes.
            —temas: muy variados. Destacan principalmente el amor, el honor, la defensa de la fe cristiana y la monarquía. 
—decoro poético: la lengua se adapta a la situación y al tipo de personaje. Lope de Vega defendió una lengua natural, clara y sencilla.
Lope a estas características generales que seguirían muchos autores de la época, añadió el uso de elementos de carácter lírico procedentes de la poesía tradicional. Con ello el autor pretendía ganarse al público más popular. Así son corrientes en sus obras las canciones de amor, de trabajo, de juegos, etc. En ocasiones estas canciones constituyen la base estructural y argumental de la obra y pueden servir para crear un clímax cómico o trágico.
La inclusión de estas canciones también hay que entenderla como una revalorización de todo lo popular, como la reivindicación de un mundo feliz previo a las perturbaciones sociales.

            El Caballero de Olmedo pertenece a un conjunto de obras que se engloban bajo el nombre de dramas trágicos, con los que Lope alcanza mayor gravedad y profundidad psicológica.
Es una tragicomedia de amor y muerte: por un lado, la relación sentimental entre doña Inés y don Alonso, con el que se enfrenta su antagonista don Rodrigo, formando el típico triángulo amoroso de las comedias del Siglo de Oro; por otro, la muerte que persigue a don Alonso que acaba asesinado por don Rodrigo y sus secuaces. El origen de la trama lo encontramos en una seguidilla popular que se canta en la propia obra. Vemos cómo los elementos trágicos (gravedad del asunto principal, final funesto, presencia del rey y de caballeros como don Alonso, la verdad de la acción atestiguada por un cantar tradicional ..) se mezclan con elementos cómicos (presencia de personajes plebeyos como Tello o Fabia, las situaciones cómicas que se dan en las clases de latín impartidas por el gracioso...).
            Esta obra es un ejemplo de verdadera tragedia que camina más que ninguna de las de Lope hacia terrenos  propios de Shakespeare en su nocturno y sobrecogedor acto tercero.

HAMLET, WILLIAM SHAKESPEARE.
            El teatro de Shakespeare guarda características comunes con el de Lope:
            —no respeta las reglas clásicas: únicamente mantiene los cinco actos, siguiendo el modelo horaciano.
            —mezcla de lo trágico y lo cómico: especial importancia se le da al “clown”, personaje cómico que llegará a encerrar sentencias de hondura filosófica en una visión cínica y desengañada de la vida. Lo cómico se opone como espejo irónico o deformante.
            —dominio de lo dramático sobre lo lírico, aunque éste tiene una importancia fundamental. Antonio Machado de William Shakespeare  decía que era “el poeta de poetas” porque era el autor de los poemas que escribiría Hamlet...
            —sus personajes están trascendidos, están menos definidos que los de la novela realista del siglo XIX pero son más grandiosos porque son más libres, y lanzan frases de inagotable profundidad antes de caracterizarse; los extremos del hombre son más importantes que el punto medio psicológico del “tipo”.
            Hamlet se representa por primera vez en 1602. Desarrolla una leyenda islandesa que ya había sido llevado a escena, pero en la convencional tragedia de venganza, el autor descubre posibilidades de hondura inigualable. Hamlet, príncipe de Dinamarca, siente una repugnancia general hacia un mundo sucio en el que su propia madre se ha hecho cómplice del fratricidio en el que ha muerto su marido y padre de Hamlet, casándose con el asesino. Hamlet debe retomar la situación y tomar venganza por su padre, que se le aparece en forma de espectro y le pide que le vengue pero que respete a su madre. Hamlet no mata al usurpador del trono y se desahoga contra su madre haciéndole saber que conoce la horrible verdad. El espectro de su padre tiene que reaparecer para frenar su lengua, pero Hamlet cree haber cumplido la venganza dando una estocada tras una cortina, cuando en realidad, a quien mata, es a Polonio, el padre de Ofelia, una joven a la que el príncipe quiere pero a la que renuncia al ser su único fin en la vida vengar a su padre. Esta muerte equivocada desencadena otra venganza por parte de Laertes, el hijo de Polonio. A su vez, Ofelia, enloquecida, se suicida. Finalmente Hamlet cumplirá su venganza y matará a su tío, pero dejando atrás un lastre de muerte que se llevará por delante a su propia madre.

ESTUDIO COMPARATIVO DE AMBAS OBRAS
1.      Fuentes.
            El caballero de Olmedo toma como fuente la tradición popular y se inspira en una seguidilla (un cantar popular) que al final entona el labrador (que es una aparición) y que don Alonso achaca al miedo:
Esta noche le mataron
al caballero,
a la gala de Medina,
la flor de Olmedo.
            La seguidilla recoge el desenlace de una historia de la que se desconocen sus principales aspectos. La muerte violenta e ignominiosa de un galante caballero, propiciado por las rivalidades de dos pequeñas villas vecinas. La copla facilita el conflicto y su desenlace (la tragedia, la nocturnidad, el protagonista, la rivalidad). Había que crear unos personajes y una trama que justificaran esos versos y enmarcar la historia en una época pretérita.
            El cantar es incorporado en el momento de mayor tensión dramática (supone el último presagio funesto: es una señal del cielo que don Alonso interpreta como un engaño de Fabia para evitar que vuelva esa noche a Olmedo. Presenta los hechos como infalibles, pues refieren el suceso como ya ha ocurrido (don Alonso avanza imparable hacia su fin, que la canción presenta como cumplido) y glosado alguna vez en el texto de la obra. Elige como marco el reinado de Juan II y crea un conflicto amoroso que enfrenta a dos caballeros por el amor de una mujer.
            En realidad el cantar, más que una fuente, es un pretexto o el motivo de inspiración. Además, no contiene únicamente los elementos a los que ya hemos alusión, sino también la oposición de realidades antitéticas como son la vida y la muerte, la plenitud y la frustración. 

            Shakespeare también lleva a escena en su obra una historia que ya existía: Hamlet es una leyenda del siglo XII que el historiador danés Saxus Gramáticus recogió en su Historia Danicae, publicado en 1514. Pero William Shakespeare no debió leer a Saxus Gramáticus, sino más probablemente su traducción al francés por Belleforest, aparecida con el título de Historias Tragiques en el último tercio del siglo  XVI.       Todos los lances y elementos dramáticos ya están en la leyenda, a excepción del final: Shakespeare cambia el final feliz en el que el príncipe termina con honores y glorias, por el trágico final.

2.     Composición.
            La tragicomedia lopesca se estructura en tres actos, frente a los cinco de la tragedia de venganza de Shakespeare. (ya apuntado en la introducción respecto a las características del teatro de ambos autores). Ambos autores no respetan la unidad de tiempo ni de lugar.
3.     Personajes masculinos: Don Alonso y Hamlet.
            Don Alonso es un personaje tipo, sin apenas caracterización. Es el prototipo del perfecto caballero que encarna las virtudes y los ideales nobiliarios de la época: es un hombre intachable, honesto (él persigue en todo momento casarse con Inés, no amores ilegítimos), es valiente y osado y no se amedranta ante ningún tipo de amenaza, afán aventurero, sensible amante, cumplidor cristiano, admirado por damas y envidiado por otros galanes... Sin embargo, según el principio de justicia poética, que ahora explicaremos, la frustración de su matrimonio y la muerte indican que algo condenable existe en su comportamiento, pues no recibe el galardón que corresponde a su virtud. Su muerte, desenlace fatídico exigido también por el cantar, será bastante ignominiosa, pues lo matarán a traición entre varios, con alevosía y nocturnidad, usando uso de armas de fuego y rehuyendo el cara a cara.
            En el teatro del Siglo de Oro las piezas subordinan el tema a un propósito moral, manifestado a través del principio de justicia poética. No hay un caprichoso azar que conduzca al desenlace terrible, sino conductas responsables que lo merecen. Si el personaje sucumbe, se debe a sus propias acciones exclusivamente. Si antes decíamos que algo reprochable hay en su comportamiento, es el haber utilizado medios deshonrosos para conseguir unos objetivos buenos: desde el principio sabemos que Inés ha correspondido a sus miradas, por lo que, teniendo en cuenta las cualidades del caballero, el amor parece correspondido. Sin embargo, Don Alonso recurre a los servicios de una desacreditada alcahueta que, como Celestina, además es “hechicera” (son constantes las alusiones de Tello a sus contactos con Lucifer). Ambos, cegados por la pasión de su amor, se dejan arrastrar y hacen a Don Pedro víctima de un engaño indigno metiendo en su casa a una alcahueta como maestra de costumbres y de piedad, y a un modesto e ignorante criado como profesor de latín. A pesar de la comicidad de la escena de las clases, la escena es bastante grave ya que se están burlando de Don Pedro. De hecho, Leonor los califica de bellacos. Don Alonso quebranta los principios éticos movida por la ceguera de su apasionado enamoramiento (el amor aparece como una fiebre), pero tales hechos merecen el castigo de acuerdo al principio de justicia poética.
            El desenlace trágico de la obra se prepara a lo largo del desarrollo de la misma y es un desenlace que los espectadores conocen y esperan pues se saben de memoria el cantar. Joseph Pérez afirma que desde el principio de la obra la presencia, primero sugerida, luego afirmada con más y más insistencia, del hado,  de uno oscuro destino, es perfectamente apreciable. Durante las tres jornadas Don Alonso no hace sino encaminarse hacia la muerte, rodeado de la simpatía con la que el público sigue la obra.

            En la tragedia de Shakespeare el deber de vengarse desencadena en Hamlet una crisis total: se le derrumba toda la fe en la vida y en el hombre, toda moral; de ahí el cinismo y el humor amargo que despliega en su fingida locura. Frente al prototípico caballero que encarna Don Alonso, Hamlet es un personaje complejo, es un personaje mucho más “humano”, y esa complejidad va más allá: es proverbial el debate íntimo entre reflexión y acción, esa naturaleza dubitativa suya que lo paraliza. De ese debate surge el famoso monólogo “ser o no ser”.
            Las pasiones humanas dominan a los personajes de Shakespeare, que terminan manifestando desgracia, tragedia y sufrimiento. Hamlet es un personaje que encarna la duda, que encarna, en sí mismo, la mayor contradicción como si tuviera una doble naturaleza: se ve impulsado hacia la venganza pero la reflexión lo cohíbe. Tiene un gran incentivo para llevarla a cabo (el espectro de su propio padre se lo ha pedido), por eso mismo resalta más su indecisión. Esta doble tendencia muestra la polarización de los intereses del hombre: o mucha acción, muy propia del Renacimiento, o mucha duda propia del Barroco. Parece que Hamlet resumiese esa dicotomía natural del hombre: volcarse hacia las cosas o sumergirse en su vida interior. Es irresoluto y a la vez vacilante, unas veces el deber lo obliga a actuar, como cuando mata a Polonio; otras, la reflexión lo detiene. Vacila pero no se resiste a tomar venganza.
            Es, pues, en contraposición a Don Alonso, tendente a la inacción. El caballero de Olmedo, a pesar de temer el presagio de su muerte al final de la obra, no puede ser cobarde y se adentra en la noche. De hecho, cuando después se da cuenta de que está en medio de una emboscada, se arrepentirá de su osadía y de no escuchar el mensaje funesto. Además, su amor hacia Inés también le impulsa a tomar decisiones: va continuamente de Medina a Olmedo a ver a Inés e intenta evitar que se case con Rodrigo, pero la forma en que lo hace es su perdición. Y fuera de la relación amorosa, le vemos en las fiestas de Medina lidiando toros, aparte de la valentía de la que habla incluso el propio Rey.
            La aparición del espíritu del espectro del padre de Hamlet le revela la verdad y le supone una dura carga: la venganza. A partir de ahí, empieza a dudar de todos (amigos, de la propia Ofelia, a quien ama...). Se refugia entonces en su fingida  locura.
            Hamlet tenía un buen motivo para llevar a cabo su acción: vengar la muerte de su padre y recuperar el trono de Dinamarca que ocupa un asesino traidor, de ahí que su duda resulte bastante chocante. En lugar de actuar con rapidez y firmeza (algo que sí hará Claudio cuando ve que Hamlet representa una amenaza), demora su venganza hasta estar casi moribundo y necesita cerciorarse de que es verdad aquello que el fantasma de su padre le comunicó. El único momento en el que cree que ha ejecutado su acción, comete un error y asesina a Polonio, lo que desencadenará los deseos de venganza de otro hombre, de Laertes. 
            Va más allá de otras tragedias centradas en la venganza, pues retrata de un modo escalofriante la mezcla           de gloria y sordidez que caracteriza a la naturaleza humana. El príncipe siente que vive en un mundo de engaños y corrupción, sentimiento que le viene confirmado por el asesinato de su padre y por la sensualidad desenfrenada de su madre. Estas revelaciones lo conducen a un estado en el que los momentos de angustia e indecisión (duda) se atropellan con frenéticas actuaciones, situación cuyas             profundas razones continúan hoy siendo motivo de distintas interpretaciones.
            Se le puede considerar como una conciencia sin acción. Durante toda la obra delibera acerca de los actos que podría cometer. Su dilema, la razón de su parálisis, consistiría en: si no actúa, se convertiría en cómplice de un criminal; pero actuar no es más que convertirse en el servidor de un muerto. Laertes, por el contrario, sería una acción sin conciencia, quien desencadena el desenlace de la obra (por el deseo de vengar a su padre).
            Hamlet está marcado por un destino trágico en el que se ve envuelto y por el que se siente angustiado. Dominado por sus pasiones actúa como un loco irracional (fatalismo).
4.     Personajes femeninos: Inés y Ofelia.
            Inés reúne los rasgos tópicos de la dama de las comedias barrocas: condición aristocrática, belleza y apasionamiento en el amor. Es hija de Don Pedro, ilustre caballero premiado por el rey, por tanto, de una nobleza equiparable o superior a la de Don Alonso. Al igual que Alonso, será la ceguera de la pasión la que la lleve a realizar actos indignos para una dama de su alcurnia, al aceptar la mediación y actuación de una alcahueta. Pero tanto esto como engañar a su padre fingiendo una falsa vocación religiosa, nos muestran a una mujer firme que toma sus propias decisiones con tal de conseguir lo que quiere: casarse con Don Alonso y no con Don Rodrigo. Ya hemos apuntado, que esos actos harán que al final todo se desencadene hacia la tragedia. La justicia poética alcanza también a Inés quien, frustrado su deseo de matrimonio y muerto su amado, decide hacer lo que antes sólo fue un engaño: meterse a monja.
            Ofelia, es hija de Polonio, sumiller de corps (un personaje que intenta ganarse constantemente el favor del rey). A diferencia de Inés, Ofelia se nos muestra como una joven sumisa: enamorada de Hamlet, pues permite que la visite y le entregue cartas y poemas, obedece en todo momento a su padre y se distancia del príncipe entregándole lo que de él había recibido, ya que éste está convencido de que el príncipe, caprichoso, puede poner en peligro su virtud y su honor. Pero esto es interpretado por Hamlet como una traición y la rechaza duramente diciéndole que lo mejor que puede hacer es irse a un convento. Ofelia, destrozada por la muerte de su padre y tras el rechazo de Hamlet, se ve totalmente superada por las circunstancias, enloquece y se suicida. Respecto a su belleza, Gerturdis afirma: “¡Cuánto desearía que tu rara belleza fuese el dichoso origen de la demencia de Hamlet!
5.     El gracioso.
            Tello encarna las características del gracioso o donaire típico de las piezas del siglo de Oro: criado servicial y leal consejero de su amo. Provoca la hilaridad del público con sus comentarios, personalidad y actuaciones. Siente un profundo afecto por su señor y su sentido de la realidad le hace aconsejarle prudencia en sus actos, ya que Don Alonso no es consciente de los peligros que le acechan. Es contrafigura de su amo al oponerse las virtudes de aquél a las debilidades de éste, principalmente la cobardía.
            El humor también es importante en Hamlet. Puede servir para aliviar la tensión dramática en escenas como en el asesinato de Polonio o de contraste con el final trágico de la obra con la escena del cementerio. Apreciamos el humor en algunas escenas como en el lenguaje irónico que utiliza Hamlet al insultar a Polonio en el acto II (sólo a un loco se le permite decir lo que Hamlet dice) o al describir dónde yace el cuerpo de Polonio (IV), así como la conversación de Hamlet con los sepultureros que escavan la tumba a Ofelia (V).
6.     Temas de la obra.
El amor.
            En El Caballero de Olmedo la acción dramática es una trágica historia de amor movida por el azar y los celos. Se establece un triángulo amoroso en el que dos galanes pretenden a la misma dama. Tanto Alonso como Rodrigo son víctimas del amor: para Alonso, el amor es una especie de fiebre que lo irá consumiendo y enajenando, de manera que pierde un tanto el sentido de la realidad y de la moral, de ahí la decisión de recurrir a Fabia, algo que Inés acepta desde le principio. Rodrigo, su rival, también es destruido por la pasión amorosa y llevado al desastre por la acción de los celos. El amor, por tanto, está estrechamente ligado a la muerte.
            En Hamlet el amor plantea muchas reflexiones, como el “complejo de Edipo” que se ha señalado en múltiples ocasiones. Pero no tenemos tiempo ni espacio: sólo diremos que le caracteriza un profundo amor hacia su madre, que a la vez es objeto de deseo y menosprecio. Respecto a Ofelia, Hamlet renunciará a su amor al convertirse la venganza en el único fin de su vida.
Honor y venganza.
            En la tragicomedia de Lope Don Rodrigo posee también grandes virtudes, algo que Inés no deja de reconocer, pero no es el elegido y los celos le transformarán en un envidioso primero, después en un resentido y por último en un criminal, cuando al principio no era más que un simple enamorado sin favor. La ingratitud de Rodrigo, que olvida que le debe a Alonso la vida, lo envilece hasta extremos inusitados en un noble. Como caballero, también es herido en su honor pues sabe por la capa que Inés y Alonso se aman y descubre el engaño de Fabia y Tello, cuando Don Pedro ya ha mantenido conversaciones con él para que tome a Inés por esposa. Su “venganza” es un acto ruin: de noche, acompañado, con armas de fuego...
            Sobre la venganza en Hamlet ya hemos tratado en el apartado de los personajes. Inevitablemente se haya unido al honor trasgredido.

            Muerte.
            Ya hemos señalado que el punto de partida de El Caballero de Olmedo era una seguidilla tradicional que cantaba la muerte de un caballero. La muerte del héroe puede implicar alguna merma en su valía: Alonso muere por efecto del destino, lo que no le restaría ninguno de sus valores como arquetipo, o bien su muerte es una forma de castigo por algún yerro, lo que podría estar reñido con la ejemplaridad del noble. Una línea de interpretación sostiene que la obra es la tragedia de un caballero condenado de antemano a la muerte por un sino aciago: la fatalidad se ceba inmotivadamente sobre el personaje, que no podrá escapar a su fatalidad. La otra línea atribuye la muerte a la justicia que castiga un comportamiento equivocado del héroe, con lo que sería la manifestación del principio de justicia poética. Lo que está fuera de toda duda es que Lope de Vega hace morir violentamente a su personaje por cuanto él y los espectadores conocen un cantar en el que se da noticia de la misma. Las razones de la muerte están en los poderosos celos de Don Rodrigo.
            En Hamlet  el héroe se ve envuelto en un destino trágico que contempla reflexivamente, angustiado siempre por la conciencia exacta de su infatuación, de lo vano de su ambición o de la vanidad de todas las ambiciones. Los más hondos temores de Shakespeare son los que expresaba el príncipe ante un estilete. Miedo de morirse, ése es el término. Así se expresa Hamlet:
            ¡Morir…, dormir; no más! ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir…, dormir! ¡Dormir!… ¡Tal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! ¡Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel sueño de la muerte cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida! ¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio! Porque ¿quién aguantaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones que el paciente mérito recibe del hombre indigno, cuando uno mismo podría procurar su reposo con un simple estilete? ¿Quién querría llevar tan duras cargas, gemir y sudar bajo el peso de una vida afanosa, si no fuera por el temor de un algo, después de la muerte, esa ignorada región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno, temor que confunde nuestra voluntad y nos impulsa a soportar aquellos males que nos afligen, antes que lanzarnos a otros que desconocemos?
            La idea de vivir en este mundo lleno de corrupción y soportar el sufrimiento que esto acarrea, o, por el contrario, suicidarse para acabar con esa agonía atormenta a Hamlet. La tragedia de Hamlet es que es incapaz de ser.
            La idea de la muerte en esta obra está muy ligada a la venganza, ya que aquélla se concibe como el castigo a un crimen.
           


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