ANTONIO MACHADO
A UN OLMO SECO
Al
olmo viejo, hendido por el rayo
y
en su mitad podrido,
con
las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas
hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que
lame el Duero! Un musgo amarillento
le
mancha la corteza blanquecina
al
tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que
guardan el camino y la ribera,
habitado
de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va
trepando por él, y en sus entrañas
urden
sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con
su hacha el leñador, y el carpintero
te
convierta en melena de campana,
lanza
de carro o yugo de carreta;
antes
que rojo en el hogar, mañana,
ardas
en alguna mísera caseta,
al
borde de un camino;
antes
que te descuaje un torbellino
y
tronche el soplo de las sierras blancas;
antes
que el río hasta la mar te empuje
por
valles y barrancas,
olmo,
quiero anotar en mi cartera
la
gracia de tu rama verdecida.
Mi
corazón espera
también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro
milagro de la primavera.
Campos
de Castilla, Antonio Machado.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
EL
VIAJE DEFINITIVO
…Y yo me iré. Y se quedarán
los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con
su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas la tardes, el cielo
será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde
están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me
amaron;
y el pueblo se hará nuevo
cada año;
y en el rincón aquel de mi
huerto florido y encalado.
mi espíritu errará,
nostálgico…
Y yo me iré; y estaré solo,
sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros
cantando.
Poemas agrestes (1910-1911)
MANUEL MACHADO
OCASO
Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde… el día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.
Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada…
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar en nada…!
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