TEMA 8. NOVELA ESPAÑOLA DE 1975 A FINES DEL SIGLOXX.
A la muerte de Franco
(20 de noviembre de 1975), se restaura la monarquía con Juan Carlos I y se
promulga la Constitución y el Estado de las Autonomías en 1978. La desaparición
de la censura y el ambiente de libertad en el que comenzó a
desarrollarse la cultura española permitió un mejor conocimiento de la
literatura española en Europa y de la literatura occidental en España, así como
la recuperación de la obra de los escritores exiliados.
La
publicación en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta , de
Eduardo Mendoza, significa el nuevo giro
de la narrativa española: a pesar de que incorpora elementos formales que
permiten entroncarla con la novela
experimental, revela una vuelta al
realismo, al interés por la trama
argumental, al viejo placer de contar historias. A grandes rasgos, las
características de la novela de esta etapa serían las siguientes:
-se simplifican las estructuras narrativas,
que eliminan la complejidad textual anterior.
-se
recupera el argumento, la trama y los personajes, contándose una historia
cerrada y continua.
-se
utilizan las personas narrativas
tradicionales (primera y tercera).
-se
trata de una narrativa que se dirige a un lector medio que prefiere el entretenimiento a la complejidad
narrativa.
-los géneros marginales se convierten
en fuente de inspiración (relato fantástico o de ciencia-ficción, novela negra,
novela policíaca, de aventuras, a modo de reportaje o histórica) y la intriga
es el ingrediente esencial.
-la
temática: es frecuente un cierto sentimiento de desencanto tras
el fracaso del 68 y sus anhelos de “cambio de vida”. Se suelen rechazar los
valores imperantes; pero se separará el compromiso político
—cuando exista— del compromiso estético. Reaparecen las preocupaciones
existenciales y la presencia de la intimidad: la soledad, el amor,
las relaciones personales, la realización del individuo, el erotismo... El
desencanto y el escepticismo se expresan con un tono desenfadado y humorístico,
tras del que puede haber un fondo amargo o tierno.
-la
defensa de la condición femenina aparece también en la obra de muchas
narradoras: son novelas de corte intimista que favorecen la exploración
psicológica y ponen de manifiesto la problemática de la mujer moderna y la
fragilidad de la pareja.
-abundan los tonos
humorísticos, lúdicos o irónicos, pero también están presentes los aires
nostálgicos o líricos en novelas de fuerte carácter intimista; los
tratamientos culturalistas, exquisitos o refinados; el empleo libre y sin
trabas de la fantasía. No es frecuente, sin embargo, el empeño por el
realismo a ultranza.
-aunque
los personajes suelen estar ubicados en un marco concreto cuyos rasgos se
describen, lo que importa es la percepción que el individuo tiene del mundo
externo, y no éste en sí mismo.
En
los últimos veinte años ha crecido
el número de publicaciones a causa de la gran cantidad de premios literarios y
del boom editorial. El término inglés best
seller se asienta entre nuestros autores y cabe hablar de una novela
comercial de fácil lectura y rápido olvido, como suelen ser las novelas
históricas, románticas, policiacas o las novelas fantásticas orientadas al
público juvenil.
Se
ha incrementado el número de escritoras
(Almudena Grandes, Dulce Chacón, Elvira Lindo, Rosa Montero, Lucía
Etxebarría...), la vinculación entre
la labor literaria y la periodística (son frecuentes las colaboraciones en
prensa de los más destacados narradores y cabe citar, en este sentido, los articuentos de Juan José Millás) o el gusto creciente por el relato corto (y, en los últimos años, incluso del microrrelato).
Otros
aspectos significativos de la novela española en los últimos treinta años son
el individualismo (cada autor emprende
un camino personal con la pretensión de diferenciarse al máximo de sus
contemporáneos, lo cual se puede hablar de desorientación estética) y el eclecticismo: los autores se acogen
prácticamente a todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias
y preocupaciones personales.
Por
eso y porque hace falta un poco más de perspectiva para analizar el panorama
actual, es difícil clasificar la novela actual en distintas tendencias.
Podemos, eso sí, observar que en las últimas décadas del siglo XX conviven
autores de distintas generaciones
anteriores: novelistas de la posguerra inmediata (Cela, Delibes, Torrente
Ballester), algunos novelistas de la "Generación del medio siglo"
(Juan Goytisolo, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute...), autores posteriores
como Juan Marsé o Manuel Vázquez Montalbán, además de nuevos escritores dados a
conocer después del franquismo, como Julio Llamazares, Javier Marías, Luis
Mateo Díez, Antonio Muñoz Molina, Luis Landero, etc.
Perduran
las novelas herederas del experimentalismo,
novelas minoritarias y culturalistas, herméticas y experimentales, como Escuela de mandarines (1974), de Miguel
Espinosa, la tetralogía Antagonía (1973-1981) de Luis Goytisolo o Larva (1983), de Julián Ríos. Al margen
de esto, podemos identificar ciertas tendencias
temáticas:
-Metanovela: el narrador reflexiona sobre los aspectos teóricos de
la novela que suele trasladar a la ficción como motivo del relato. Algunos
ejemplos: La orilla oscura (1985), de
José Mª Merino; El desorden de tu nombre (1987), de Juan José Millás; o El vano
ayer (2004), de Isaac Rosa.
-Novela lírica: el valor esencial es la introspección y la la búsqueda de la perfección formal. Centra su interés en un mundo más sugerente que
concreto, con personaje-símbolo y una mayor tendencia al lenguaje poético: Mortal y rosa (1975), de Francisco
Umbral; La lluvia amarilla (1988), de Julio Llamazares; o El lápiz
del carpintero (1998), de Manuel Rivas.
-Novela histórica: se trata de un tipo de novela de gran precisión
histórica. Pueden servirnos de ejemplos El
oro de los sueños (1986), de José María Merino; La vieja sirena (1990), de José Luis Sampedro; la saga de las
novelas de Pérez-Reverte El
capitán Alatriste (1996); Tierra
firme (2007), de Matilde Asensi... Dentro de esta tendencia cabe citar
aquella que se ocupa de la de la Guerra Civil: Luna de lobos (1985),
de Julio Llamazares; Soldados
de Salamina (2001), de Javier
Cercas; La voz dormida (2002), de Dulce
Chacón; Las trece rosas (2003),
de Jesús Ferrero; Los girasoles ciegos
(2004) de Alberto Méndez...
-Novela policíaca y de intriga: mezcla esquemas policíacos con
aspectos políticos e históricos. La serie de novelas sobre el detective Carvalho (que sirve como crónica
sociopolítica, mordaz e irónica de la transición democrática) o Galíndez (1990) convierten a Manuel Vázquez Montalbán en el escritor
más representativo; aunque no es el único, ya que de algunos elementos de este
género también se han servido Eduardo
Mendoza (La ciudad de los prodigios, 1986), Arturo Pérez-Reverte (La tabla de Flandes, 1990), Antonio Muñoz Molina (Plenilunio, 1997) o
Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento, 2001).
-Novela de la memoria y del testimonio: de enfoque realista, la
memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta
corriente, que abarca también el mundo onírico, irracional o absurdo. En esta
línea cabría mencionar el realismo carnavalesco de Luis Mateo Díez (La fuente de la edad, 1986), el realismo
imaginario de Luis Landero (Juegos
de la edad tardía, 1989), así como la decidida defensa de la condición femenina
de Rosa Montero en Te
trataré como a una reina (1981), la revisión crítica de los desajustes
sociales de nuestro tiempo de Rafael Chirbes (Crematorio, 2007) o la revisión
caleidoscópica de la Transición de El día de mañana (2011), de Ignacio Martínez
de Pisón.
-Novela de pensamiento: se difuminan las fronteras entre la novela y
el ensayo, pues da cauce a múltiples digresiones sobre las preocupaciones del
autor, en un tono cercano a veces a lo autobiográfico. Un ejemplo de ello es Sefarad
(2001), de Antonio Muñoz Molina, o
muchas de las obras de Javier Marías
(Todas
las almas (1989), Negra espalda del tiempo
(1998), Tu rostro mañana, 2009).
-Novela neorrealista o de la generación X: otra tendencia en la
novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los
problemas de la juventud urbana (sus
salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del sexo,
del alcohol y de la música rock...), con una estética muy cercana a la contracultura: Héroes (1993), de Ray Loriga; Historias del Kronen
(1994), de José Ángel Mañas; Sexo,
prozac y dudas (1997), de Lucía
Etxebarría; o Deseo de ser punk (2009), de Belén Gopegui.
Entre los novelistas de
este período sobresalen, por la coherencia de su trayectoria y el
reconocimiento crítico, tres autores:
EDUARDO MENDOZA (Barcelona, 1943) publicó en 1975 La
verdad sobre el caso Savolta, título que, en buena medida, puede
considerarse el punto de partida de la narrativa actual. En obras posteriores,
Mendoza ha mostrado su excepcional
capacidad paródica: El misterio de la cripta embrujada
(1978), El laberinto de las aceitunas (1982) y Sin noticias de Gurb
(1992) actualizan y subvierten de forma hilarante los tópicos de tres géneros
consagrados: la novela de misterio, la
novela negra o policíaca y la novela de ciencia ficción. La
ciudad de los prodigios (1986) es la más ambiciosa de sus obras y
probablemente la más lograda; en ella se recrea la evolución histórica y social
de la ciudad de Barcelona en el período comprendido entre las exposiciones
universales de 1888 y 1929, tomando como hilo conductor la progresión en la
escala social del protagonista. Más recientemente ha publicado La
aventura del tocador de señoras (2001), El asombroso viaje de Pomponio
Flato (2008) o El enredo de la bolsa y la vida
(2012).
La obra de JAVIER MARÍAS (Madrid, 1951) constituye
una de las apuestas más originales
de las últimas décadas. Las novelas y cuentos de este autor se distinguen por
la presencia de una serie de temas
obsesivos, como el misterio de la
identidad personal y la reflexión sobre el tiempo. Su estilo, muy elaborado, posee una rara capacidad
envolvente, que difumina y transforma la realidad. Entre sus obras destacan Todas
las almas (1989), Corazón tan blanco (1992) y Mañana
en la batalla piensa en mí (1994). El tiempo y la identidad personal son temas que aparecen con fuerza en
sus últimas novelas, como en Negra espalda del tiempo (1998),
juego entre la realidad y la ficción literaria, o en la más reciente trilogía
titulada Tu rostro mañana, su obra más ambiciosa. Se trata del autor con
más proyección internacional: sus
obras han sido traducidas a 40 idiomas y publicadas en 50 países.
En la narrativa de ANTONIO MUÑOZ MOLINA (Úbeda, 1956) se
conjugan de forma armónica el rigor en la
construcción del relato y la preocupación por elaborar un argumento atractivo
para el lector. Destaca asimismo la calidad
de la prosa, intensa, que se
desarrolla en períodos amplios, de ritmo muy cuidado. Sobresalen entre sus
obras El invierno en Lisboa (1987), una magnífica novela de intriga; El jinete polaco (1991),
evocación autobiográfica que juega hábilmente con los tiempos del relato; y Plenilunio
(1997), acertado intento de remozar el género policíaco. Sefarad
(2001) huye del argumento tradicional y desarrolla en clave de literatura
personajes y situaciones históricas. Su última novela, La noche de los tiempos
(2009), es una historia que bucea en los orígenes de la guerra civil española y posiblemente se trate de una de las
mejores obras de la década.
NOTA: si os fijaís, la primera parte es un corta pega del otro tema de la novela. la década de los setenta.