SOLUCIÓN COMENTARIO DE TEXTO HUMANÍSTICO
Estamos ante un texto humanístico de tema histórico.
En él el autor expone su opinión acerca de la personalidad humana del
Conde-Duque de Olivares. Lo hace tomando partido frente a quienes ven en esa en
esa figura histórica “un monstruo de vanidad y de astucia”. Para ello recurre a
exposición y a la argumentación como
modalidades discursivas. Se trata además de una exposición histórica planteada dialectalmente (se contraponen dos
tesis opuestas) que se dirige evidentemente a un público no especializado: la claridad y la sencillez expresivas, así como
el hecho de que la exposición sea más importante que la argumentación
dialéctica (la cual es implícita hasta el último párrafo), garantizan la
finalidad divulgadora del texto. Con
todo, en tanto que exposición histórica y psicológica, el texto manifiesta la
cualidad especulativa de su lenguaje
en el abundante vocabulario abstracto
que contiene. El carácter subjetivo de
la exposición (opinión del autor sobre un asunto histórico concreto) deja
abierta la posibilidad al artifico
literario ( o recursos literarios, como le hemos llamado siempre)
No cabe duda de que nos encontramos
ante el género del ensayo, el género
literario más idóneo para la divulgación de temas humanísticos. Las
características más notables de este género son (recordémoslas y después
analicémoslas en profundidad):
—empleo frecuente de vocabulario
abstracto.
—la exposición y la argumentación como
modos de discurso dominantes, aunque sometidos a la claridad impuesta por la
finalidad de divulgación inherente al ensayo.
—la aparición de artificios
literarios como recursos expresivos de la subjetividad del autor.
Veamos ahora los rasgos lingüísticos por niveles, como
hemos venido haciendo en la mayoría de los comentarios.
La característica más importante de
la exposición de esta exposición es la claridad,
que se comprueba en los distintos niveles lingüísticos: fonológico, gramatical,
léxico y semántico.
En el nivel fonológico es relevante la entonación, que es predominantemente enunciativa.
En el nivel léxico el rasgo más relevante es el empleo de vocabulario común, no especializado, en
perfecto equilibrio con el uso del vocabulario
abstracto propio del ensayo humanístico: alteración mental, delirio,
espíritu de grandeza, ambición, demencia, vanidad, astucia... Léxico abstracto
pero que alcanza la cota de un vocabulario específicamente científico. También
es un factor de claridad.
Desde una perspectiva semántica es evidente que en el texto se combina la exposición
propiamente dicha con la argumentación y la narración. Pero la argumentación
(el modo más idóneo para la especulación científica y, por ello, el que supone
mayor dificultad para un lector no especializado), aparece en el texto de forma
implícita en el último párrafo y en
una oración como forma expresiva de la “conclusión”
que ha obtenido el autor de la previa exposición: frente a la opinión
manifestada en los “retratos y los cuentos”, según la cual Olivares “era un
monstruo de vanidad y de astucia”, se levanta la opinión del autor que tiende a
comprender y a valorar la peculiaridad del temperamento de Olivares. El reducir
la argumentación al mero contraste de opiniones en la conclusión del texto
indica que la actitud comunicativa del hablante se rige por el imperativo de
claridad.
Idéntico significado entraña el
hecho de que la exposición se revista con los ropajes de la narración, ya que
ésta es una modalidad discursiva que despierta mayor interés en el lector que
la seca exposición y que, por eso mismo, favorece la claridad del texto
divulgativo.
El uso de estos modos de discurso
determina igualmente el predominio de la función
referencial del lenguaje, lo que es un nuevo argumento a favor de la
claridad expositiva. Aunque, junto a ella, se destaque también la expresiva pues el texto expresa la opinión del autor respecto a la figura de Olivares, aunque pretenda ser objetivo.
La subjetividad se manifiesta en forma de una no
disimulada simpatía del autor por el
personaje: lo comprende y compadece y lo defiende de las acusaciones
tradicionales. Esta subjetividad se
manifiesta en: la selección léxica, las
figuras de pensamiento y la adjetivación.
—el cultismo “postrero” y el
arcaísmo “alzar gente a caballo” son recursos estilísticos que prestan dignidad
literaria al texto.
—para atenuar cualquier inculpación
del personaje: perífrasis o circunloquios: “alteración mental” “amor
clandestino”; lítotes: “No es de los rasgos menos llamativos”; paradoja:
“entrañables miserias humanas”, en la que además vemos la anteposición del
adjetivo, que indican claramente la subjetividad del autor; metáforas y
antítesis, por ejemplo, para el autor es un “gigante” mientras que para sus
detractores es un “monstruo”
—el adjetivo es abundante:
predominio del adjetivo calificativo especificativo; el explicativo o epíteto
apenas aparece: “triste declinación”; lo que significa que es más importante la función referencial que la
expresiva. Además, hay un equilibrio de la posposición y la anteposición
del adjetivo especificativo: la valoración subjetiva y objetiva se compensan,
lo que confirma la intención de expresar lo subjetivo de un modo objetivo,
aunque los casos en los que aparece la anteposición son claves porque el autor
manifiesta abiertamente su postura subjetiva: “absurda esperanza” “Tan hondas,
tan entrañables miserias”
En cuanto a la
función literaria, hay que tener en cuenta que los artificios literarios son recursos expresivos de la subjetividad del autor. La subjetividad es característica del ensayo,
pero en el texto se expresa de forma objetiva..
La función apelativa, la explicaremos más adelante.
En cuanto a la sintaxis hay un equilibrio de coordinación
y subordinación, que también
favorece la claridad. Entre las subordinadas las más frecuentes son las adjetivas (las desdichas que le
rodeaban, el papel con el que se defiende de los que cobardemente le atacan … y
en el que por primera vez se alza…, en la demencia que será estudiada en el
último capítulo) y
las sustantivas (de CN: su absurda esperanza de tener hijos; de CD: pide al rey que le permita alzar
gente; de CCFinal: pieza esencial
para juzgarle, … gente de a caballo para socorrer la frontera de Portugal; de C.Rég: se daba cuenta de que todo
estaba perdido), que precisan las significaciones, y las adverbiales, sobre todo las temporales (un destello más … cuando
pide al rey que le permita…), que añaden matices circunstanciales.
También se percibe un equilibrio
entre la aparición del sintagma nominal y el verbal. También tenemos que destacar el uso casi sistemático del SN en función de
aposición (Aquel mismo año, 1641; un testamento, pieza esencial...), fundamental
para la claridad de esta exposición.
El empleo de las formas personales
del verbo también obedece a la intención de claridad. El tiempo predominante es
el presente histórico que comunica
objetivamente (indicativo) sucesos pasado (narración histórica) presentados
desde la perspectiva actual del hablante y el oyente (exposición): hace
testamento, reconoce al hijo de un amor adúltero, se defiende, le atacan…).
También se utilizan las formas genuinas del pasado: imperfecto, que ordena el primer párrafo narrativo: “Olivares se
daba cuenta...”, y el indefinido,
que aparece al final de la narración: “Después se fue poco a poco hundiendo”
“Así fue la vida interior”. El uso del indefinido tiene una finalidad clara:
llegado al final de la exposición narrativa (presente histórico) el autor
quiere que sus lectores se alejen mentalmente de los hechos dramáticamente
presentados para que puedan percibir con claridad y objetividad la conclusión
que inmediatamente les va a comunicar. El pretérito
perfecto se usa en la argumentación implícita para expresar lo duradero de
la leyenda, identificado con la tesis que se rechaza.
Las
formas de futuro son escasas.
También escasean las formas de subjuntivo.
La no intervención de la subjetividad del hablante en el texto también
determina la claridad. En “Pida al rey que le permita...”, el presente de
subjuntivo expresa la subjetividad del Conde-Duque de Olivares, su deseo, no el
del hablante. Sin embargo, “repitámoslo” tiene un valor exhortativo, puesto al
servicio de la función apelativa del
lenguaje: el autor llama la atención del lector en el momento en que va a
reiterar su tesis.
Encontramos varios ejemplos de conectores que dan al texto coherencia
y cohesión. Entre ellos destacan por su importancia los contraargumentativos (pero) y consecutivos o ilustrativos (en efecto).
En cuanto a la estructura del texto, podemos dividirla:
—Párrafo primero: exposición de la idea central
del texto: Olivares no es un loco, sino que en un momento determinado empieza a
sufrir una determinada alteración mental.
—Párrafo segundo y tercero: desarrollo narrativo
de esa idea. Son los más extensos.
—Párrafo cuarto: conclusión, encabezada por el
adverbio “así”. Se contrasta la opinión del autor con la versión estereotipada.
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