lunes, 30 de enero de 2012

2º BACHILLERATO. SOLUCIÓN AL COMENTARIO DE TEXTO TIEMPO DE SILENCIO.


TIEMPO DE SILENCIO, LUIS MARTÍN SANTOS

Estamos ante un texto narrativo que pertenece a la novela Tiempo de silencio de Luis Martín Santos.
En el texto asistimos directamente al debate interno del personaje principal, Pedro, a través del monólogo interior. En él el protagonista “dialoga” consigo mismo y reflexiona sobre su situación actual (*ya sé que no tenéis que saberlo, pero Pedro se encuentra preso: es médico y acude a una chabola para ayudar a una chica a la que le han practicado un aborto y se está desangrando. Intenta salvarle la vida, pero cuando llega ya es demasiado tarde y muere. Le culpan del aborto y de la muerte de la joven.) e intenta tranquilizarse.
Hay una especie de desdoblamiento del personaje, de ahí la aparición de la primera y la segunda persona, que da la sensación de un diálogo entre dos interlocutores.: “No caigas. No tengo que caer”, “Tú no la mataste. Yo no la maté.”
Las funciones de la lengua que predominan en el texto:

—expresiva: asistimos directamente a las emociones y el estado de ánimo del protagonista. De sus “palabras” se desprende un estado de angustia e incertidumbre, por eso en su debate interno él mismo intenta tranquilizarse: “”Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede pasar es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy bien así, no tengo nada más que desear.”; “Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté.” (hay que tener en cuenta, como ya hemos dicho antes, que aunque aparece la 2ª persona es él mismo.). Las marcas lingüísticas que aparecen son la primera persona (pronombres personales yo, me... y verbos como estoy, maté...) y la interrogación retórica.
—apelativa: se advierte a través de la presencia de la 2ª persona (en proponbres personales tú, te... o en verbos como mataste...), de los imperativos (manténte, no caigas....)y de las perífrasis modales obligativas: “Manténte ahí. Ahí tienes que estar.”; “No caigas. No tengo que caer.”
—poética: estamos ante un texto literario en el que se llama la atención sobre el propio mensaje y se usan una serie de recursos para embellecerlo. Uno de los recursos fundamentales de los que se vale el autor para estructurar el texto es el paralelismo, que se aprecia en la repetición de segmentos textuales con la misma estructura: “Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de los amigos que tenía que estimar...”. Junto a éste, la enumeración, la reduplicación, la anadiplosis y la interrogación retórica.


En cuanto a la estructura, podemos dividir el texto en dos partes:

—1ª parte: corresponde al primer párrafo. En él el personaje se refiere a su situación actual e intenta convencerse a sí mismo de que se encuentra bien, de que tiene que resistir y no dejarse llevar. El tiempo verbal que predomina es el presente de indicativo. Establece una comparación con su situación anterior para llegar a la conclusión de que está “mejor que antes, mucho más tranquilo”. Aún no podemos hacernos una idea de cuál es la causa de esta ansiedad. El imperativo aparece cuando el protagonista se dirige a sí mismo.
—2ªparte: segundo párrafo, mucho más breve. El lector se da cuenta de que la causa de su angustia es un asesinato, y de que lo que intenta ahora es convencerse de que él es inocente y no la mató. Dado que se refiere a un hecho anterior y causa de su estado actual, el tiempo que utiliza es el pasado: pretérito imperfecto y pretérito perfecto simple de indicativo. Aparece por primera y única vez la tercera persona en el texto: “Estaba muerta”, que se refiere a la víctima.

Como estamos ante el flujo de la conciencia del personaje el ritmo de la narración es rápido y dinámico. Predominan las frases cortas o aquellas que se componen únicamente de un verbo: “Yo soy el que paso. Vivo. Vivo.” Las oraciones yuxtapuestas facilitan la lectura rápida: “Estoy aquí bien, tranquilo, no me puede pasar nada”; “Estoy bien, estoy bien, estoy bien así, no tengo nada más que desear.” También encontramos ejemplos de oraciones subordinadas de relativo: “dinero que tenía que ganar” “mujer con la que me tenía que casar” “clientela que tenía que conquistar”, “Amigos que me tenían que estimar”, “placer que tenía que perseguir”, “Alcohol que tenía que beber”. Todas ellas tienen como núcleo una perífrasis modal de infinitivo obligativa: tener que.
En el último párrafo la interrogación retórica “¿Por qué? ¿Por qué?, precede a la conclusión que cierra el texto: “ Yo no fui.”
En cuanto al periodo oracional predominan las oraciones breves, a pesar de haber oraciones más largas como las subordinadas adjetivas. Hay un equilibrio entre oraciones enunciativas, imperativas y una interrogación al final del texto. El registro es coloquial.
Todo el texto se articula como si se tratara de un diálogo en el que participan dos interlocutores. “Tú no la mataste. Yo no la maté”; “No caigas. No tengo que caer”, de ahí el paso de la segunda a la primera persona.


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