lunes, 8 de febrero de 2016

1º BACHILLERATO. GUIÓN DE LECTURAS SEGUNDA EVALUACIÓN. LA VIDA ES SUEÑO.


GUIÓN DE LECTURAS 2ª EVALUACIÓN. 1º BACHILLERATO.
LA VIDA ES SUEÑO. CALDERÓN DE LA BARCA.
Calderón de la Barca es, junto con Lope de Vega, el creador del teatro nacional español. El Barroco está en su plenitud y el lenguaje natural y espontáneo se llena de artificios estilísticos. Se observa en sus obras un mayor cuidado constructivo, una mayor preocupación ideológica y doctrinal y una mayor estilización de los personajes hasta convertirlos a veces en símbolos.
FUENTES.
La obra ocupa el primer puesto entre los dramas filosóficos de Calderón. Su composición data de 1635, cuando el autor está alcanzando su madurez.
Para su asunto, aprovechó Calderón elementos preexistentes, como la leyenda de Buda (a quien se intentó mantener aislado del mundo para que no se cumplieran las desdichas que predijo su horóscopo) y un cuento de Las mil y una noches (el mendigo que despierta un día siendo rey para despertarse otro día como mendigo). Amabas historias eran ya conocidas en nuestra literatura. Además, la idea de la vida como sueño era frecuentísima en la literatura ascética del momento y entroncaba con el tema barroco de la inconsistencia de la vida.
El acierto de Calderón fue dar cuerpo escénico a tales elementos, desarrollando y apurando sus posibilidades ideológicas y dramáticas.

ESTRUCTURA.
En esta obra Calderón rompe con la unidad de acción y presenta una doble trama: de una parte, la historia de Segismundo: su prisión, la prueba a que es sometido, su liberación y su “conversión”. De otra parte, la historia de Rosaura: su llegada a Polonia para reparar su honor, las zozobras de Clotaldo al descubrir que es su hija, etc.
Las desdichas de ambos personajes son paralelas. Así aparece en el primer diálogo de ambos. Y sus destinos seguirán entrelazándose. Además, la presencia de Rosaura en los tres actos en circunstancias tan diversas es un lazo entre los diversos “sueños” del príncipe. Ello acrecienta la perplejidad de éste sobre lo que le acontece.
Rosaura, además, juega un papel fundamental en la “conversión” del príncipe que, prendado de ella, ha de vencer su inclinación para erigirse en defensor de su honor.

COMPLEJIDAD TEMÁTICA.
En la obra se entrecruzan temas que constituían algunas de las preocupaciones más profundas de la época.
El punto de partida es, sin duda, el libre albedrío, cuestión que enfrentaba a teólogos y filósofos: ¿en qué medida puede decirse que el hombre es libre, si Dios ya sabe de antemano (“omnipresencia”) cuál va a ser su destino? Por otro lado, ¿puede un hombre vencer las inclinaciones con que lo ha marcado la naturaleza?, Basilio, basado en un sueño y en un horóscopo, cree saber el funesto destino que los cielos (o la naturaleza) han trazado para Segismundo. Al tratar de neutralizarlo, niega implícitamente la libertad de éste. Más adelante, duda y somete a su hijo a una prueba, pero Segismundo se muestra como un ser feroz: ¿se cumple el destino? ¿no ha sido Basilio responsable de ello? El desarrollo de la obra, sin embargo, prueba que el hombre es libre y capaz de vencer sus más poderosas inclinaciones. La solución de Calderón se adapta perfectamente a la doctrina ortodoxa de los teólogos  de su época: el hombre posee la “gracia suficiente” para llevar su propia vida por el camino del bien.
Pero de la trama que Calderón recurrió para ilustrar este tema surgió otro: la comparación de la vida como un sueño. Éste se relaciona con el del juego entre apariencia y realidad y con el sentimiento de la inconsistencia de la vida. ¿Cómo saber qué es realidad y qué es ilusión? Calderón no se detiene a resolver racionalmente el problema, en cierto modo lo esquiva y descubre una salida moral: “sea sueño o verdad, obrar bien es lo que importa”. Lo único seguro es prepararse para el definitivo despertar. Por eso afirma que “aun en sueños/ no se pierde el hacer bien”. Calderón supera la duda universal no por la razón, sino por los caminos de la fe y la moral.
Tangencialmente, también se plantea el problema político de la legitimidad del poder, de la razón de estado y de la tiranía.  Basilio, en nombre de los intereses de su reino, anula los derechos de Segismundo. Éste le acusará de tiranía por haber obrado contra el derecho y la moral. Y en nombre de estos principios, se produce la rebelión popular. Pero Segismundo, a su vez, ha estado a punto de convertirse en un tirano que en nombre de sus gustos, pisotea normas y personas. Una vez más, resolverá Calderón el conflicto con un enfoque moral: Basilio saldrá de su error y Segismundo se convertirá en un modelo de príncipe prudente.
Finalmente, el tema del honor es el eje de la acción secundaria. La ley del honor está por encima de todo: el deshonor de Rosaura sólo puede repararse haciendo que Astolfo cumpla con su palabra de matrimonio o con la muerte. Segismundo habrá de acallar su amor y renunciar a Rosaura.
Y en relación a la trama principal, la educación: Segismundo es educado pero recibe educación asilado del mundo real, encerrado, por eso necesita distinguir entre lo bueno y lo malo, lo real y lo ficticio, necesita ser reeducado pero en sociedad. Esto lo aprende el protagonista de Rosaura: a tener compasión.
Calderón se inclina a las soluciones más tradicionales y tranquilizadoras que cabía dar a los arduos problemas planteados.

ARGUMENTO
Segismundo es encerrado por su padre, el rey de Polonia, tras conocer éste por unos vaticinios que su hijo sería un rey injusto y cruel. El rey decide, sin embargo, probar a Segismundo y lo libera tras administrarle un somnífero que hace a Segismundo  pensar que todo lo ocurrido en palacio ha sido un sueño.
           
            PERSONAJES
            Calderón tiende a construir personajes esquemáticos, de carácter simbólico, atendiendo más a la tesis de la obra que a la matización psicológica. Así, Segismundo encarna la lucha entre las violentas inclinaciones naturales y los imperativos de la moral, a la vez que representa lo incierto del vivir humano. El autor le da la dimensión de un mito, más que la consistencia de un carácter.
            El primer encuentro de Rosaura y Segismundo los define para el resto de la obra:
a.     Rosaura: se la presenta cayendo de una montaña, portando una espada y vestida de hombre.  En su primer encuentro con Segismundo ya se nos revela la personalidad de este personaje, la violencia: amenaza con hacerla pedazos porque “soy hombre de las fieras y una fiera de los hombres”. En este primer encuentro es fácil percibir la visión platónica de la mujer: el poder civilizador de la belleza.  La actitud contradictoria de Segismundo frente a Rosaura, que no sabe todavía que es mujer, desde este primer encuentro hasta el último, es un ejemplo de la paradoja de la belleza femenina: “enciende el corazón y lo refrena”. Rosaura es, como Segismundo, un personaje contradictorio: es mujer y soldado, viene vestida de hombre y tiene ánimo viril, y en la escena décima del tercer acto actuará como mujer y varón a la vez. Tanto Rosaura como Segismundo son víctimas de una injusticia inicial: el abandono por parte de los padres. Por ello Rosaura es una mujer noble a la que se ha privado de su derecho al honor, y Segismundo es un príncipe al que se le han arrebatado sus derechos al trono. Todas estas contradicciones se solucionarán al final de la obra, pero hasta ese momento quedan perfectamente establecidos dos grupos de personajes: los verdugos y las víctimas. Los conflictos dramáticos surgen del encuentro entre esos dos grupos.
Rosaura y Clarín (el gracioso de la comedia clásica española), han quebrantado sin saberlo el decreto real por el que se prohibía entrar en la torre. Cuando Clotaldo los apresa, conocemos el motivo que la ha traído hasta Polonia:  vengarse de un agravio. Sabe que la espada que su madre le dio “encierra mil  misterios grandes”, pero desconoce cuáles son. Se niega a desvelar quién le dio la espada, sólo adelanta que fue una mujer que la envió a Polonia para que la vieran nobles y principales. Clotaldo se da cuenta de que es “hijo suyo”, pero decide callar: el público sabe ya el secreto que Rosaura desconoce. Clotaldo, que de no saber que es descendiente suyo los habría matado, decide llevarlos ante el rey para implorarle perdón, pero ya no es necesario y quedan libres. Queda muy agradecida a Clotaldo, que a partir de entonces va a protegerla, e insiste en su venganza. Animada por su padre le revela el fin de su viaje: Astolfo ha mancillado su honor y ha venido a Polonia a casarse con Estrella, así que es en él en quien recae la venganza.
En la siguiente jornada y también aconsejada por su padre aparece ya vestida de mujer y se hace pasar por sobrina de Clotaldo, Astrea, convirtiéndose así en dama de Estrella. En el suceso del medallón, su monólogo nos revela el carácter impulsivo y pasional de este personaje: no sabe qué hacer, pues si desvela su auténtica identidad, faltará el respeto a su protector, quien le ha aconsejado que calle y espere la reparación de su honor. Pero Astolfo la reconoce en cuanto la ve, aunque ella continúe fingiendo.  Le pide a Clotaldo que la vengue con la muerte de Astolfo, pero ahora su padre se encuentra con un gran dilema: Astolfo le ha defendido cuando Segismundo quería matarle, así que le debe la vida. Ante tal tesitura, le ofrece su patrimonio y que se interne en un convento. Pero ella se niega y prefiere vengar su honor por ella misma aunque le cueste la vida, así que acude a pedirle ayuda a Segismundo, que ya ha accedido a las peticiones de los sublevados.  Se dirige a él recordándole las tres ocasiones en las que se han visto (hombre-torre / dama-palacio / vestida como mujer pero armada como hombre en este momento) y le pide: como mujer, que vengue su honra, como hombre, le alienta para que recupere su trono y se levante contra su padre, deshaciendo así las bodas de Astolfo y Estrella: “Mujer vengo a que me valgas / en mi agravio y mi congoja, / y varón vengo a valerte, con mi acero y mi persona”. Los dos personajes objeto de violencia paterna, funden sus destinos: ella también luchará contra su padre. Las dos acciones se hacen una con su lado masculino (la guerra y el derecho) y el femenino (honor sexual). En el desenlace de la obra, cuando Astolfo se niega a casarse con ella por ser una mujer que no es noble, será cuando Clotaldo se descubra como su legítimo padre. Astolfo, al ver que es una mujer noble, acepta el matrimonio.
b.     Segismundo: en el primer acto le vemos encerrado en la torre. Sabe que está allí por algo relacionado con su nacimiento, pero desconoce que es un príncipe, y se lamenta de su destino: el único pecado que ha podido cometer es nacer.  El príncipe en la torre ha estudiado incluso artes liberales, pero desconoce totalmente la educación que le corresponde como príncipe. Segismundo es, pues, una fiera porque es un ser contradictorio: es un hombre que ha nacido libre y que está preso sin culpa desde el nacimiento y es el heredero legítimo de un reino que no ha sido educado entre hombres y cortesanos. Por eso él tiene la grandeza del alma propia de un príncipe, incluso la fortaleza física, pero le ha faltado lo fundamental: la educación. Cuando se encuentra en palacio, su razón funciona en sus discusiones como una cuchilla: aparece su padre y le recrimina, con toda la razón, que él se portara con rigor y le encerrara a causa del hado, negándole la educación que le correspondía y que era su obligación como padre y rey proporcionarle. Por ello afirma que, si es una fiera, suya es la responsabilidad y le recuerda, con soberbia, que él no le debe nada: es príncipe por derecho y ley, por tanto, tiene todo el derecho a pedirle cuentas porque le privó de su libertad. Estas afirmaciones hieren profundamente a Basilio, que no puede responder. Para Basilio significan la confirmación del hado y le advierte de que tal vez esté soñando.
En todos los pasajes del segundo acto, Segismundo se deja llevar pos la pasión alternándola con razonamientos irrefutables, pero le falla el conocimiento de la legislación palaciega: es el caso de Astolfo (el sombrero), del criado que le incomoda y que acaba saliendo por la ventana (para él el poder tiene la connotación de primaria fuerza física), de Clotaldo (intenta matarle porque le acusa de traidor)...
En él se da todo un proceso de humanización:
—la primera fuerza en su educación, que va de la violencia de los primeros versos a la prudencia de los últimos, es la belleza (Rosaura).
—cuando le vuelven a dormir y despierta, será la brevedad de las grandezas humanas lo que le lleva a hacer las reflexiones de su famoso monólogo, que cierra el acto segundo. Pero aún tendrá que luchar contra su pasión.
—en el acto tercero (un poco ambiguo en sus conclusiones respecto al monólogo anterior), se convence de que la vida es sueño, por tanto todas sus acciones se basan en un cálculo para evitar el desengaño al despertar.
También es ambiguo Calderón en otro aspecto: no quiere mostrar que sea lícito levantarse contra el Rey (el príncipe podría haberse mostrado racional en otros muchos casos y demostrarle a su padre que era capaz de reinar), pero Calderón quiere castigar a Basilio por su negligencia como padre y rey. Por una parte, es totalmente legítimo que Segismundo libre a su pueblo de la esclavitud extranjera (Astolfo); pero es soberbia que quiera ver a su padre debajo de sus plantas. Al levantarse contra su padre, aún rey legítimo, es el más pecador de todos, pero por eso él mismo se postra a los pies del padre para que le mate, premia a Clotaldo por haber sido fiel al rey y encierra en la torre al soldado que ha levantado al pueblo en su favor (por supuesto, es el populacho bajo).
—en el último monólogo ya está totalmente humanizado: actúa guiado por la prudencia y la templanza: “¡qué condición tan mudada!” (Astolfo); “¡Qué discreto y qué prudente!” (Rosaura).
En realidad asistimos a una lucha constante entre la pasión y la razón, que comienza con el predominio de la primera y termina con el triunfo de la segunda.
c.     Basilio: para Calderón y el público de la época, Basilio es un hombre que, dedicándose a la astronomía, se ha distraído de su auténtica obligación, gobernar; es un padre tirano que ha matado a su hijo en el momento mismo de nacer, y un rey tirano que priva al pueblo de su príncipe legítimo. Dada su edad, debería ser prudente, pero no lo es. Es más, él interpretó demasiado rápido el mensaje de los astros, y confiesa que se dejó llevar por el amor propio al creer en ellos.
Realmente en la solución que propone a su pecado lo que busca es la culpa en Segismundo para producir un segundo encarcelamiento supuestamente justo: si realmente no es capaz de reinar, esta vez será castigo y no será crueldad encerrar a su hijo. Pero ¿cómo puede gobernar un príncipe que no ha sido educado para tan grande empresa?.
Basilio vio en los astros que su hijo sería el príncipe más tirano que había conocido, pero él culpó a Segismundo y no se dio cuenta de que la causa de esos males era él mismo: su negligencia como padre y rey.
Segismundo se lo dice al final y el padre reconoce que él ha preparado su propia caída con una imprudencia culpable.
d.     Clotaldo: es “el viejo”. Tiene la retórica, la garrulería y la seguridad del viejo de comedia, y además una bondad y una buena intención que le hacen siempre simpático.
e.     Astolfo y Estrella: no tienen carácter propiamente dicho. Son el galán y la dama exigidos por la estructura del género.
f.      Clarín: es el gracioso de la comedia clásica: criado, conformista (por eso puede ser traidor a cualquiera de sus amos) cuyos valores son la comida y el hablar sin mesura; posee astucia e ingenio, no verdadera inteligencia, y es un cobarde, lo que le llevará a la muerte cuando precisamente lo que intenta es huir de ella.

.



No hay comentarios:

Publicar un comentario