COMENTARIO DE TEXTO
NARRATIVO
Manolo,
tumbado junto a la hamaca, vio cómo las dos amigas se abrazaban y se
besaban. Dos o tres veces volvieron la cabeza para mirarle a él,
sonriendo y cuchicheando: pensó que no iba a librarse de ser
presentado. La amiga de Teresa sonreía todo el rato, con su pequeña
y morena cara de luna, y no se estaba quieta ni un momento, doblando
el cuerpo envuelto en la toalla. No podía oír lo que decía, pero
sabía que hablaban en catalán (lo deducía por los graciosos
morritos que ponía ahora Tersa, había aprendido a leer en ellos) y
eso y las risas, cada vez más desatadas, bastaba para inquietarle.
Confirmaron sus sospechas, el viento le trajo la terrible palabra
(xarnego) pronunciada por la amiga de Teresa, y luego su risa: aquel
sesudo y temible sarcasmo catalán estaba de nuevo aquí, encarnado
en esta chica alegre (qué misterio su sonrisa), como una amenaza.
¿Qué estarán hablando, por qué Teresa no me llama y me presenta?
Le llegaron otras palabras sueltas, turbias interrogaciones:
“¿trabaja?”, “vacaciones”, “chica, ten cuidado”. Vio una
armonía familiar entre ellas y el paisaje. [...] En fin, eran
catalanas las dos, bonitas y además ricas. Se despidieron con otro
beso.
--¿Quién
es? --preguntó él cuando Teresa volvió.
--Leonor
Fontalba, una amiga de la facultad. Es muy simpática.
--¿Y
de qué os reíais?
Teresa
hizo una pirueta con las piernas al tenderse a su lado.
--Hablábamos
de ti –dijo--. ¿Le molesta al señor? Leonor está pasando las
vacaciones en Sitges. Se ha escapado con un amigo. Por cierto, dice
que estarán todos en el Saint-German. ¿te gustaría conocerles?
Podemos ir a tomar una copa. Te presentaré.
--¿Quiénes
son?
--Amigos.
--Pero
¿qué clase de amigos?
En
el ton más natural ella respondió:
--Estudiantes
de izquierdas.
J.
Marsé, Últimas
tardes con Teresa.
SE CORREGIRÁ EL LUNES 19 DE NOVIEMBRE
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