1º BACHILLERATO.
TEXTO DESCRIPTIVO.
EL BUSCÓN, QUEVEDO. CAPÍTULO III
Entramos, primero
domingo después de Cuaresma, en poder de la hambre viva, porque tal laceria no
admite encarecimiento. Él era un clérigo cerbatana, largo sólo en el talle, una
cabeza pequeña, los ojos avecindados en el cogote, que parecía que miraba por
cuévanos, tan hundidos y oscuros que era buen sitio el suyo para tiendas de
mercaderes; la nariz, de cuerpo de santo, comido el pico, entre Roma y Francia,
porque se le había comido de unas búas de resfriado, que aun no fueron de vicio
porque cuestan dinero; las barbas descoloridas de miedo de la boca vecina, que
de pura hambre parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no
sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado;
el gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida que parecía se iba a
buscar de comer forzada de la necesidad; los brazos secos; las manos como un
manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo parecía tenedor o compás,
con dos piernas largas y flacas. Su andar muy espacioso; si se descomponía
algo, le sonaban los huesos como tablillas de San Lázaro. La habla ética, la
barba grande, que nunca se la cortaba por no gastar, y él decía que era tanto
el asco que le daba ver la mano del barbero por su cara, que antes se dejaría
matar que tal permitiese. Cortábale los cabellos un muchacho de nosotros. Traía
un bonete los días de sol ratonado con mil gateras y guarniciones de grasa; era
de cosa que fue paño, con los fondos en caspa. La sotana, según decían algunos,
era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin
pelo, la tenían por de cuero de rana; otros decían que era ilusión; desde cerca
parecía negra y desde lejos entre azul. Llevábala sin ceñidor; no traía cuello
ni puños. Parecía, con esto y los cabellos largos y la sotana y el bonetón,
teatino lanudo. Cada zapato podía ser tumba de un filisteo. Pues ¿su aposento?
Aun arañas no había en él. Conjuraba los ratones de miedo que no le royesen
algunos mendrugos que guardaba. La cama tenía en el suelo, y dormía siempre de
un lado por no gastar las sábanas. Al fin, él era archipobre y protomiseria.
NOTA: se RECOGERÁ el jueves 3 de octubre.
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