SONETO XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
El tema del texto es la
exhortación a gozar de la juventud y el amor (representada tópicamente a través
de la imagen de la primavera). Recurre Garcilaso a dos tópicos clásicos: carpe diem de Horacio y collige virgo rosas de Ausonio. El carpe diem simboliza la afirmación
existencial propia del Renacimiento, las ansias por el goce de la vida.
Podemos dividir el texto
en dos partes. En los dos primeros cuartetos se describe físicamente a la amada
(descriptio puellae) según el ideal
renacentista de belleza femenina. Es una descripción idealizada en la que se
compara a la amada con elementos naturales: oro, rosa, azucena. La segunda
parte correspondería a los dos tercetos. En ellos se exhorta a la joven a que
aproveche su juventud antes de que llegue la vejez, con lo que Garcilaso nos
recuerda la inexorable fugacidad de las cosas (tempus fugit), a través primero de un ejemplo concreto “marchitará
la rosa el viento helado”, mediante una afirmación de ámbito general después
“todo lo mudará la edad ligera”.
Nos encontramos ante un
soneto clásico que sigue el esquema de cuartetos descriptivos y tercetos
conclusivos. El poema se compone de catorce versos endecasílabos con rima
consonante ABBA ABBA CDE DCE.
Debido a que toda la composición
es una invitación a la joven a gozar de su juventud una de las funciones de la
lengua más relevantes en el texto es la función apelativa, presente en el uso
de la segunda persona (vuestro gesto, vuestro mirar, coged) y del modo
imperativo (coged). La instancia poética describe subjetivamente a la joven a
través de adjetivos valorativos como “ardiente” “honesto” “hermoso” “enhiesto”,
por tanto, también está presente la función expresiva del lenguaje. Dado que
estamos ante un poema lírico, el texto llama la atención por su propia forma
(ya hemos visto la métrica) y por el uso de una serie de recursos expresivos.
La anáfora de la locución adverbial “en tanto” intensifica la idea de
aprovechar el presente. Las metáforas e imágenes con las que describe
físicamente a la joven son de herencia petrarquista: “rosa y azucena” (tez
blanca, arrebol en las mejillas), “que en la vena del oro se escogió” (cabello
rubio). Tras ellas, Garcilaso recurre a la metonimia y a la metáfora, así como
a la antítesis, para dejar clara la honestidad de la amada, acorde con la
espiritualización propia del sentimiento amoroso que se instala en el
Renacimiento siguiendo las corrientes neoplatónicas: “vuestro mirar” es
“ardiente”, pero también “honesto”, antítesis que se refuerza con otra que le
sigue: “enciende el corazón y lo refrena”. La gradación “mueve, esparce y
desordena” sugiere la idea del movimiento del cabello mecido por el viento. El
apóstrofe a ese tú femenino (“coged”) reitera la idea de premura, de la
necesidad de aprovechar lo presente. De nuevo recurre a las metáforas para
expresar, de forma antitética, dos etapas de la vida humana: la juventud y el
amor (“alegre primavera” “dulce fruto”) y la vejez (“el tiempo airado”, “la
hermosa cumbre”, “el viento helado” “la edad ligera”). El juego de palabras
mudará-mudanza recuerda a los cancioneros del siglo XV.
Destaca el uso de
sustantivos concretos (rosa, azucena, oro, cuello, mirar) y de adjetivos
valorativos, tanto explicativos en posición epitética (hermoso cuello, alegre
primavera, dulce fruto…) como especificativos pospuestos al sustantivo (cuello
blanco, tiempo airado, el viento helado). En cuanto a los tiempos verbales,
vemos un claro contraste entre el presente de indicativo de los cuartetos
(descripción) y el futuro de los tercetos (marchitará, mudará). El periodo
oracional es corto y junto a la modalidad enunciativa aparece una oración
imperativa, “coged”, que refuerza la idea del la inexorabilidad del tiempo que
se reitera a lo largo de las dos últimas estrofas.
Varias
isotopías léxicas y semánticas recorren y vertebran el texto. Rosa y azucena son sustantivos que configuran el campo semántico de los
elementos de la naturaleza (en el plano literal) con los que se identifica a la
amada. La palabra rosa se reitera en
el último terceto pero esta vez marchita por el paso del tiempo. Gesto, mirar, cabello, cuello conforman
el campo semántico del rostro femenino que es objeto de descripción. Los
antónimos ardiente-honesto, enciende-refrena nos recuerdan a los
tópicos del amor cortés y del neoplatonismo. La primavera es alegre y el fruto es dulce, pero lo que nos depara el paso del tiempo es frío y marchito
(viento helado).
El
registro utilizado es culto y el estilo natural, con un claro equilibrio entre
la forma y el contenido.
Son
numerosos y concluyentes, por tanto, los rasgos que definen a esta composición
como un texto singularmente representativo y de plenitud del Renacimiento, y de
modo más concreto, de la creación poética de Garcilaso: abundancia de adjetivos
(apenas hay sustantivos sin ellos), sugestión sensorial y colorista, el tema e
ideas que expresa, abolengo clásico, forma métrica de origen italiano,
equilibrada expresión del pensamiento. Paradigma renacentista en definitiva.
Un comentario muy completo
ResponderEliminar