lunes, 8 de octubre de 2012

2º BACHILLERATO. LITERATURA. TEMA 1. EL SIGLO XVIII.




ESQUEMA TEMA 1. EL SIGLO XVIII.
2º BACHILLERATO. PRIMERA EVALUACIÓN.

CONTEXTO HISTÓRICO Y CULTURAL
El esplendor cultural de la España de los siglos XVI y SVII no volverá a repetirse hasta el primer tercio del siglo XX. A finales del siglo XVII España está sumida en la decadencia política y económica que continuará en los primeros años del siglo XVIII. El país está políticamente escindido. Reinaron durante este siglo en España: Felipe V (1700-1746), con quien se instaura la casa de Borbón, tras haber ganado la Guerra de Sucesión (1701-1714). La guerra no sólo provocó la división, sino que las consecuencias políticas, económicas y culturales fueron enormes. La nación era un mero esqueleto de lo que había sido. El monarca fue sucedido por su hijo, Fernando VI (1746-1759). Durante su reinado, a pesar de ciertos progresos en la economía y de que la población volvía a crecer, la conciencia de decadencia era patente. Será su hermano, Carlos III (1759-1788), el gran reformador y modernizador del país. Carlos IV (1788-1808) puso todos sus esfuerzos en evitar que las ideas de la Revolución Francesa, que estalló en 1789, penetraran en España.
Con la dinastía de los borbones aumenta la centralización del poder, lo que propiciará un absolutismo monárquico que postuló la separación entre la Iglesia y el Estado (expulsión de los jesuitas / aparición de la Enciclopedia en Francia), llevó a cabo intentos de reforma y racionalización de la economía (buscaban mejorar el potencial agrícola y mercantil de la nación; se criticó con acritud la ociosidad, privilegios y el parasitismo de las clases elevadas y se intentó mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos: alumbrado y empedrado de las calles y mejoras en el área de la educación. En 1714 se funda la Real Academia y la uniformidad en lo que a la lengua y literatura se refiere dio como fruto el diccionario) e incrementó el aparato administrativo y la burocracia.
A este sistema político se le conoció con el nombre de Despotismo Ilustrado, cuyo lema era “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”, porque a éste se le tutela —y se le teme— procurando su felicidad, sin que intervenga en los asuntos públicos. Para mejorar su vida y hacerlo más culto y razonable se establecen industrias públicas, academias, museos, escuelas, centros de investigación... Es, por tanto, un sistema en el que hay súbditos, no ciudadanos, y en el que el rey ya no es rey por la gracia de Dios.
A finales de siglo, todo el fermento ideológico de bases igualitarias y reformistas, culmina en la Revolución Francesa (1789), que producirá reacciones defensivas contra aquellas ideas en muchos países, incluida España: Europa experimenta una gran convulsión social que desemboca en la sociedad contemporánea en la que el hombre será valorado por sus acciones y manera de prosperar, y no por su nacimiento (pierde importancia el origen por la sangre). Lo que, lógicamente, provoca el pánico entre las clases dominantes por su progresiva pérdida de poder y la llegada de un nuevo orden social.
CRISIS DE LA CONCIENCIA EUROPEA.
Las dos corrientes fundamentales que, partiendo del Renacimiento, se concretaron en el siglo XVII, el racionalismo y el empirismo, fueron minando los cimientos de la estructura social e ideológica aceptada por Europa hasta provocar a principios de del siglo XVIII lo que se ha calificado como “crisis de la conciencia europea”. El choque entre razón y tradición dio lugar en el siglo XVIII a un proceso de revisión de todo lo heredado por la mentalidad tradicional y presidió el despliegue de la llamada “era de las luces”. Todas las creencias y convicciones (religiosas, políticas, filosóficas, científicas o seudocientíficas....) dominantes hasta el siglo XVII se someten a discusión.
Comienza el predominio de la burguesía sobre la aristocracia que, sin los prejuicios de ésta, fomenta el espíritu crítico. Fruto de él es el gran movimiento cultural que dominó el siglo XVIII y que conocemos como Ilustración, de origen francés, y que impuso el racionalismo sobre la fe, la tradición o lo comúnmente aceptado, de ahí que el siglo XVIII se haya denominado el “Siglo de las luces”. Se rechaza el principio de autoridad y todo ha de ser sometido a comprobación, de ahí que se valore por encima de todo la experiencia y la observación (empirismo). Se proponen reformas sociales, económicas y educativas. Los intelectuales ilustrados buscan el utilitarismo: que todo sirva al progreso, los conocimientos han de ser útiles a una sociedad dominada por la ignorancia y la superstición, y la educación es la única vía para que el hombre sea capaz de pensar por sí mismo y se cuestione el mundo. Se impone el ideal de “enseñar deleitando”.
España a principios de siglo se encuentra sumida en una profunda crisis. En líneas generales, la preocupación por el estado de la nación consiguió mejoras económicas y aumentó su población (de 8 a 11 millones), se introdujeron nuevos cultivos, se abrieron nuevas vías de comunicación y el animal fue sustituyéndose paulatinamente por los carros como medios de transporte. Aunque no se dio tanta actividad industrial como en otros países europeos, la aparición de los prestamistas fomentó una mayor actividad económica.
La sociedad aún seguía dividida en estamentos. Los nobles vivían de las rentas e impuestos de sus tierras y acaparaban los cargos municipales. El clero poseía una inmensa riqueza (tierras, rentas, donaciones). Los artesanos y comerciantes van creando una incipiente clase media que intenta progresar gracias a su economía (aunque intentaban integrarse en la nobleza mediante la compra de títulos). Los campesinos vivían en condiciones precarias y peor aún los mendigos, los gitanos y los esclavos de las colonias.
A imitación de Francia, se crean nuevas bibliotecas e instituciones culturales: Biblioteca Nacional (1712), Real Academia Española (1713), cuyo lema “limpia, fija y da esplendor” intentaba mantener la pureza del idioma; Real Academia de la Historia (1735), con la que se pretendía rescatar y estudiar el pasado de España; Academia de las Artes, Museo del Prado (1785) y Jardín Botánico.
Otras instituciones atendieron a las reformas económicas y culturales, como las Sociedades Económicas de Amigos del País y las Juntas de Comercio.
Pero en España la virulencia de la Revolución Francesa supuso un paso atrás: horrorizada ante los sucesos acaecidos en Francia, cierra de nuevo las vías de comunicación con el país vecino por temor a que se reproduzcan en suelo español. Con Carlos IV y Fernando VII la nación se divide en dos bandos: afrancesados o liberales y conservadores, que protagonizarán las luchas políticas que marcarán el siglo XIX español.
A pesar de todo, la Ilustración supuso el comienzo del fin de la sociedad estamental y del absolutismo y el inicio del pensamiento moderno en toda Europa.

LA ILUSTRACIÓN EUROPEA. PRINCIPALES REPRESENTANTES.

FRANCIA

  1. Montesquieu: su obra más influyente es Cartas persas, antecedente de Cartas Marruecas de Cadalso, que supone una dura crítica contra la sociedad de la época.
  2. Voltaire: su obra más importante es Cartas filosóficas en las que, a través de la ironía, reflexiona sobre cuestiones religiosas, políticas y literarias.
  3. Rousseau: condenó las costumbres de su tiempo y exaltó una filosofía y una moral naturales. Frente a otros pensadores que identificaron felicidad con progreso, él defendió la naturaleza como fuente de felicidad y consideró que el hombre es bueno por naturaleza pero la sociedad le corrompe. Su obra más representativa es el Contrato social, en el que propone un pacto entre individuo y sociedad para el bien de la comunidad.

En un temprano clima prerromántico que tiende hacia lo sentimental se desarrollará la novela epistolar. Sus representantes más importantes son: Rousseau con La nueva Eloísa, en la que se propone un ideal de la vida en el campo, y Pierre Chordelos de Laclos con Las amistades peligrosas, en la que personajes mundanos juegas con los sentimientos ajenos.

En el teatro el género más representativo es la comedia de intriga, que ofrece una crítica contra las instituciones y las costumbres, y en la que destacaron Beaumarchais y Marivaux.

INGLATERRA
NOVELA
  1. Daniel Defoe: Robinson Crusoe. Encaja con el pensamiento ilustrado: el hombre puede dominar la Realidad a través de la razón.
  2. Jonathan Swift: Viajes de Gulliver. Crítica al hombre racional y burla a las novelas de viaje como las de Defoe.
  3. Henry Fielding: inaugura la novela de aprendizaje con Tom Jones.
  4. Ann Radcliffe: novela gótica, en la que el sentimiento se une a paisajes misteriosos y sombríos, antecedente del paisaje prerromántico.
POESÍA
E.Young: sus Pensamientos nocturnos, obra prerromántica, influirá en las Noches lúgubres de Cadalso.

ALEMANIA

Destaca el movimiento prerromántico Sturm und Drang (tempestad y pasión), que tiene como principales representantes a:
  1. Goethe: inauguró el Romanticismo alemán y después se opuso a él. Destaca su novela Werter y el poema dramático Fausto, en el que su protagonista vende su alma al diablo (Mefistófeles), ante la incapacidad de alcanzar la verdad última de las cosas.
  2. Schiller: creador del drama nacional. Guillermo Tell: prototipo de resistencia a la autoridad. En poesía destaca Himno a la alegría.
LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII. INSTRUMENTALIDAD DEL IDIOMA Y LITERATURA DIDÁCTICA.

La crítica señala la ausencia de auténticas obras maestras en los géneros que tradicionalmente se consideraban como tales (lírica, novela y drama), si lo comparamos con los siglos de Oro o con las producciones contemporáneas europeas.
En contra, los valores lingüísticos y el hallazgo de una prosa apta para las nuevas exigencias resaltan en medio de esta pobreza. En contra de la norma barroca (el idioma como exhibición) y que se afianzará con el triunfo del Neoclasicismo, se impone el empleo instrumental de la lengua. Ésta alcanzará su mejor calidad cuanto más transparente se ofrezca el pensamiento del escritor (resultado consecuente con las nuevas tendencias científicas y racionales del siglo). Para expresar un nuevo estado de cosas fundado en la seriedad y en la reconstrucción del mundo, el lenguaje del Barroco no era adecuado: el ingenio queda desplazado por la única facultad valorable, la razón. Los neoclásicos perfilan el lenguaje literario: será fiel reflejo del pensamiento, no de la fantasía ni la emoción. Los ornamentos sobran en la prosa y sólo se aceptan tímidamente en la poesía. Quedan proscritos los excesos: arcaísmos y vulgarismos. El único modelo será la lengua media culta de las personas ilustradas.
De esta manera, la lengua poética del siglo XVIII resulta desustanciada y poco apta para la creación literaria propiamente dicha, pero su permeabilidad para las voces nuevas, su culto a la medida y a la discreción, configuró el español moderno.
Convivieron tres estilos artísticos en la época ilustrada:

  1. Primera mitad de siglo.
Supone una época de transición. Hay una continuación del estilo artístico y literario del barroco precedente que se denominó rococó y que se manifiesta fundamentalmente en poesía. Se caracteriza por el gusto por lo galante, lo sensual, el bucolismo. Arte superficial y ligero: despreocupación moral y capricho.
Representantes: García de la Huerta, N. Fernández de Moratín.
Contra el barroco decadente luchan la Academia Española e importantes escritores:
—Ignacio Luzán (1702-1754), que pretende regular la literatura mediante reglas (Poética, 1737). Es precursor del Neoclasicismo, aunque los jóvenes neoclásicos prefirieron beber las doctrinas en teóricos franceses, Boileau principalmente.
—Feijoo, que cultivó un solo género, el ensayo: Teatro crítico universal y Cartas eruditas.
—Francisco Isla: ridiculizó el barroquismo de la oratoria sagrada en su célebre Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes.
El único escritor “interesante” fiel a los gustos barrocos fue Diego Torres Villarroel: cuadros costumbristas Visiones y visitas de Torres con Quevedo por Madrid, y su obra más importante, el relato de su Vida.
  1. Mediados de siglo.
Hasta finales del siglo dominará el Neoclasicismo, que significaba una vuelta a los clásicos en todos los sentidos: autoridad de los clásicos, pureza y principio de imitación. Defienden la existencia pura de los géneros literarios, la contención frente a la pasión, la razón frente al corazón. En el teatro, se vuelven a instaurar de nuevo las tres unidades (lugar, tiempo y acción) y se separa radicalmente lo cómico de lo trágico. En la lengua, respeto por el decoro: uso del lenguaje en función del nivel social, la educación, la situación...
Decretado el aborrecimiento del arte barroco, los jóvenes se encuentran sin una tradición nacional que seguir. El prestigio cultural de Francia es inmenso, de ahí que vuelvan los ojos a la tradición vecina en busca de orientación y modelos.
Representantes: L. Fernández de Moratín.
En poesía se tratan temas pastoriles, anacreónticos (exaltación de placeres elementales) o filosóficos, con escaso compromiso sentimental. La lengua evita el colorido: se impone un estilo prosaico. Es, en realidad, una actividad marginal: Jovellanos recomienda a un amigo que quiere ser poeta que escriba “cosas más útiles”
Representantes: L.Fernández de Moratín, aunque también haría poesía prerromántica.
No hay prácticamente narrativa a partir del padre Isla, pero sí prosa satírica (Cadalso), de viajes (Moratín) y doctrinal (Jovellanos).
  1. Convivencia desde la segunda mitad de siglo de neoclasicismo y prerromanticismo.
Este último se manifestó sobre todo a partir de 1790: se opone a la pureza y frialdad del gusto neoclásico, dominado por estrictas reglas de composición literaria. Rehabilita la acción del sentimiento en el arte por influjo inglés. Se tratan, en todos los géneros, temas emotivos, nocturnos y lacrimosos, que preludian el Romanticismo del siglo siguiente: se afirman los derechos del sentimiento frente a la razón y la expresión de los mismos podrá hacerse arrebatadamente, sin el pudor que imponen las buenas maneras. Domina la manifestación del dolor. Hay un claro recelo ante las reglas, aunque no se manifiesta abiertamente. Frente a la naturaleza apacible de los neoclásicos, ésta se asocia ahora al sentimiento arrebatado de los autores, que describen espectáculos poco tranquilos: tormentas, escenas nocturnas y tumbales...
Representantes: Cienfuegos, Meléndez Valdés, Blanco White...

GÉNEROS DE LA LITERATURA DIECIOCHESCA EN ESPAÑA

El respeto a las normas clásicas y el ideal de enseñar deleitando regirán la creación literaria. Sin embargo, el siglo XVIII no es un siglo de creación, sino de revisión, inquietudes y proyectos en la que el pasado es sometido a un radical examen. No triunfaron la lírica, la novela y dramática, pero floreció el pensamiento, la erudición, la investigación histórica, la medicina... las ciencias experimentales logran un ingente avance al amparo del despotismo ilustrado y de los centros oficiales destinados al respecto. Es fundamental el surgimiento del periodismo ya que asociado a él se van perfilando los géneros periodísticos actuales tales como el artículo de opinión y la crítica literaria.
POESÍA
  1. Poesía rococó: léxico cortesano, refinado, de metros cortos y ritmo marcado en estrofas breves. Los temas preferidos: amor y belleza femenina. Vinculada a la poesía bucólica y anacreóntica. Representantes: Nicolás Fernández de Moratín.
  2. Poesía ilustrada: unión de los temas propios del pensamiento ilustrado a los temas característicos de autores clásicos. Representantes: Juan Meléndez Valdés, Quintana, Cienfuegos, Nicasio Gallego.
  3. Poesía didáctica: buena muestra de ella son las fábulas de Tomás de Iriarte y de Félix María de Samaniego.
  4. Poesía neoclásica: de gusto refinado y severo. Representantes: Leando F. Moratín, Quintana y Alberto Lista.
  5. Poesía satírica: Nicolás fernández de Moratín, Samaniego o Jovellanos.
    LA PROSA
    Diego Torres Villarroel.
Único escritor fiel a los gustos barrocos, destaquemos: Vida, que se considera como una continuación del género picaresco, género que ya había acabado su ciclo; Visiones y visitas de torres con Quevedo por la Corte, cuadros costumbristas donde ofrece una sátira mordaz.
Francisco José de Isla. (Padre Isla)
Con su obra Fray Gerundio de Campazas ridiculizó el barroquismo de la oratoria sagrada y pretendió devolverle su dignidad y fines, inspirándose en las mismas ideas que Luzán en su Poética y Feijoo en su Teatro crítico: combatir los excesos barrocos.
Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)
Benedictino y catedrático de Teología de Oviedo, en su obra utiliza el género del discurso, precedente del ensayo moderno: género híbrido en el que se mezcla lo literario y lo científico, lo subjetivo y lo ameno. Escribe para todo el mundo con el objetivo de combatir los errores comunes, las supersticiones y las falsas creencias populares. Escribe con una fe religiosa profunda pero empleando la razón: su religiosidad no fue obstáculo para poner en tela de juicio su ortodoxia y atacó los falsos milagros por considerarlos como un insulto a la divinidad. . Trató una gran variedad de temas, entre los que destacan la defensa de la mujer, la repulsa a la sociedad estamental y la defensa por los más desfavorecidos y por la igualdad de todos los hombres. Su crítica equivale a la negación del principio de autoridad en que se fundamentaba toda la cultura precedente. Se propone ser “desengañador de las españas” y su obra responde al planteamiento de Voltaire “atrévete a pensar por ti mismo” o al kantiano “atrévete a saber”. Se caracterizó por una tolerancia admirable, se preocupó por la reforma de los estudios y se mostró reacio ante la falsa piedad (la de apariencia) contra la que dirigió sus críticas.
En cuanto al estilo, emplea una lengua de gran viveza y espontaneidad, opuesta al retoricismo. Su prosa posee un tono familiar y natural, sin afectación, fruto de una gran depuración y elaboración, a pesar de que él afirmara que su estilo había surgido espontáneamente. El acierto de su prosa se debe a lo que él llamó “tino mental”. Sus obras más destacables son Teatro Crítico Universal, en laque abundan paralelismos y contrastes, y Cartas eruditas y curiosas, de estilo más llano, como requería el género epistolar. Dice usar los recursos expresivos no con fines estéticos, sino para llamar la atención y hacer el mensaje más eficaz. Influyó en Cadalso, Jovellanos y Larra.
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)
Ocupó importantes cargos públicos y participó de forma activa en la política del país. Firmaba sus escritos con el pseudónimo de Jovino.
Su obra estrictamente literaria es escasa: dos dramas, El Pelayo y El delincuente honrado, y varios poemas. Sus escritos más importantes están en prosa y son didácticos: políticos, históricos, económicos, filosóficos, filológicos... En ellos instruye, formula críticas y propone reformas para elevar la dignidad espiritual y material de España. Entre sus obras destacan Memoria sobre espectáculos y diversiones e Informe sobre la ley agraria, en el que propugnaba una valiente reforma de la propiedad agrícola. En Elogio a Carlos III exalta la política que el monarca había desarrollado en su reinado, en especial las reformas económicas. Fue un ilustrado reformador, no un revolucionario, pero las que hoy nos parecen moderadas reformas debieron resultarles a los tradicionalistas de entonces peligrosos alardes de subversión.
José Cadalso (1741-1782)
Recoibió una educación cosmopolita. En Madrid tuvo amores con una joven actriz, Filis en sus poemas, que murió a los 25 años, hecho que puede estar reflejado en sus Noches lúgubres. Participó activamente en la vida política y cultural de España pero acabó desengañado de la vida de la Corte.
Comienza escribiendo poesías en su exilio aragonés que culminan en sus Ocios de juventud, colección de sonetos, poemas satíricos y anacreónticos. Escribió también dos tragedias, pero sus obras más importantes están escritas en prosa:
Cartas marruecas: 90 epístolas en total, cuyo eje principal son las opiniones de un extranjero que tiene una cultura diferente y que ponen de relieve, por contraste, los defectos de la sociedad occidental, un recurso que ya había utilizado Montesquieu en sus Cartas persas. La obra es en realidad un ensayo sobre España en el que se analizan los males del país como una vía para encontrar un posible remedio. Tres personajes o corresponsales nos hablan sobre diversos aspectos de la época: Nuño, un español que conoce bien su patria; Gazel, un marroquí que viaja por España, y Ben Beley, un sabio marroquí que está por encima de lo accidental, con lo que se nos ofrecen diferentes perspectivas sobre una misma realidad. Los temas más recurrentes son la frivolidad de ideas y costumbres, la crítica injustificada de España, la decadencia de la industria, la crítica de la nobleza que vive de la herencia y no quiere educarse, etc. El motivo principal, según él, del retraso de España reside en las continuas guerras (que han dejado yermo el país y han destruido el hábito de trabajo), el gran capital que se traía de América y que también propició que no hubiera obligación de trabajar y el atraso científico y la degeneración de la cultura española en superficialidad y pedantería, así como el orgullo y el espíritu de rutina. Nos muestra una España que es el esqueleto de un gigante y propone como soluciones el cultivo de la ciencia y de la virtud y el ejemplo de otras naciones más prósperas, aunque se deja llevar por cierta indolencia ensoñadora, un tanto pesimista.
Noches lúgubres: obra póstuma que nos ofrece a un Cadalso retórico y efectista, que en nada recuerda al irónico y reflexivo de las Cartas. Está dividida en varias “noches” en las que se desarrolla, de forma dialogada, el episodio que luego habían de atribuir realmente al autor: Tediato, enajenado por la muerte de su amada, intenta, con la ayuda del sepulturero Lorenzo, desenterrarla para morir junto a su cadáver en casa, aunque la intervención del juez le impide conseguir su propósito.
La obra supone la primera manifestación del prerromanticismo en España, aunque la mayoría de la crítica coincide al afirmar que se trata más bien de una obra filosófica que trata de la injusticia del mundo (la prematura muerte en la juventud), que coincidió cronológicamente con el advenimiento del movimiento romántico. Son rasgos típicamente románticos el ambiente tétrico (relámpagos, cementerios, cárceles, gritos en la noche...), el Dios de Tediato, que es el Dios de los elegidos para el dolor, las exclamaciones pesimistas, la naturaleza como reflejo de su estado de ánimo y la manifestación de un dolor altruista por el prójimo. El héroe romántico se regodea en su propio dolor y quiere vengarse del mundo privándole de su presencia. Se han señalado como posibles fuentes Pensamientos nocturnos de Young y la leyenda folklórica de la Difunta pleiteada.
El estilo se caracteriza por el predominio del estilo nominal, numerosas aposiciones y escasez de verbos, que convierten la narración en una prosa rítmica. Vocabulario típicamente romántico.
Eruditos a la violeta está compuesta a modo de siete lecciones que un profesor imparte a sus discípulos. La sátira y la ironía son transparentes: el profesor, con el objeto de preparar a los alumnos para su triunfo y lucimiento en sociedad sin esforzarse en serio, les enseña las cuatro nociones indispensables que les permitan aupar su petulancia de supuestos sabios y escritores de moda.
Ignacio Luzán.
Autor de la Poética más importante del siglo XVIII, que se convirtió en manual y programa de la nueva poesía. Recomienda un empleo moderado y cuidadoso del lenguaje figurado, regido siempre por la claridad (pureza), el orden y la proporción. Exige además a la poesía que sea útil y deleitable.

TEATRO

Hubo una gran afición al teatro en este siglo, marcado también por las constantes polémicas entre los defensores del teatro posbarroco y los partidarios de una renovación neoclásica. Se distinguen claramente dos líneas:
COMEDIA POSTBARROCA.
Continuaban las fórmulas de Calderón: se repiten temas y argumentos pero se complican la intriga y el montaje. Se basan más en el espectáculo que en el texto. Fueron las que gozaron de mayor éxito entre el público. Entre ellas destaca No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague de Antonio Zamora.
Este teatro sería el blanco de las críticas de autores como Moratín, que les acusaban principalmente de la falta de verosimilitud en las obras, aunque también apuntaban a principios éticos y religiosos: “escuela de maldad” y “espejo de lascivia” llegó a calificar Moratín padre al teatro barroco.
TEATRO NEOCLÁSICO.
Los ilustrados concibieron el teatro como instrumento idóneo para las reformas de índole social y moral, dándole una trascendencia política de la que hasta entonces había carecido y convirtiéndolo en espejo de costumbres (razón, moral pública y orden social). Sus partidarios rechazaron el resto de obras dramáticas por su falta de verosimilitud y por atentar contra el decoro poético (falta de adecuación entre los personajes y su habla).
Son obras en las que prima el texto sobre el espectáculo que respetaban la regla de las tres unidades (lugar, tiempo y acción). Se trata de comedias que tienen una intención didáctica y que presentan tipos y conflictos universales de los que se pudiera extraer una enseñanza útil. Lo cierto es que, a excepción de la obra de Moratín, las obras neoclásicas tuvieron un público muy minoritario. Esta comedia usó el verso hasta que Moratín introdujo la prosa.
Leandro Fernández de Moratín encarna a la perfección el ideal de hombre ilustrado y su obra dramática es el mejor exponente de la comedia neoclásica española (respeto de las tres unidades, enseñar deleitando, imitación verosímil de la realidad, presentación de una sociedad fundamentada en la clase media como motor del país y decoro poético). Su vida posee los sinsabores de una época convulsiva: tomó partido por José Bonaparte durante la invasión, por lo que después tuvo que huir de España. Murió en París.
Escribió su obra dramática a fines del siglo XVIII y principios del XIX y creó la comedia española moderna, en la que el público ya no espera sorpresas de una intriga complicada sino la evolución lógica y razonable de los acontecimientos. Nos presenta a gente normal con problemas domésticos de forma instructiva y agradable. Escribe sobre costumbres nacionales, sobre lo que conoce, y quiere con ellos denunciar errores comunes, al igual que hacía el padre Feijoo. Sus cinco comedias, en realidad, giran en torno al tema de la inautenticidad como forma de vida:
El viejo y la niña (1786) inicia el tema que iba a ser dominante en su teatro: la práctica de estipular matrimonios violentando el deseo de los contrayentes. La tesis del autor no es tanto defender que la mujer tenga libertad a la hora de escoger marido como denunciar los peligros de las bodas irracionales.
El barón (1787): el tema es la elección libre del marido.
La comedia nueva o El Café (1792) responde al deseo de censurar los dramas que a finales del XVIII representaban la última degeneración del teatro barroco, que están plagados de inverosimilitudes y que carecen de un fin didáctico o útil a la sociedad. Refleja esta obra la situación del teatro del momento, que queda satirizado.
La mojigata (1804) es una crítica al vicio, a la hipocresía y se incide en el tema de las mujeres sometidas a la voluntad paterna. Moratín no censura la autoridad de los padres sino el uso despótico y el abuso de ella.
—El sí de las niñas fue estrenada en 1806 y llevaba a escena una realidad social de la época: las bodas arregladas por padres y tutores sin contar con la voluntad de la novia. La finalidad de la obra no era tanto proponer soluciones (el divorcio era impensable) como concienciarse del problema y denunciar las conductas que lo ocasionaban.
El lenguaje que usa Moratín es sencillo y natural sin caer en la vulgaridad. Fue el primer autor en introducir en este tipo de teatro la prosa, lo que suponía además una toma de postura ideológica, pues se desvinculaba de los cánones heredados del teatro del siglo XVII. El respeto de las tres unidades se consigue sin la menor inverosimilitud. Todo en la obra es moderado: el sentimiento, la gracia, la amistad, el amor.
La mujer cobra una inusitada importancia para la época en esta obra. El tema, como también señalamos al principio, es la imposición paterna en el casamiento, frente a lo natural y racional, que es el amor entre dos jóvenes, aunque la educación de la mujer también juega un papel fundamental. Moratín nos dice con esta comedia que la autoridad paterna debe ejercerse de una manera no despótica.
La preocupación de aquellos que como Moratín defendían la libertad de la mujer en la elección del marido no era tanto por considerarla capacitada para adquirir las mismas libertades que los hombres, sino, muy al contrario, porque se pensaba que las bodas irracionales a la larga provocarían que las mujeres buscaran fuera del matrimonio, y por lo tanto en una situación de adulterio, el pretendiente que les gustara.
Estuvo representándose 26 días seguidos y gustó a todos los públicos (clases acomodadas y clase media). La clase media se sentía identificada con la historia. El éxito demostró que el respeto por la regla de las tres unidades no era incompatible con la popularidad de una obra, de lo que se deduce que el público permanecía en su mayoría totalmente ajeno a la polémica.


También se compusieron tragedias neoclásicas que, como las comedias, se atienen a las tres unidades dramáticas. Solían mostrar personajes históricos y estaban ambientadas e inspiradas en la Edad Media española o en la antigüedad grecolatina. Algunos ejemplos destacables son: La Raquel de García de la Huerta, Guzmán el Bueno de Moratín padre o Pelayo de Jovellanos.
OTRAS PIEZAS QUE SE REPRESENTABAN.
sainetes: son piezas breves y humorísticas que reflejan tipos y costumbres populares, y que se convirtieron en el espejo de los aspectos pintorescos y cómicos de la vida cotidiana, del lenguaje y usos del pueblo. Su finalidad era divertir al público mediante los diálogos cómicos e ingeniosos y la caricatura.
En la composición de estas piezas menores debemos destacar a Ramón de la Cruz, que fue convertido por la crítica en defensor del casticismo frente al afrancesamiento. Su obra más importante fue El Manolo, un remedo a la tragedia neoclásica en la que hace que mueran todos sus personajes sólo para respetar las normas del género.
teatro musical o tonadillas, antecedentes del género chico.
comedias de teatro, que suponen el precedente del teatro romántico. El texto es un pretexto para crear espectáculo. Son comedias de santos, de magia y de militares; también tuvieron mucho éxito las comedias lacrimosas o sentimentales, en las que abundaban las escenas patéticas para poner en evidencia la falta de comprensión de la sociedad. La obra que dio el espaldarazo al género fue El delincuente honrado de Jovellanos.

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