TEXTOS
NARRATIVOS 1º BACHILLERATO
TEXTO I
EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA. CAPÍTULO I.
Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos
que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías,
con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la
caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y
desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para
comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos
pudo haber dellos; y de todos, ningunos le parecían tan bien como los que
compuso el famoso Feliciano de Silva; porque la claridad de su prosa y aquellas
entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer
aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba
escrito: «La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi
razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura». Y también
cuando leía: «... los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las
estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la
vuestra grandeza».
Con estas
razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y
desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo
Aristóteles, si resucitara para sólo ello (…).
En
resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches
leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco
dormir y del mucho leer se le secó el celebro de manera, que vino a perder el
juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de
encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros,
amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la
imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones
que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo (…).
En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más
extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue que le pareció
convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio
de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus
armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él
había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género
de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase
eterno nombre y fama. Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su
brazo, por lo menos, del imperio de Trapisonda.
Miguel de Cervantes
TEXTO II
LAZARILLO
DE TORMES
Pues
sepa vuestra merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo
de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca.
Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre;
y fue de esta manera: mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una
molienda de una aceña que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más
de quince años; y, estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí,
tomóle el parto y parióme allí. De manera que con verdad me puedo decir nacido
en el río.
Pues
siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas
en los costales de los que allí a moler venían, por lo cual fue preso, y
confesó y no negó, y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está
en la gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados. En este tiempo se
hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre (que a la sazón
estaba desterrado por el desastre ya dicho), con cargo de acemilero de un
caballero que allá fue. Y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
Mi
viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los
buenos por ser uno de ellos, y vínose a vivir a la ciudad y alquiló una casilla
y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos
mozos de caballos del comendador de la Magdalena, de manera que fue
frecuentando las caballerizas.
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