TEMA
7. EL TEATRO ANTERIOR A 1939. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS MÁS
REPRESENTATIVAS.
Desde
principios del siglo XX van relegándose paulatinamente las formas
del drama romántico, lleno de pasiones desmesuradas y lenguaje
altisonante y afectado, cuyo mejor exponente fue José de Echagaray
(1832-1916). El espectador comienza a interesarse por historias de
la realidad cotidiana que le atañen más directamente, pero rechaza
lo que se aparta de los temas tradicionales tratados con la técnica
de siempre, de ahí que hubiera tres tendencias que tuvieran éxito
comercial mientras que autores más inquietos estéticamente que
ensayaron procedimientos novedosos no llegaron al gran público.
TEATRO
QUE TRIUNFA
1.
TEATRO REALISTA
Llamada
también “alta comedia”, continúa la tendencia realista
de la segunda mitad del siglo XIX. Es el teatro burgués por
excelencia: sus temas oredominantes son las costumbres sociales, se
desarrolla en un marco urbano y se dirige a la media y alta
burguesía. Decorados, mobiliario, vestuarios y todo el atrezo son
elegidos para producir un realismo escénico que refleje fielmente
los ambientes cotidianos.
Máximo
representante: Jacinto Benavente. Comenzó su carrera
denunciando los defectos y convenciones de la clase media y alta,
atacando el arribismo y la hipocresía., lo que le granjeó la
admiración de los jóvenes escritores del momento por su carga
crítica y su renovación del lenguaje teatral, pero su obra El
nido ajeno (1894), tuvo muy mala acogida por parte del público
por lo que en adelante el autor prefirió ir acomodando la temática
de sus obras a los gustos y preocupaciones de la sociedad. Se
convirtió en una especie de cronista de la buena sociedad,
escenificando con tono condescendiente sus prejuicios e
intolerancias, actitud que no le perdonaron los intelectuales de la
época. Entre sus obras destacan los dramas rurales La malquerida
y Señora ama, y otras
que están en la línea de la llamada “comedia de salón” como La
noche del sábado, Rosas de otoño..., pero su obra maestra es
Los intereses creados, farsa que utiliza los personajes y el
ambiente de la vieja comedia dell'arte, pero que encierra una cínica
visión de los ideales burgueses, aunque prudentemente edulcorada.
Benavente
hizo un teatro sin grandilocuencia, con una fina de presentación de
ambientes cotidianos y una “filosofía” trivialmente desengañada.
Destaca su habilidad escénica, su ingenio y la fluidez de sus
diálogos. Su línea fue seguida por Gregorio Martínez Sierra,
Manuel Linares Rivas o más modernamente Luca de Tena o Calvo Sotelo.
2.
TEATRO EN VERSO.
Hacia
1910 comienza a elaborase un teatro en verso de signo antirrealista,
heredero del teatro romántico de mediados del siglo XIX, y
modernista por su lenguaje y la presentación de ambientes y
personajes. Con resonancias del teatro del Siglo de Oro, su temática
principal fue el drama histórico. Su postura es anticrítica y
apologética, en oposición a la Generación del 98: se exaltan
personajes y situaciones de la España medieval e imperial,
idealizando y mitificando la grandeza del imperio español. Se trata
de un teatro briullante pero vacío, puro ejercicio de virtuosismo
dramático. Un teatro verdaderamente poético requerirá el ingenio
de un Valle o un Lorca. Sus máximos representantes fueron:
Eduardo
Marquina (1879-1946), que
ensalzó los valores tradicionales de valentía, nobleza, nostalgia
del pasado imperio y patriotismo en En
Flandes se ha puesto el sol
y Las hijas del cid.
Francisco
Villaespesa (1877-1936). En El
Alcázar de las perlas, Abén Humeya y otras, evoca la España árabe,
el mundo oriental y la historia de España, y se ambienta en lujosos
salones habitados por atractivas princesas.
En
este estilo modernista harán también teatro los hermanos
Machado, coautores de La
Lola se va a los puertos
obra ambientada en la Andalucía popular del cante jondo.
3.
TEATRO CÓMICO
Toma
la tradición de los pasos de Lope de Rueda, los entremeses y los
sainetes. Engloba dos géneros que alanzaron gran éxito entre el
público: la comedia costumbrista y el sainete (fue a finales del
siglo XIX la modalidad característica del “género chico”, en la
mayoría de corta de extensión; ahora se amplía y va perdiendo la
parte musical). representantes:
Carlos
Arniches (1886-1946). Su obra
original se clasifica en dos garndes grupos:
--Género
chico: sainetes de ambiente madrileño, como El
Santo de la Isidra, Los guapos o
La Doloretes.
Interesantes por su habla castiza (creada en parte por el autor), los
personajes son tipos populares tratados con gran fuerza expresiva y
rasgos melodramáticos, la comicidad se logra con graciosos diálogos
y el chiste fácil.
--Tragicomedia
grotesca: funde lo risible y o conmovedor, con una observación de
las costumbres más profunda y una actitud crítica ante las
injusticias. Un buen ejemplo es La señorita de Trevélez.
Los
hermanos Quintero, Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944).
Nos presentan en sus sainetes una Anadalucía artificial, edulcorada
y sin asomo de problemática, que no representa en absoluto la
Andalucía real. Las obras están pobladas de tipos andaluces,
simpáticos, bondadosos, con sabor local y cierto sentimentalismo.
Dominan la técnica teatral logrando la comicidad con situaciones
disparatadas, juegos de palabras y lenguaje fluido, gracioso y
ocurrente. Conciben el teatro como producto de consumo. Diferenciaron
entre sainete (un sólo acto que refleja tipos y costumbres
populares) y comedia (al menos dos actos y refleja tipos y costumbres
no populares). Escribieron unas 200 obras entre entremeses,
juguetes, sainetes, zarzuelas, comedias y dramas, de las que
destacaremos: La reja,
Abanicos y panderetas, El patio, Las de Caín.
Pedro
Muñoz Seca (1881-1936). Destaca
en el terreno de la parodia: creó un nuevo género llamado astracán,
degeneración de un híbrido teatral que mezcla elementos del juguete
cómico y del melodrama cómico de costumbres. Son piezas
descabelladas sin más objetivo que levantar la carcajada. Destaca La
venganza de Don Mendo.
No
podemos dejar de mencionar el
teatro lírico. El
género chico
tuvo una vida breve. En Madrid y Barcelona había muchas salas de
este género. Es un teatro de consumo con estructura fija, dominado
por las voces del elenco. El sainete y otros géneros se adaptaron
con partes cantables. Con su declive, la zarzuela recobró prestigio
y su repertorio se renovó. Desde los 30 vuelven a estrenarse nuevas
obras aunque con menos éxito.
B.
TEATRO INNOVADOR Y MINORITARIO.
Se
alejan del realismo dominante y ensayan nuevas fórmulas dramáticas.
Entre ellos, se alzan Valle Inclán y Lorca.
1.
TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 98
Unamuno.
Cauce
de expresión para los conflictos humanos que le obsesionan (muerte,
angustia, inmortalidad...). Son dramas de ideas con un diálogo denso
y sin concesiones a las exigencias escénicas, personajes a los que
confiere un carácter filosófico o simbólico, y todo ello presidido
por la concepción unamuniana de la obra como “desnudez”.
Destacaremos La
Raquel encadenada, Fedra, El otro o
La esfinge.
Azorín.
Quería
renovar el teatro apartándolo de la realidad, lo que se traduce en
un teatro antirrealista (que
permita aflorar el mundo del subconsciente lo maravilloso) y
subjetivo, en la línea de lo irreal y simbólico. Destaca Old
Spain y La guerrilla.
Diálogos animados y vivos. Su mejor obra: Angelita
sobre su obsesión por el tema del tiempo.
Valle
Inclán. Su teatro tiene una clara vocación de ruptura, tanto en
la forma como en la temática, lo que le convierte en una de las
cumbres del teatro europeo del siglo XX. En su obra, al igual que en
la novela, se observa un proceso de evolución que va desde los
dramas “decadentistas” de raíz modernista hasta el esperpento,
aunque este desarrollo no es lineal. Podemos dividir sus obras en:
--Tres
obras varias (estética modernista): El Marqués de
Bradomín, Voces de gesta, Cuento de abril. La primera es una
adaptación parcial de Sonata de otoño que inicia la técnica
de múltiples lugares de acción, técnica que se deriva del origen
novelesco de la obra.
--Etapa
de transición: las comedias míticas. En esta etapa cabe destacar:
la trilogía de las Comedias bárbaras, llamadas así porque
su técnica es teatral y por las violentas pasiones que perturban a
sus sombríos y malditos personajes, así como por la visión
apocalíptica del mundo. Supone un alejamiento de los ambientes
esteticistas del Modernismo y la primera muestra de su “teatro en
libertad” (libertad de imaginación creadora). La acción se sitúa
en Galicia. Muestra la descomposición de una sociedad arcaica y
rural. Divinas palabras, que también tiene Galicia por
escenario, se puede incluir ya en la estética del esperpento por su
tema y sus características.
--Las
farsas: las obras de este ciclo aparecen recogidas bajo el título
Tablado de marionetas para la educación de los príncipes.
Elige la farsa para ridiculizar personajes y situaciones, lo que
supone un paso más hacia el esperpento, por cuanto tiene de
antirrealista y de situaciones caricaturescas y extravagantes.
También hay que destacar La Marquesa Rosalinda, obra que
entrecruza elementos procedentes del teatro de marionetas con otros
de la commedia dell’arte y del entremés, dando origen a una farsa
sentimental y grotesca, que es superación y homenaje de la visión
modernista.
--Los
esperpentos: el esperpento se constituye en un método fustigador
contra una determinada sociedad: pretende comunicar el sentido
trágico de la vida española a través de una estética deformadora:
física, espiritual, de lenguaje y de acción (el espejo
cóncavo).Valle Inclán plantea una particular tensión dramática:
belleza y sangre, alegría y crueldad, técnica y absurdo, vida y
muerte. El esperpento supone la superación del dolor y de la risa.
Los personajes, se transforman en marionetas, en fantoches. Las obras
están teñidas de sarcasmo y mordacidad, lo que hace más ácida la
crítica. Los títulos más destacados: Luces de bohemia
(destacar las novedosas y litearias acotaciones del autor y la
gran variedad de registros lingüísticos que recoge, que van
del más culto al más vulgar) y tres piezas breves
recogidas en Martes de carnaval.
Jacinto
Grau. Coetáneo a la Generación del 98 pero con una estética
próxima al Novecentismo, realiza un teatro eminentemente
intelectual, esbozando en sus obras planteamientos filosóficos y
trascendentales. Entre sus títulos, destacaremos El hijo pródigo,
El conde Alarcos y su mayor éxito, El señor de Pigmalión.
2.
TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 14.
Aunque,
como ya hemos señalado, sea un autor difícil de clasificar, el
inigualable Ramón Gómez de la Serna
combinó elementos simbolistas, modernistas, dadaístas y
presurrealistas. Reacciona contra la burguesía puritana y vulgar.
Los medios seres,
Escaleras.
3.
TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 27.
Federico
García Lorca. Es
el suyo un teatro poético. Para Lorca el teatro es “la poesía que
se levanta del libro y se hace humana”, con lo que
defiende la necesidad de un teatro vivo que refleje las tragedias que
constituyen la vida cotidiana del pueblo, un teatro que tiene que ser
emoción y poesía “en la palabra, en la acción y en el gesto”,
un teatro totalmente humano pero con una recreación poética que
vaya más allá de la realidad, que la trascienda. Un teatro, además,
con una clara y firme voluntad didáctica, educativa, pues está
destinado a elevar el nivel cultural de sus destinatarios, el pueblo.
Lorca, además, concibe el teatro como un espectáculo total en el
que se unen poesía, música, baile y coreografía, ya que, en su
opinión, la novedad del teatro viene asociada a la “plástica”.
Un buen ejemplo de esta concepción dramática es Bodas de sangre.
Lorca
toma influencias del teatro modernista (la estructura de dramas en
estampas, preferencia por el mundo rural), del teatro clásico
español ( fusión de música y danza), y del teatro de títeres
(como lugar de encuentro de una dramaturgia primigenia y popular).
Su temática: el
mito del deseo imposible, el conflicto entre la realidad y el deseo,
el choque del autoritarismo y la libertad.... aunque el elemento
neurálgico del universo lorquiano es la frustración. Lorca lleva a
escena destinos trágicos, pasiones condenadas por la soledad o la
muerte, amores marcados por la esterilidad, y en varias obras todo
ello aparece encarnado en personajes femeninos.
Sus personajes
funcionan como arquetipos, como esencias, de ahí su preferencia por
los personajes femeninos (encarnan más dramáticamente el ansia de
libertad en una sociedad patriarcal y machista).
En cuanto al
lenguaje, de nuevo conviven poesía y realidad: habla de un claro
sabor popular y poderoso aliento poético. Destaca por la densa
presencia de símbolos, metáforas y comparaciones.
En cuanto al estilo,
hay que poner especial atención a su uso del verso y la prosa. Sus
dos primeras obras están escritas totalmente en verso: El
maleficio de la mariposa y Mariana Pineda. En prosa
escribió La casa de Bernarda Alba (una prosa profundamente
poética). En el resto de sus producciones combinó prosa y verso.
En la evolución de
su teatro la experimentación es el elemento determinante. Partiendo
del drama modernista, adopta las posibilidades escénicas de la
Vanguardia y los recursos de la tradición popular en busca de la
expresión adecuada para desarrollar todo el conflicto temático de
sus obras:
—Teatro
modernista: Mariana Pineda, escrita en verso.
—Etapa de las
farsas: entroncan con formas populares del teatro de títeres.
Escribe farsas para guiñol (Retablillo de Don Cristóbal),
farsas para personas (La Zapatera prodigiosa, Amor de Don
Perlimplín con Belisa en su jardín). Su farsa, al revés que
Valle, intenta engrandecer a sus personajes por su dimensión
trágica.
—Criptogramas:
denominación que incluye El público y Así que pasen
cinco años. El propio Lorca las calificó como “comedias
imposibles”. Alto grado de experimentación: rupturas de lógica
espacio-temporal, desdoblamientos de personalidad, multiplicación de
interpretaciones posibles... Se sitúan en una línea superrealista.
—Neopopularismo:
destacan sus tragedias Yerma, Bodas de sangre y La casa de
Bernarda Alba. Su secreto consistió en eliminar los estratos
superficiales y ahondar allí donde la superstición, las faenas de
la tierra y las relaciones humanas se hace rito.
Doña Rosita la
soltera o el lenguaje de las flores no es tragedia rural pero
está montada sobre valores populares. Es un drama urbano (Granada)
que simboliza la frustración femenina: su protagonista consume lenta
e inútilmente su vida esperando al amado ausente.
Hay que destacar la
creación de “La Barraca”, con la que realizó una entusiasta
labor representando en los pueblos españoles obras de nuestro teatro
clásico.
Otros autores del
27 o coetáneos a esta generación:
—Alberti:
El hombre deshabitado, El adefesio, Noche de guerra en el Museo
del Prado.
—Miguel
Hernández: Obras con matiz político: Pastor de la muerte.
(lo meto aquí, aunque no sea realmente del 27)
—Salinas:
El director, La cabeza de
Medusa.
—Jardiel
Poncela: Supone la renovación
del teatro cómico: sus obras se acercan al teatro del absurdo.
Eloísa está debajo de
un almendro.
4.
EL TEATRO DE EVASIÓN: ALEJANDRO CASONA.
Dirige
antes de la guerra varios grupos para difundir el teatro clásico.
Rasgos: Ingenio dramático, simbolismo y gran calidad en su lenguaje.
Obra: La sirena varada. En Nuestra Natacha rompe con la
estética del teatro poético y gana en contenidos críticos. Otras
obras: La molinera de Arcos, Los árboles mueren de pie, Prohibido
suicidarse en primavera. Aciertos: ilusión y fantasía mezclados
con misterio e intriga, ambientación.
5.
TEATRO TESTIMONIAL Y REALISTA: MAX AUB.
Su trayectoria
supone una constante experimentación.
—Teatro
de vanguardia: cuando está triunfando Benavente,
escribe un teatro innovador y de minorías. Trata aspectos
existenciales (problemas de comunicación, lo objetivo y o
subjetivo). Tiende a lo discursivo en detrimento de la acción.
Obras: Crimen, Narciso, Jácara del avaro.
—Teatro
de urgencia: De baja calidad. Pedro López García.
—T. de
testimonio: inmerso en el exilio se siente solidario con los
otros exiliados, abocados y víctimas de la tragedia universal, la
guerra, la injusticia, el odio y la deshumanización. Consigue en
esta línea sus mejores obras: Cara y cruz, No, Morir por cerrar
los ojos, Deseada.
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