Señala y justifica las funciones de la lengua más relevantes en el siguiente texto:
Todas las pompas son fúnebres", decía Ramón Gómez de la Serna, con un
humorismo funerario que se le fue acentuando con la vejez, el destierro y
la pobreza. Cuando Gómez de la Serna murió, en Buenos Aires, su viuda,
Luisa Sofovich, llamó a la Embajada de España para pedir que se hicieran
cargo allí del cadáver, porque ella estaba muy cansada de haber cuidado
al enfermo moribundo durante mucho tiempo, y porque se trataba, les
dijo, de un "cadáver nacional". Al cadáver nacional del pobre Gómez de
la Serna, que tantas escaseces había padecido en vida, le acabaron dando
sepultura en Madrid en el invierno franquista de 1963, con unas pompas
tan fúnebres como las que él mismo habría imaginado y temido, con
libreas y pelucones blancos de entierro de medio pelo y uniformes de
Falange. En España, en los países hispánicos o latinos en general, los
entierros de los escritores están sometidos a variaciones tan extremas
como sus propias vidas y muchas veces parece que no hubiera término
medio entre la fosa común y el panteón de glorias esculpidas en mármol,
entre el anonimato sin esperanza y la hipertrofia de una celebridad que
convierte al escritor en el símbolo de un país entero, en la apoteosis
de un nombre que casi borra por comparación la realidad de la obra.
Antonio Muñoz Molina, "Penúltimas voluntades", El País.
Se corregirá el jueves 18 de septiembre.
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