miércoles, 9 de noviembre de 2016

TEMA 2. NOVECENTISMO Y VAGUARDIA.


TEMA 2. NOVECENTISMO Y LA VANGUARDIA.
Contexto histórico.
El siglo XX comienza, según Hauser, tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918). España, pese a su neutralidad, también sufrirá hondos cambios a partir de la misma fecha. La crisis de 1917, con sus conflictos sociales, significa el fin de los partidos turnantes. Frente a la vieja oligarquía se alza con fuerza una creciente pequeña burguesía reformista, a la vez que las masas obreras ganan protagonismo. La decadencia de la Monarquía llevaría al golpe de estado de Miguel Primo Rivera en 1923. El cambio fue aceptado en un principio por los intelectuales, aunque después se opondrán al convertirse en una dictadura que prohíbe los partidos y pone fin al parlamentarismo. Tras el paréntesis de la dictadura (1923-1930), las nuevas fuerzas políticas propiciarán el advenimiento de la Segunda República (1931), aunque la pugna entre estas nuevas fuerzas y el viejo bloque dominante explicará los avatares de la República y el desencadenamiento de la Guerra Civil (1936-1939).
Históricamente la literatura de Vanguardia es la que corresponde a la posguerra que siguió a 1918, aunque algún movimiento como el Futurismo o el Cubismo sea inmediatamente anterior. Durante 10 años el viejo continente disfruta de una de una visible prosperidad y reina el optimismo: se siente el deseo de olvidar los horrores de la guerra y se practica una literatura de “evasión”, momento que Ortega llamó “la deshumanización del arte”. El clima es semejante en España, que había permanecido neutral a la contienda y que, pese a los cambios operados, vivió un periodo de relativa tranquilidad que coincide con los felices años veinte, el cansancio de lo bélico y las vanguardias artísticas europeas, aunque ya se están gestando los movimientos radicales que darían lugar al fascismo italiano y al nazismo alemán.
Sin embargo, esta situación dura aproximadamente hasta 1930: la depresión económica de Occidente, producto del Crack del 29, coincide con una honda crisis espiritual en la que naufragan el optimismo y los ideales que se habían forjado en la década anterior. La crisis afecta también a España, cuya descomposición no favorecía alegres evasiones. Se llega a tal extremo deshumanizador que a partir de los años treinta la literatura se debate entre el nuevo arte y la literatura de compromiso. En España, el estallido de la Guerra Civil impondrá el compromiso en toda actividad creadora.
LA GENERACIÓN DEL 14.
Los autores novecentistas configuran la segunda generación literaria del siglo XX, inmediatamente posterior a la Generación del 98. Tienen, por tanto, nuevas orientaciones ideológicas y estéticas que no son ni las de la Generación del 98 ni las del Modernismo (aunque autores como Juan Ramón Jiménez se iniciaran en la estética modernista), pero no suponen aún la ruptura radical de la Vanguardia, con la excepción del pionero Ramón Gómez de la Serna. Fue Eugenio D'Ors quien acuñó el término Novecentismo.
El Novecentismo se gesta en la primera década del siglo XX. El 1910 se fundan el Centro de Estudios Histórico y la Residencia de Estudiantes, encaminada a la formación de una clase rectora consciente, leal e informada. Ortega y Gasset insiste en rigor científico en los estudios históricos y en la formación de una minoría preparada para el ejercicio de su misión rectora, dos de las preocupaciones clave de esta generación, que presenta dos direcciones: hacia la minoría intelectual y hacia la educación de la mayoría de los españoles.
Ideología del Novecentismo.
En lo político, la mayoría procedía de reformismo burgués. Hombres como Ortega, Azaña o Marañón defendieron los ideales republicanos.
En lo cultural, aparece un nuevo tipo de intelectual: se imponen la pulcritud (VS bohemia modernista), una sólida formación universitaria (VS el autodidactismo noventayochista) y un examen sereno, objetivo, o al menos distanciado de los problemas: la claridad racional (VS posturas irracionalistas o exaltadas). Muchos tuvieron una vocación magistral orientada a la formación y educación de la mayoría a través de la cátedra, la prensa... Reaccionaron contra actitudes decimonónicas (antirrealismo y antirromanticismo) y se sintieron europeístas, atendiendo a lo universal (VS casticismo: Ortega y Gasset dijo de los españoles que es una raza “que se muere por instinto de conservación), lo que también les llevó a una preferencia por lo urbano frente a lo rural.
El problema de España sigue patente, pero con tintes menos patéticos, por reacción al pesimismo noventayochista, aunque pervive la concepción “castellanocéntrica” de España en autores como Ortega y Gasset. Son temas frecuentes la idea de la revolución desde el poder (heredera del regeneracionismo) y un elitismo cuya expresión máxima será la España invertebrada de Ortega.
Estética del Novecentismo.
Supone una superación tanto del Modernismo como de la Generación del 98 y un rechazo al Romanticismo y al Realismo trivial: se huye del sentimentalismo (se refrena lo dionisíaco y se potencia lo apolíneo), con lo que se abandona el tono apasionado y vehemente como el de Unamuno. Tres principios presiden la labor creadora: pulcritud, distanciamiento y equilibrio. Se crea bajo un imperativo de selección, lo que da como resultado una literatura para minorías, y se impone el intelectualismo para evitar lo sentimental. Todo conduce a un arte puro, que es mero placer estético, dado que tanto el arte como la literatura son creación, no reflejo de valores extrínsecos (de ahí el antirrealismo, antirromanticismo y antinoventayochismo). Este arte ha de liberarse de las contaminaciones demasiado humanas y ser intrascendente, fuente de goce intelectual, sin otra función social o redentora.
Se cuidan obsesivamente el lenguaje y el estilo, presidido este último por una idea de “tensión” (huida de lo fácil y desmañado). Conciencia de obra bien meditada, “bien hecha”.
Géneros literarios.
1. El ensayo.
Los ensayistas ocupan un lugar prioritario en esta generación. Destacaremos, entre todos:
Ortega y Gasset. Guía y maestro de la generación, funda en 1913 la “Liga para la Educación Política”, en 1915 la revista España y en 1923 la Revista de Occidente, que recoge las nuevas corrientes europeas y españolas de todos los ámbitos del pensamiento y la creación.
Máxima figura de la filosofía española del siglo XX, recogió en la España invertebrada su postura europeísta y su denuncia del aislamiento de nuestro país. Nos centraremos en sus ideas estéticas, expuestas en La deshumanización del arte. En este ensayo, constata la existencia de un nuevo arte pictórico, musical y literario, la Vanguardia, un arte que resulta minoritario e impopular porque la masa no lo entiende, debido a que es un arte puro: si en el siglo XIX se valora el arte por lo que tenga de humano y real, ahora sólo se valoran las calidades formales. De ahí la tendencia a la deshumanización, que relega las emociones humanas en favor de la pura emoción estética. Es, por tanto, un arte intelectual que no se basa en el contagio emocional. Por ello la poesía es antirromántica, pura creación verbal cuyo instrumento fundamental es la metáfora. Tiende a convertirse en juego, lejos de todo patetismo, de ahí la ironía y hasta un pirueteo cercano a lo deportivo. En Ideas sobre la novela lleva a cabo un análisis del género narrativo, mientras que Meditaciones del Quijote es un ensayo sobre los géneros literarios.
Eugenio D'Ors. definió a la nueva generación como europeísta, antibohemia, universitaria y laica. Obras: Glosario (anotaciones breves); Tres horas en el Museo del Prado y Lo barroco, que le dieron autoridad como crítico de arte; Oceanografía del tedio es la cima de su prosa, cuidada, limpia y de gran plasticidad.
Gregorio Marañón.
2. Novela.
Gabriel Miró. Gran capacidad para captar sensaciones y sentido lírico, en sus obras la acción se convierte en mero soporte para descripciones impresionistas. Domina el lenguaje, lleno de imágenes vivísimas, de emoción y belleza. Insinúa sin mostrar explícitamente. Estilo denso, gran detallismo, uso del estilo nominal, abundancia de sinestesias y ritmo lento. Obras: Las cerezas del cementerio, Nuestro padre San Daniel, El obispo leproso.
Ramón Pérez de Ayala. Comienza con un relato autobiográfico de corte noventayochista y evoluciona hasta la novela intelectual. Obras: Tinieblas en las cumbres, A.M.D.G, Luz de domingo.
Otros autores: Wenceslao Fernández Flores, Benjamín Jarnés.
3. Ramón Gómez de la Serna es imposible de encasillar, ejemplo de escritor puro. Para él, el mundo es un circo grotesco, sólo descriptible en términos de humor, aunque con un poso de amargura. Encarna el espíritu de vanguardia al estar en perpetua ruptura con los convencionalismos. Atendió a todos los géneros, menos a la poesía lírica. Su creación más personal son las greguerías (Humorismo + Metáfora = Greguería), publicadas por primera vez en 1910 en la revista “Prometeo”. Son apuntes breves que encierran una pirueta conceptual o una metáfora insólita, algunas son chistes y otras se acercan a la máxima filosófica. En el ámbito de la novela, supone la superación del canon tradicional realista-naturalista por su ingenio, su humor y los personajes estrafalarios; la acción es escasa, a menudo irreal y están llenas de greguerías que sorprenden al lector. Obras: Piso bajo, El doctor inverosímil. Escribió un teatro simbólico e insólito. Obras: La utopía, Los medios seres.
4. Poesía.
Los poetas tienden a una depuración estilística: son los años de superación del Modernismo que Pedro Salinas llamó “del cisne al búho”. La poesía de esta generación está presidida por la figura de:
Juan Ramón Jiménez. En 1900 se fue a Madrid a “luchar por el Modernismo”. Rubén Darío le influirá en este primer momento lírico impregnado de Romanticismo que luego repudiaría. En sus diversas estancias en Madrid frecuentó la Institución Libre de Enseñanza y la Residencia de Estudiantes. Se casó en NY en 1916 con Zenobia Camprubí. Residieron en Madrid hasta que estalló la Guerra Civil; a partir de entonces residirán en varios países hispanoamericanos hasta que en 1951 se asientan definitivamente en Puerto Rico, donde murió, dos años después de ganar el Premio Nobel.
Lleva a cabo la superación del Modernismo mediante un trabajo constante de depuración poética y gracias a una sensibilidad abierta a todo movimiento renovador. Es un poeta consagrado a su obra, aislado por su hiperestesia, que vivió en una persecución inacabable de belleza y palabra fundamental. Su poesía es minoritaria (“A la minoría, siempre”), de gran dificultad y hermetismo.
Su obra está presidida por un triple sed: de Belleza (expresión de un goce exaltado de lo bello, entreverado de melancolía e incluso de dolor), de Conocimiento (poesía como modo de penetración en la esencia de las cosas) y de Eternidad (como posesión inacabable de Belleza y verdad; preocupación angustiosa de la fugacidad de las cosas e idea muy particular de Dios, al que identifica con la Naturaleza, la Belleza absoluta o la propia conciencia creadora). Sus temas constantes: belleza, poesía, amor, eternidad, Dios.
Su obra se puede clasificar en varias etapas, aunque todas ellas son formas diferentes de acercamiento a lo inefable:
--Etapa sensitiva: de los comienzos a 1915. Sus primeros versos son muestra de un postromanticismo becqueriano y un tono adolescente, pero se aprecia pronto la impronta del Modernismo, como en Almas de violeta, Ninfeas. En 1903 escribe su primer gran libro, Arias tristes, poesía “vestida de inocencia”, sencilla de formas, contenida, transparente de emoción. Acento becqueriano evidente: sentimiento de soledad y melancolía y temas como el paso del tiempo o la muerte son propios de este neorromanticismo que penetra en el espíritu modernista o de un intimismo simbolista, que le aleja del Modernismo más ornamental y sonoro.
De 1908 a 1915 encontramos títulos como Elejías, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes, Sonetos espirituales: adopta los ropajes del Modernismo pero de un Modernismo intimista orientado hacia la contemplación y la confesión sentimental. Pero también compone libros de estilo más sencillo que presagian la inminente depuración del lenguaje poético: El viaje definitivo, Primavera amarilla. Su obra en prosa Platero y yo combina rasgos modernistas con rasgos de voluntad de pureza.
--Época intelectual: “Más se fue desnudando”(1916-1936). Estío (1915) da paso a una sensibilidad. Diario de un poeta recién casado (1916) supone la ruptura con el Modernismo: poesía desnuda en la que elimina todo lo anecdótico y tiende a la concentración conceptual y emotiva. Son poemas breves, densos, en versos escuetos y preferentemente sin rima o leves asonancias y también poemas en prosa que influirán en la poesía de vanguardia.
Siguen otros libros: Eternidades, Piedra y cielo, Poesía..., en los que continúa el proceso de depuración e interiorización que se traduce en una gran dificultad. llevado por la sed de conocimiento su palabra quiere ser un instrumento para penetrar en la realidad. La estación total corona esta etapa: anhelo de abolir el tiempo y de llegar a una posesión total de la belleza, la realidad y el propio ser.
--Época suficiente (1936-1958). Encontramos títulos como En el otro costado, Dios deseado y deseante, Animal de fondo. “Espacio” (poema incluido en la primera) es su obra cumbre de esta etapa: representa la síntesis definitiva de una visión panteísta de la naturaleza, con la que acaba fundiéndose. Poema de gran riqueza rítmica y metafórica.
Servirá de faro a los poetas puros y a los jóvenes del 27, y ya en la segunda mitad del siglo serán los “novísimos” los que recuperen la estima que había perdido durante la guerra.
Otros poetas contemporáneos: Tomás Morales, Mauricio Bacarisse, Juan José Domenchina y José Moreno Villa.
En este momento Europa ya vive inmersa en las Vanguardias, que pronto llegarán a España. A partir de entonces hay fundamentalmente dos tendencias poéticas, que a veces se dan en un mismo autor, incluso fundidas la una con la otra: por un lado, continúa la tendencia de poesía pura al modo juanramoniano; por otro, la influencia de las vanguardias europeas hace que los autores experimenten nuevas formas de poesía y den cabida a nuevos temas poco habituales en el género.
Los poetas de la Generación del 27 aunarán estas dos tendencias, entre otras, y darán a la literatura española la Segunda Edad Dorada de la literatura española.
  LAS VAGUARDIAS. EL ARTE NUEVO.
El vanguardismo, tanto en Europa como en España, constituye una etapa de enorme interés: un bullir de experiencias que supone una ruptura y conduce a una fecunda renovación del concepto de la literatura y del lenguaje poético.
En 1920 el Modernismo está totalmente superado. En Europa, fundamentalmente en Francia, soplan aires nuevos. La expresión del arte de “vanguardia” expresa bien la actitud combativa de sus corifeos. El movimiento se escinde en numerosos “ismos”: tras el futurismo italiano, vienen cubismo, dadaísmo y surrealismo en Francia; imaginismo en Inglaterra y en los EEUU; ultraísmo y creacionismo en España e Hispanoamérica.
Si la literatura novecentista había supuesto una depuración e innovación en el ámbito literario, los movimientos de vanguardia suponen una auténtica ruptura —quizá la más radical que se ha dado en la historia de las artes y de las letras­. Todas ellas suponen un ejercicio de experimentación creadora, coexisten en pugna y se suceden unos a otros rápidamente. Muchos de ellos afectan por igual a las artes plásticas, al arte escénico o al cinematográfico, a las letras e incluso al pensamiento (aunque no todos abarcaron todas las manifestaciones artísticas).
En este momento de experimentación renovadora se rechaza todo o casi todo lo anterior        —aunque sólo en teoría—, aunque fundamentalmente se repudian Realismo y Romanticismo, tan cargados de humanidad, de sentimientos y de realidad. Los autores vanguardistas, sobre todo en sus inicios, fueron doctrinalmente muy radicales. Y una de las consecuencias de este radicalismo creador fue que los géneros que más necesitaban apoyarse en la realidad como la novela o el teatro, cedieron terreno al género que lo permite todo: la poesía.
Las características de la literatura vanguardista pueden resumirse en los siguientes puntos:
·Afán de originalidad: en esta ruptura total con lo anterior se buscan un más allá inexplorado (como el futurismo o el ultraísmo) o un “más acá” anterior a toda cultura: la humanidad primitiva, el mundo del niño... La innovación se produce tanto en el lenguaje (palabras inusitadas en el lenguaje poético) como en la métrica (se prescinde del verso y de la rima, de ahí la preferencia por el verso libre) o en los temas: los grandes temas como la vida, la muerte, el amor Dios..., se abandonan o se abordan sin trascendencia, con ingenio o incluso con humor.
La exhibición del sentimiento se considera de mal gusto y la falta de sentido lógico les lleva a abolir signos de puntuación, la distinción entre mayúsculas y minúsculas...
·Hermetismo: buscan la impopularidad, como Góngora o Juan Ramón (“A la minoría, siempre.”). Se trata de un arte minoritario. El artista se convierte en un profesional, en un técnico, un virtuoso cuyo oficio es “hacer” poemas.
·Autosuficiencia del arte: el arte aspira a convertirse en una entidad dotada de vida independiente y autónoma (al romper el vínculo con la realidad). La poesía se convierte en poesía pura, inmanente, sin elementos no poéticos (es decir, humanos, como sentimientos, anécdotas...).
·Antirrealismo y antirromanticismo: se elimina la referencia a lo humano y se elude la confesión personal. “El poema no dice, es”.
·Sobrerrealismo: del naufragio de la historia y la realidad salvaron el mundo infantil, promesa de futuro y reino de la incoherencia, una etapa de la vida imaginativa aún pura, sin contaminaciones, en la que la mente funciona de un modo primitivo y elemental; y el mundo de los sueños y del subconsciente (principalmente el Surrealismo), que contiene fuerzas que escapan al dominio del hombre. 
·Intrascendencia: el arte debe carecer de toda finalidad extraestética, de toda trascendencia moral, social o filosófica.
·La metáfora: como recurso capaz de apresar y expresar asociaciones sin referirse a lo real.
·Escritura onírica: automatismo psíquico puro. El Surrealismo propugna trasladar el dictado puro de la mente con ausencia del control de la razón.
·Atomización: ya señalamos antes que para el poeta vanguardista la creación es un “hacer”; sin embargo, los surrealistas, al querer quebrantar los nexos lógicos, practicar la incoherencia y entregarse al azar, la convierten en un “deshacer”, que quiere ser reflejo del carácter fragmentario del mundo y de las visiones oníricas que lo expresan. Ortega diría gráficamente: “El espejo de la belleza se ha roto en mil pedazos”.
LOS ISMOS INTERNACIONALES.
FUTURISMO
Nace en 1909, año en que el escritor italiano Marinetti publica su primer manifiesto vital e iconoclasta en un periódico francés: Manifiesto técnico de la literatura futurista. Resueltamente antirromántico (“¡Matemos el claro de luna!”), exalta la civilización mecánica y técnica: “Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia.” Se tratarán temas como el avión, la máquina, la energía eléctrica, el deporte... El estilo busca el dinamismo, la rapidez verbal, rompe con la sintaxis para dejar “las palabras en libertad”, lleva a cabo innovaciones tipográficas y crean palabras de manera arbitraria.  No dio frutos notables ni en Italia ni en el resto de Europa, salvo en Rusia.
CUBISMO
Nace hacia 1907 como escuela pictórica, pero el llamado cubismo literario arranca en 1913 gracias a Guillaume Apollinaire y a otros poetas franceses. Se propone descomponer la realidad para proceder a composiciones libres de conceptos, imágenes o frases. Defiende lo intelectual sobre lo sensorial, se elimina lo anecdótico y desprecia lo sentimental. A ello se añaden  (sobre todo los famosos Caligramas de Apollinaire) especiales disposiciones tipográficas de los versos que forman “imágenes visuales”. Éste y otros artificios como el “collage” serán aprovechados por posteriores movimientos de vanguardia.
DADAÍSMO
Encabezado por Tristán Tzara surge en Suiza durante la Primera Guerra Mundial en 1916. Su nombre, elegido al azar abriendo un diccionario con un cuchillo, es el de un balbuceo infantil. Es un movimiento de rebeldía pura que  se levanta contra la lógica, contra el sentido común y contra las convenciones estéticas o sociales. Rompen con la coherencia del discurso y vuelven al primitivismo e ilogicismo de la infancia. Surge de un rechazo a la “racionalidad” que condujo al absurdo de la guerra. Preparó el camino para el Surrealismo.
SURREALISMO
Surge de la decadencia del Dadaísmo y convierte su risa jovial en protesta literaria, metafísica y social. Su principal representante es André Breton, que publica en 1924 el Manifiesto surrealista.  No sólo es una renovación estética, es una renovación integral: una total liberación del hombre de los impulsos reprimidos en el subconsciente (Freud) por una razón sumisa a convenciones morales y sociales, y de la represión que ejerce sobre el hombre la sociedad burguesa (Marx). La vida no es más que la cara más gris de la realidad y hay que conquistar la verdadera vida, acceder a una realidad más alta, la superrealidad que se halla amordazada en lo más hondo de las conciencias. En el ámbito literario, quieren alejar la razón del proceso creador para que la escritura sea fruto del subconsciente. El resultado fueron textos herméticos, que hicieron ver la necesidad de introducir una técnica que elaborara lo que dicta el subconsciente. Influyó en escritores como Lorca, en pintores como Dalí y en cineastas como Buñuel.
EXPRESIONISMO
Surge en Alemania y en literatura su máximo representante fue B. Bretch, que combinó lo grotesco y lo patético, lo lírico y lo realista.
EXISTENCIALISMO
En este ismo se debate el sentido de la existencia, la eternidad, los problemas de identidad.... Tiene conexiones con autores como Unamuno,  Ortega o Machado.
LA VANGUARDIA ESPAÑOLA
La crítica continúa dudando de la existencia de una auténtica producción artística vanguardista en España. Los vanguardistas españoles se resistieron a ser encasillados en una u otra tendencia, pero lo cierto es que se puede hablar de manifestaciones vanguardistas en la producción de muchos autores. Los límites cronológicos de la Generación de las Vanguardias son 1920 y 1939. A pesar de que la crítica se ha centrado en estudiar y destacar la producción de los poetas de la Generación del 27, lo cierto es que hubo otros autores en los que encontramos rasgos vanguardistas. Los antecedentes de esta generación: Ramón Gómez de la Serna ,(que con la publicación del Manifiesto futurista de Marinetti en la revista Prometeo abrió el camino del arte nuevo en España, principalmente del Ultraísmo, con su prosa y sus greguerías), Juan Ramón Jiménez (que influirá en las manifestaciones de vanguardia que tienden a la poesía pura) y Ortega y Gasset (que con su Deshumanización del arte llevó a cabo la confirmación teórica del impulso renovador y que acogió los escritos de los jóvenes escritores vanguardistas en la Revista de Occidente.)
La vanguardia hispana se caracteriza por combinar e integrar rasgos de distintos ismos.
Sin embargo, también hubo una tendencia clasicista que surge en torno a la figura de Góngora, debido a la elaboración técnica a la que sometía sus escritos. Los autores de esta tendencia crearon novísimos cancioneros y romanceros en los que mezclaron ritmos tradicionales con imágenes vanguardistas (Lorca o Alberti). A medida que el arte se rehumaniza, se tiende a incluir elementos populares.
ULTRAÍSMO
Su primer manifiesto aparece en 1919 en la revista Cervantes: defienden la creación de imágenes mediante metáforas y rechazan lo anecdótico y sentimental. Su nombre indica la voluntad de ir “más allá” del Novecentismo  imperante. En la línea del antisentimentalismo y la deshumanización, incluye los temas maquinistas y deportivos, busca imágenes nuevas, recurre a disposiciones tipográficas al modo de Apollinaire y suprime la puntuación en los escritos. Supone el resumen en España e Hispanoamérica de los movimientos de vanguardia “alegre”.
Su principal promotor fue Guillermo de la Torre con sus “poemas visuales” Hélices. Destacan también obras de otros autores: Imagen, de Gerardo Diego, y Urbe, de César M. Arconada. También se considera cercano a este ismo el Romancero gitano de Federico García Lorca. En Argentina entró en contacto con el Expresionismo alemán en la obra de J.Luis Borges.
  CREACIONISMO
Fue iniciado en París por el poeta chileno Vicente Huidobro y el francés Pierre Reverdy, pero fue el primero el que lo dio a conocer en España. Querían un arte que no imitara ni tradujera la realidad, su máxima poética: la creación de la realidad en el poema. El poema será un objeto autónomo, creación absoluta, no imitación: “¿Por qué, cantáis la rosa, ¡oh, poetas? / ¡Hacedla florecer en el poema!”
SURREALISMO
Posiblemente el país europeo donde la repercusión del Surrealismo fue mayor, a pesar de que se discuta su existencia por no existir una conciencia de grupo ni un manifiesto teórico, pero las manifestaciones poéticas son amplias y de gran calidad. Fue conocido tempranamente a través de la traducción del Manifiesto en 1925; a ello hay que añadir las vistas de Bretón a Barcelona y la de Aragon a la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde vivían, entre otros, Buñuel, Lorca o Dalí. El poeta Juan Larrea jugó un papel fundamental en la difusión del Surrealismo en nuestro país.
El Surrealismo español no fue ortodoxo: no practicaron la escritura automática ni llegaron a la pura creación inconsciente, y en sus poemas se percibe siempre una intencionada línea creadora como hilo conductor de las mayores audacias. Lo que sí hubo fue una liberalización de la imagen y un enriquecimiento del lenguaje poético. Fusionó, además, Ultraísmo, Creacionismo y la tradición autóctona.
El Surrealismo significó la crisis del ideal de poesía pura y deshumanización que había prevalecido durante unos años. Lo humano, e incluso lo social y lo político, penetran de nuevo en la literatura precisamente por los cauces de la expresión surrealista: así lo prueban las trayectorias de Lorca, Alberti y Neruda.
En el vanguardismo español se aprecia una clara evolución que va desde la depuración de la realidad y el objetivismo al subjetivismo final de los años treinta. En esta evolución hacia lo subjetivo grotesco y absurdo juega un papel fundamental el Surrealismo y las greguerías de Ramón Gómez de la Serna (operación mental que subraya relaciones remotas que despiertan la hilaridad y la sospresa).
En cuanto a los géneros literarios, ya dijimos en la introducción que fue LA LÍRICA el que mejores frutos dio. En el periodo de entreguerras domina la poesía pura, que fue cultivada por autores Salinas, J.Guillén, Lorca, Alberti, Aleixandre, Gerardo Diego, Cernuda o Emilio Prados. La rehumanización llegará en los años treinta de la mano de la influencia del Surrealismo: destaca el uso del verso libre y del versículo (verso largo que basa el ritmo en el juego semántico de paralelismos), la eliminación de la lógica y las creaciones metafóricas. Esta influencia se aprecia en Poeta en Nueva York (Lorca), Sobre los ángeles (Alberti) o Espadas como labios (Aleixandre, así como en la obra de Cernuda.
En el ámbito de la prosa, la NOVELA sigue los pasos que había marcado Ramón: humorismo e irracionalidad, frases breves y ligazón caprichosa. Su prosa tiene rasgos que se usarán en la poesía vanguardista. Destacan sus obras La viuda blanca y negra y El gran hotel
También se dio una tendencia realista de tipo social que mezcló la captación del lenguaje coloquial con el nuevo arte, pero sin caer en el realismo tradicional.
Una segunda etapa correspondería a la narrativa vanguardista, desarrollada durante la dictadura de primo de Rivera. Son obras libres de compromiso que incorporan el estilo metafórico de la poesía. Destacan autores como Benjamín Jarnés (El profesor inútil), Mario Verdaguer (La isla del tesoro) o A.Espinosa (Crimen), que incluyen en sus obras elementos surrealistas y ultraístas.
Durante los años veinte y junto a todos ellos, también hay autores que se oponen al arte deshumanizado y cultivan poesía y novela cercana al realismo social como F. De Cossío o J.Díaz Fernández.
En el TEATRO se da un movimiento de renovación dramática que va desde Tic-tac de Claudio de la Torre hasta Escaleras de Gómez de la Serna, pero no triunfaría entre el público. Continúa la producción de autores consagrados como Benavente o Muñoz Seca. El teatro novecentista de Gómez de la Serna no arraigó y tan sólo triunfó Lorca con sus dramas poéticos y tragedias rurales, pero no con sus creaciones vanguardistas cercanas al Surrealismo El público y Así que pasen cinco años. De atmósfera surrealista es también El hombre deshabitado de Rafael Alberti.


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