sábado, 14 de marzo de 2015

2º BACHILLERATO. ORGANIZACIÓN DE LOS DÍAS 17 Y 18 DE MARZO.


Os he dejado textos periodísticos subidos a la web con sus correspondientes soluciones.Debéis hacer:

Martes 17: El comentario de texto periodístico I en 35 min. Los otros 15 min tendréis realizar un análisis sintáctico de la oración 1 de las actividad Ejercicios de sintaxis.

Miércoles 18: El comentario de texto periodístico II en 30 min. Los otros 20 min debéis realizar un análisis sintáctico de la oración 2 de las actividades Ejercicios de sintaxis.

NOTA. Los comentarios de texto NO SE RECOGEN. Tenéis en la web un modelo de comentario resuelto, podéis comprobarlo vosotros mismos.

Las oraciones SÍ SE RECOGEN. Tenéis que hacerlas por parejas y se entregarán porque cuentan como nota de clase. Podéis debatir entre las parejas, pero no consultar apuntes o hacer una debate colectivo entre todos. 

Y para hacer los comentarios, por favor, imprimidlos. A mí no me ha dado tiempo y me voy el mismo lunes. Gracias, chicos. 

2º DE BACHILLERATO. EJERCICIOS DE SINTAXIS.


EJERCICIOS DE SINTAXIS.

Debéis hacer, por parejas, las oraciones en clase. Contarán como nota de clase. La 1 la haréis los últimos 15 min de clase el martes 17 de marzo y las 2 en los últimos 20 min de clase el miércoles 17.

1.     Puede parecer imposible que en cada esquina de la actualidad se encuentre un centinela videoaficionado, pero es así.

2.     La imposibilidad de encontrar un solo pueblo, una sola tribu donde el nacimiento provoque duelo y lamentación, prueba que la humanidad se encuentra en estado de regresión.


2º BACHILLERATO. SOLUCIÓN AL COMENTARIO DE TEXTOS PERIODÍSTICOS III.


Os adjunto un link donde no sólo se ofrece un modelo de comentario, sino que va, paso por paso, analizando cada nivel del lenguaje, y dando y explicando las diferentes opciones que podéis escoger:

http://www.slideshare.net/laumicbar/cdocuments-and-settingsusuarioescritorioprueba-de

2º BACHILLERATO. COMENTARIO DE TEXTOS PERIODÍSTICOS III.

 
RECICLAJE, AYUNTAMIENTOS Y RATAS DE BASURERO.
Voy a ganarme a pulso una bronca ecológica, incluida mi guerrera del arco iris particular; pero uno está curtido en broncas, adversidades y otros etcéteras, así que asumo las consecuencias sin complejos. Y es ello que acabo de enterarme de que, en la Comunidad de Madrid –supongo que como en otras comunidades, más o menos–, cuatro de cada diez ciudadanos sacan la basura sin separar los materiales orgánicos de los reciclables. O sea: que para buena parte de los madrileños, y supongo, tirando por elevación, de los españoles en general, la variedad de colores que adorna los cubos de basura –envases, papel, materia orgánica y todo eso– no sirve más que para darle variedad cromática al asunto. 62.532 fotografías de contenedores frente a 13.000 edificios capitalinos, en una inspección que ha costado la respetable cifra de 390.000 mortadelos, permiten llegar a la conclusión de que así están las cosas. Y de que los ciudadanos somos unos desaprensivos que nos pasamos por la bisectriz la ecología y las ordenanzas municipales y de la CEE.
Esto último es muy probable. Sin necesidad de inspecciones y conociendo el percal, esa cifra de que sólo no reciclan cuatro de cada diez pavos y pavas me parece demasiado optimista. Y sorprendente, habida cuenta de dónde estamos, y con quién nos las tenemos, en este bebedero de patos donde todo cristo, desde los ministerios de Sanidad o Fomento hasta la concejalía de ruidos y basuras de San Crescencio del Rebollo, con tal de salir en el telediario, vomitan leyes, normativas, disposiciones y ordenanzas hasta aburrir a las ovejas, sin poner luego, por supuesto, los medios adecuados ni hacer el menor esfuerzo para aplicarlas, o para asegurarse de que se aplican sin picaresca ni golferías. Como dice un compadre mío que es medio franchute y medio alemán: «En Espania tenéis más leies que en toda Eugopa gunta, pego nadie las cumple». Así que permitan que les cuente un caso particular, casi íntimo, después de hacer una confesión melodramática y casi chulesca: yo no reciclo. O, para ser más exactos, llevo algún tiempo sin hacerlo. Y voy a contarles por qué.
Desde hace la tira, en mi casa hay cuatrocientos ochenta y seis cubos de basura con colores distintos, en los que siempre se hizo una minuciosa selección de materiales: envases, plásticos, papel, etc., incluso antes de que el ayuntamiento responsable dispusiera en las proximidades el equivalente en contenedores apropiados. De papel, sobre todo, entre correspondencia, folios y borradores descartados, envoltorios de paquetes de libros, revistas, periódicos, folletos y cosas así, se despachaban cada día muchos kilos debidamente apartados, limpios y listos para reciclar. Y todo ocurrió así, con exactitud prusiana y ejemplar ciudadanía, hasta que hace poco llegó a mi conocimiento que un par de miserables traperos que se dicen libreros o intermediarios tienen puesto a la venta parte de todo eso que, en mi virginal inocencia, envié al reciclaje: páginas de textos con correcciones manuscritas, correspondencia privada y hasta invitaciones a tal o cual acto presidencial, real, ministerial, social o literario; de los que, por cierto, debe de haber tarjetones a cientos, pues nunca voy a ninguno. Al principio, cuando logré cerrar la boca abierta por el asombro y después de estar un rato mirándome en el espejo la cara de gilipollas, pensé echarles encima a los responsables todo el peso de la dura lex, sed lex, ya saben. El juez Garzón y todo eso. Pero luego consideré que en España no merece la pena, de momento, legar pleitos a tus nietos. Así que, hechas mis averiguaciones para reconstruir el proceso, y como a fin de cuentas todo aquel papelorio no era sino basura sin importancia, decidí tomarlo con calma y a la expectativa, cual francotirador paciente detrás de la escopeta, en espera de que se presente la ocasión personal de toparme a una de esas ratas de cloaca e incrustarle los borradores de mis obras completas, previamente bien enrollados y a hostias, en el esófago. En cuanto al ayuntamiento de donde vivo y a la empresa contratada responsable, que defraudando mi buena fe –imagino que no sólo hurgarán en mis papeles, sino también en los de otros vecinos–, son incapaces de garantizar el buen uso de mis desechos domésticos, y con su complicidad pasiva –o activa, cualquiera sabe– permiten que mi vida privada sea puesta en pública almoneda, lo que hago ahora es meter toda la basura bien mezcladita, papeles, fideos, aceite de latas de sardinas, tomates pochos y demás, con las siglas QLRVPM pintadas en las bolsas con rotulador: Que Lo Recicle Vuestra Puta Madre.

Arturo Pérez Reverte, XLSemanal, marzo 2007.

2º BACHILLERATO. SOLUCIÓN AL COMENTARIO DE TEXTO PERIODÍSTICO I.


Corrección de la Opción B de la PAU de junio 2009-2010. Parte de comentario de texto

TEXTO
La introducción del uniforme escolar en los centros públicos no es una medida anodina. Puede herir sensiblidades, dar lugar a conflictos o abrir un debate más amplio sobre un orden social dado. Desde un punto de vista psicológico, atañe a la sempiterna tensión entre la necesidad de ser al mismo tiempo semejante y diferente de los demás. Los argumentos a favor del uniforme son numerosos y conocidos. Se imagina como un freno al marquismo, a ver los centros escolares como una pasarela. Desde una perspectiva psicosocial, se añade que el uniforme acabaría con la comparación entre los alumnos, se destronaría el estilo de vestir como signo de diferencias sociales, económicas, étnicas, religiosas, nacionales o incluso entre pandillas. Se cree también que favorece la disciplina, y la concentración. No faltan tampoco razones de tipo económico o de sentido práctico.
Pero vestir de uniforme tiene tras sí una larga historia. Recordemos, por ejemplo, cómo el cuello Mao se impuso a 900 millones de habitantes. El uniforme ha sido un instrumento para establecer jerarquías y distancias entre clases o entre castas. En suma, el uniforme trae a la memoria lo militar, la penitenciaría, la hospitalización, el internado. Evoca la despersonalización, lo homogéneo, la falta de iniciativa y de autonomía o la ausencia de sensibilidad estética. Suele oponerse a modernidad, innovación y juventud.

(Juan Antonio Pérez, “Una reflexión psicosocial”, El País, 17 de junio de 2008.)

1.    Enuncia el tema.
Polémica por el empleo del uniforme escolar en los centros educativos públicos.

2.    Comenta las características lingüísticas y estilísticas del texto.

Desde el punto de vista organizativo, este artículo presenta una estructura de problema y consecuencia (sin solución) al principio del texto, pues el problema es la posible implantación de la uniformidad en los centros escolares públicos y la consecuencia inmediata es la polémica que ha generado en el seno de la sociedad. En este sentido la idea principal se encuentra también al principio del texto, de tal manera que podríamos hablar de una organización o estructura deductiva.

En cuanto a la estructura externa, el texto se puede dividir en dos partes, que corresponden a una introducción o planteamiento inicial en donde se plantea la tesis (l. 1-4) y el cuerpo de la argumentación (l. 4-13), en donde el articulista expone los “pros” (l. 4-8): motivos económicos, eliminación del “marquismo” en las aulas y de cualquier otro tipo de diferencia, y fomento de la disciplina derivada del uso de la uniformidad, y los “contras” (l. 9-13): la uniformidad es una aliada de las diferencias sociales y de determinadas ideologías, recuerda lo carcelario, lo militar, la imposición dictatorial del pueblo de Mao o la reclusión de un internado, representa la privación de libertad y se opone a lo moderno y juvenil. Si observamos detenidamente el texto, el autor nos va conduciendo de forma hábil hacia la postura que él comparte, que no otra que aquella que está en contra de la implantación de la uniformidad en la enseñanza pública. Y esto se confirma cuando, a modo de conclusión empieza a cerrar el texto y recapitula los argumentos anteriormente expuestos, recalcando los argumentos en contra: "En suma, el uniforme trae a la memoria lo militar, la penitenciaría, la hospitalización, el internado. Evoca la despersonalización, lo homogéneo, la falta de iniciativa y de autonomía o la ausencia de sensibilidad estética. Suele oponerse a modernidad, innovación y juventud". Sobre el cuerpo argumentativo hay que añadir que fundamentalmente utiliza argumentos de ejemplificación y hace referencia a un hecho histórico constatado: la imposición del cuello Mao a todos los chinos durante la época de gobierno de Mao Zedong para reforzar la idea de ausencia de libertad.

En cuanto al nivel lingüístico del texto, el autor se sitúa en el nivel culto-estándar de la lengua, ya que, aunque en el texto aparecen algunos cultismos como “sempiterna” (l. 3) (adj. Que durará siempre; que, habiendo tenido principio, no tendrá fin) o “psicosocial” (l. 5), aparecen, en general, construcciones sencillas y un lenguaje al alcance de cualquier lector medio, incluso se permite (en cursiva) incorporar palabras nuevas, aunque no recogidas en el DRAE, como “marquismo” (l. 4).

 Relacionado con las funciones lingüísticas, se puede apreciar una diferencia notable entre el primer y el segundo párrafo.  Mientras que en el primer párrafo hay un predominio casi absoluto de la función referencial, dado el carácter de impersonalidad que tiene el texto y que más adelante comentaré (“se imagina”, línea 4; “se añade”, línea 5); en el segundo párrafo aparecen tanto la función apelativa, a través del plural asociativo “recordemos” (l. 9) que produce un acercamiento a los lectores, como la función expresiva, ya que el uniforme escolar parece cobrar vida y es continua la figura literaria de la personificación (“trae a la memoria”, línea 11; “evoca”, l. 12; “suele oponerse”, l. 13). Por tanto, en cuanto a la función poética, a pesar de que no estamos ante un texto literario el emisor recurre a figuras propias del lenguaje literario.

Dentro del plano morfológico-sintáctico, es importante destacar el diferente uso de construcciones sintácticas en los argumentos en pro y en contra, lo que reafirma que el articulista está en contra de la implantación de la uniformidad.  Si observamos los argumentos a favor, veremos que el autor utiliza impersonales con "se", típicas de los ensayos, ("se imagina", línea 4; "se cree", línea 7;  o "se añade", línea 5) de tal forma que indirectamente despersonaliza esta postura y la opinión resulta como más indeterminada; sin embargo cuando enumera los argumentos en contra cambia la estructura sintáctica, abandona la impersonal con "se" y las afirmaciones que expone cobran más fuerza con el uso de los presentes ("tiene", línea 9;  "recordemos", línea 9; "evoca", línea 12; "suele", línea 13; "trae", línea 11) y del pretérito perfecto ("ha sido", línea 10) al hacer referencia al ejemplo del "cuello Mao". Todo ello confirma su postura en contra de la uniformidad en los centros escolares de titularidad pública, a pesar de una supuesta objetividad que pretende mostrarnos. En el texto, el autor emplea el presente para hablar de generalidades (presente con valor atemporal), en tercera persona: “es”, línea 1; “puede”, l. 1; “atañe”, l. 3; “son”, l. 4… No es un texto excesivamente complejo a nivel sintáctico, ya que emplea frases cortas, con abundancia de simples (“La introducción del uniforme escolar en los centros públicos no es una medida anodina.”, línea 1; o  “Los argumentos a favor del uniforme son numerosos y conocidos.”, línea 4), coordinadas (“Puede herir sensiblidades, dar lugar a conflictos o abrir un debate más amplio sobre un orden social dado.”, línea 1-2) y yuxtapuestas (“se añade que el uniforme acabaría con la comparación entre los alumnos, se destronaría el estilo de vestir como signo de diferencias sociales, económicas, étnicas, religiosas, nacionales o incluso entre pandillas.”, línea 5), que son enumeraciones que explican y redundan en el significado que propone el articulista en cada caso. En cuanto a los escasos ejemplos de subordinación, aparece alguna subordinada sustantiva, de CD (“Se cree también que favorece la disciplina, y la concentración.”, en la línea 7) o la interrogativa indirecta, también de CD, “Recordemos, por ejemplo, cómo el cuello Mao se impuso a 900 millones de habitantes.”, en la línea 9.

En cuanto al plano léxico-semántico, el texto utiliza un lenguaje connotativo, propio de los textos de carácter argumentativo, con adjetivos explicativos antepuestos al nombre como “sempiterna” (l. 3), referida a la tensión, o “larga” (l. 9), referida a la historia, que reflejan, bajo mi punto de vista, cierto cansancio o agotamiento por parte del autor ante un debate demasiado recurrente. Relacionado con la connotación, es el uso tan peculiar que el autor hace de la lengua, empleando palabras nada complicadas, destacando dos que pertenecen un ámbito más coloquial como son “pandillas” (línea 7) y la construcción “marquismo” (gusto por llevar marcas), en la línea 4. Estilísticamente, destaca el uso del artículo “lo” (“lo militar”, línea 11, (…) “lo homogéneo”, línea 12) que sustantiviza esos adjetivos. Recurre también al empleo de un infinitivo como nombre (“vestir de uniforme”, línea 9). Utiliza frecuentes términos abstractos como es propio del lenguaje de los textos de las disciplinas humanísticas: “argumentos” (4), “disciplina” (7), “concentración” (7), “modernidad” (13)… Además, con el fin de dar cohesión al texto, aparecen diferentes isotopías como recurrencias léxicas: “uniforme” (líneas 1, 4 y 9) o “escolar”-“escolares” (l. 1 y 5); parejas de sinónimos: “clases”-“castas” (línea 11) o antónimos: “semejante”-“diferente” (línea 3). Por último, dado el carácter literario de los textos ensayísticos, no podía faltar el uso de figuras literarias como la metáfora  (“se destronaría el estilo…”,  línea 6), la comparación (“centros escolares como una pasarela”, línea 5),  la antítesis (“ser al mismo tiempo semejante y diferente de los demás”, línea 3) o la metonimia (“el cuello de Mao”, línea 9).

Para terminar, dentro del nivel textual, no se encuentran ejemplos de anáfora o de catáfora, y son muy escasos los de deixis (“más”, línea 2) o elipsis (“(razones) de sentido práctico”, línea 8). Sí destaca el texto por el uso de marcadores del discurso o conectores. Aparecen ordenadores del discurso como “Desde un punto de vista psicológico” (línea 2) o “desde una perspectiva psicosocial” (línea 5); el contraargumentativo “pero” (l. 9), para contraponer los pros y los contras; el ejemplificador clásico “por ejemplo” (l. 9) y el de recapitulación o resumen “en suma” (l. 11), que concluye el texto.



3.    Resumen del texto (0,75 puntos):

 El autor comenta el conflicto que crea desde hace mucho tiempo la incorporación del uniforme en las escuelas públicas. Señala, en primer lugar, los beneficios que puede generar, que tienen que ver con aspectos económicos, sociales o religiosos. A continuación, incide en lo negativo, fundamentalmente en que resta autonomías, libertad y personalidad al que lo lleva.



4.    Tipo de texto (0,75 puntos):

Se trata de un artículo de opinión del diario El País, que por tanto se engloba dentro de los textos periodísticos y también de los textos de las disciplinas humanísticas, ya que está próximo al ensayo por su carácter persuasivo, su estructura libre y por el propósito de reflexionar sobre los problemas que atañen al ser humano. Por esto último y porque se centra en un problema que genera debate dentro de la sociedad es un texto sociológico. También es un texto argumentativo puesto que el autor pretende darnos un punto de vista personal y subjetivo sobre el tema tratado. Según el receptor a quien va dirigido, es un texto de carácter divulgativo, puesto que utiliza un lenguaje sencillo, no demasiado elaborado, que pretende llegar a un amplio número de personas.

2º BACHILLERATO. COMENTARIO DE TEXTOS PERIODÍSTICOS II.



La introducción del uniforme escolar en los centros públicos no es una medida anodina. Puede herir sensiblidades, dar lugar a conflictos o abrir un debate más amplio sobre un orden social dado. Desde un punto de vista psicológico, atañe a la sempiterna tensión entre la necesidad de ser al mismo tiempo semejante y diferente de los demás. Los argumentos a favor del uniforme son numerosos y conocidos. Se imagina como un freno al marquismo, a ver los centros escolares como una pasarela. Desde una perspectiva psicosocial, se añade que el uniforme acabaría con la comparación entre los alumnos, se destronaría el estilo de vestir como signo de diferencias sociales, económicas, étnicas, religiosas, nacionales o incluso entre pandillas. Se cree también que favorece la disciplina, y la concentración. No faltan tampoco razones de tipo económico o de sentido práctico. Pero vestir de uniforme tiene tras sí una larga historia. Recordemos, por ejemplo, cómo el cuello Mao se impuso a 900 millones de habitantes. El uniforme ha sido un instrumento para establecer jerarquías y distancias entre clases o entre castas. En suma, el uniforme trae a la memoria lo militar, la penitenciaría, la hospitalización, el internado. Evoca la despersonalización, lo homogéneo, la falta de iniciativa y de autonomía o la ausencia de sensibilidad estética. Suele oponerse a modernidad, innovación y juventud.
(Juan Antonio Pérez, “Una reflexión psicosocial”, El País, 17 de junio de 2008.)


2º BACHILLERATO. SOLUCIÓN AL COMENTARIO DE TEXTO PERIODÍSTICO I.

 

COMENTARIO TEXTO RESUELTO
¿El agua también es inversión?

  1. Determine las características lingüísticas y / o literarias del texto que se propone, ¿qué tipo de texto es?

Nos encontramos ante un texto periodístico, dado que el medio de difusión elegido por su autor ha sido el diario El Mundo. Teniendo en cuenta el vocabulario empleado y el contenido del mismo, se trata de un artículo publicado probablemente en la sección de economía. El texto va dirigido a inversores, sin embargo tiene un carácter divulgativo ya que se hace extensivo a otras personas ajenas al mundo de las finanzas pero que puedan estar interesadas en la economía y en el mundo empresarial (es importante el medio que ha elegido, un periódico de gran tirada).
Se trata de un texto expositivo-argumentativo estructurado en dos párrafos que tienen una estructura paralelística muy sutil: ambos siguen una estructura inductiva que nos lleva a la tesis que defiende en las dos partes: el agua como objeto de negocio y especulación.
El título es muy significativo: una interrogación retórica que anticipa al lector el contenido del artículo e intenta captar su atención para que lo lea.
El primer párrafo también se abre con una interrogación retórica, así hace copartícipe al lector de ésta. Para defender su tesis recurre a argumentos de autoridad, la comunidad inversora, y a su propia experiencia: dado el fuerte crecimiento de la población mundial y el proceso de urbanización de las economías emergentes, al igual que el petróleo o el oro, el agua será la materia prima más rentable por su escasez para diversificar riesgos empresariales. Además, se trata de un bien necesario para la subsistencia básica. Puede llamar la atención que la tesis defendida sea que el agua es una inversión económica rentable debido a que es una materia prima y escasa, pero hay que tener en cuenta que nos hayamos en el mundo empresarial no cabe el sentimiento, sino la rentabilidad.
En el segundo párrafo, y siguiendo una estructura inductiva como en el primero, recurre a argumentos objetivos: parte de datos estadísticos verificables, expresados en tanto por ciento (20% y 40% respecto al agua que se pierde en su transporte), si bien los da como no reales, sino como aproximados, porque las fuentes de información, sobre todo en las economías en vías de desarrollo, no son fiables. No obstante, corrobora lo anterior con una realidad contrastable: las infraestructuras son ya antiguas y precisan revisión. Y además, refuerza lo anterior con otro dato conocido por todos, el de las catástrofes naturales, cuyos efectos, al no cubrirlos los seguros, pueden ser objeto mercantil rentable dado que para evitar epidemias, se necesitan sistemas de potabilización y tecnología.
Existe una trabazón interna entre los párrafos favorecida por el paralelismo y el orden lógico y progresivo que el autor ha establecido entre ambos. si en el primero habla del sentimiento de escasez, en el segundo lo corrobora con el tanto por ciento de la pérdida del líquido tan escaso como necesario; si en el primero la comunidad inversora está de acuerdo en estimar un fuerte crecimiento de la población (...) y un proceso de urbanización (...), en el segundo confirma esta estimación con las catástrofes naturales, que cada vez son más frecuentes por el mayor grado de concentración de la población; si en el primero asegura que el agua es la próxima materia prima que entrará en la espiral alcista, en el segundo no cabe duda de la veracidad de lo expresado y de lo acertado de su conclusión: los fondos de inversión del agua son un de las alternativas de inversión más prometedoras, con lo que se refuerza aún más lo dicho en el primer párrafo.
En cuanto a las funciones de la lengua, obviamente debemos hacer referencia a la función representativa, dado está presente en la mayoría de los textos: la comunicación se orienta hacia el referente. Como ya apuntamos al principio, tanto el titular como el resto de interrogaciones retóricas que aparecen en el texto, están orientadas a llamar la atención del lector para que se acerque el texto, lo lea y sea partícipe de su opinión, por lo que la función apelativa es fundamental. A pesar de ser un texto en el que se exponen datos fríos y objetivos, en cuanto a la función expresiva del lenguaje, hemos de tener en cuenta que se trata de un texto expositivo-argumentativo y, que aunque el autor se muestre como una autoridad, de hecho es una opinión, así que, aunque la objetividad se impone en el texto, sigue habiendo cierta subjetividad. Hay que tener en cuenta que recurre en varias ocasiones al plural sociativo (se incluye en una colectividad, la de los economistas e inversores: debemos aceptar el reto... nos ha enseñado que el control del nivel del agia...), algo que además refuerza la adhesión del público lector (cenutrines, ¿veis como no me “mojo” y no digo ni que sí ni que no?)
El autor utiliza un registro formal y un vocabulario perteneciente al ámbito económico, con algunos tecnicismos: espiral alcista, economías emergentes, fuerte tendencia.... La mayoría de los sustantivos son abstractos y casi siempre van acompañados de un adjetivo calificativo pospuesto, que delimita y precisa su significado: materia prima, espiral alcista, tendencia experimentada, comunidad inversora, economías emergentes... En muy pocas ocasiones antepone el adjetivo, y sigue fórmulas que podrían considerarse estereotipadas dentro del ámbito de los economistas: fuerte tendencia, nuevas alternativas, fuerte crecimiento, terribles epidemias...
Predominan las formas verbales en tercera persona con la finalidad de potenciar la objetividad, como las oraciones pasivas reflejas (se pierde entre un..., esto se agrava si....), y la universalidad de lo expuesto. En cuanto a las formas verbales, predominio del presente habitual y del futuro imperfecto de indicativo, característico de la realidad: debemos aceptar, la comunidad inversora está de acuerdo, las economías están viviendo un proceso de urbanización... / ¿cuál será la siguiente materia prima que entrará...
En cuanto a la sintaxis, predomina el periodo oracional largo y la subordinación sobre la coordinación. Abundan las oraciones subordinadas sustantivas de CD ( sin negar que existen argumentos más que sólidos..., nos ha enseñado que el control de nivel del agua...) y las subordinadas adjetivas de CN: materia prima que entrará en una espiral alcista..., la materia imprescindible (...) que hoy solo el 10% de la población recibe de forma automática y que es tremendamente volátil en cantidad y calidad. También encontramos ejemplos de oraciones condicionales: ¿por dónde empezarían ustedes si tuvieran que urbanizar y garantizar la calidad de vida de una población creciente? Sin embargo, lo más destacable es el número de oraciones subordinadas sustantivas de infinitivo con distintas funciones: de CN (el reto de buscar nuevas alternativas..., por el hecho de ser necesarios...; de CCFinal: para comenzar a diversificar, para lograr un kilogramo de pan, para defender la continuidad...; de Crégimen: está de acuerdo en estimar... En cuanto a la coordinación, sólo encontramos ejemplos de oraciones coordinadas copulativas: estimar.... y que las economías emergentes..., se pierde entre un 20%... y esto se agrava..., la antigüedad de las infraestructuras... y la tasa de revisión es mínima.

2º BACHILLERATO. COMENTARIO DE TEXTOS PERIODÍSTICOS I.

 
¿El agua también es inversión?
¿Cuál será la siguiente materia prima que entrará en la espiral alcista catalizada por el sentimiento de escasez? Sin negar que existen argumentos más que sólidos para defender la continuidad de la fuerte tendencia experimentada por el crudo y el oro, debemos aceptar el reto de buscar nuevas alternativas para comenzar a diversificar. La comunidad inversora está de acuerdo en estimar un fuerte crecimiento de la población mundial (ocho billones para el 2025) y que las economías emergentes, especialmente China, están viviendo un proceso de urbanización. ¿Por dónde empezarían si tuvieran que urbanizar y garantizar la calidad de vida de una población creciente? ¿Cuál es la materia imprescindible para cualquier urbe, que hoy sólo el 10 % de la población recibe de forma automática y que es tremendamente volátil en cantidad y calidad? El agua.
Se pierde entre un 20% y un 40% del agua en su transporte según se trate de una economía desarrollada o en vías de ello y esto se agrava por el hecho de ser necesarios, por ejemplo, 1000 litros de agua para lograr un kilogramo de pan. La antigüedad de las infraestructuras ronda los 100 años y la tasa de revisión, es mínima. Además, las catástrofes naturales, cuyos costes no son cubiertos por los seguros y cada vez más frecuentes por el mayor grado de concentración de la población, nos han enseñado que el control del nivel del agua, los sistemas descentralizados de potabilización y la tecnología para evitar las terribles epidemias generadas hacen de los fondos de inversión de agua una de las alternativas de inversión más prometedoras. 

Juan Ramón Caridad - El Mundo.

2º BACHILLERATO. SOLUCIÓN AL COMENTARIO DE TEXTO CIENTÍFICO II.

 


SOLUCIÓN AL TEXTO LA NATURALEZA GEOLÓGICA
Nos encontramos ante un texto científico, cuyo contenido se puede definir, en líneas generales, como la exposición de unas determinadas nociones geológicas -dirección, buzamiento, potencia-, seguida inmediatamente de la descripción de los aparatos y operaciones necesarias para cuantificarlas con el conveniente rigor científico.
La exclusividad de la función referencial de la lengua, de la denotación y de la modalidad discurviva utilizada -la exposición descriptiva- son cualidades semánticas del texto que demuestran la intención de claridad y sencillez expresivas, así como de objetividad, que guían a los escritores.
En cuanto a la estructura, la ordenación de los párrafos en el texto es estructural, del contenido solamente, así se elude la complejidad del uso de locuciones adverbiales o conjuntivas. El comienzo de cada párrafo es, por sí mismo, significativo: las expresiones que los encabezan son SN que comunican la síntesis esencial del contenido de los mismos:
-Primer párrafo. “Los cambios de posición y buzamiento”: se parte de este hecho para explicar los conceptos de “dirección” y “buzamiento” que les son inherentes.
-Segundo párrafo. “Así la dirección como el buzamiento”: la cuantificación de ambas nociones se realiza por el mismo procedimiento.
-Tercer párrafo. “El espesor o potencia”: se anuncia la tercera noción que se va a explicar.
La sintaxis de los párrafos revela, naturalmente, la estructura interna del contenido, al tiempo que una cierta asimetría entre ésta y la estructura externa de los propios párrafos: La dirección y el buzamiento: ¿En qué consiste? (P.1), ¿Cómo se miden (P.2); El espesor: en qué consiste y cómo se mide (P.3).
En la sintaxis oracional dos hechos refuerzan la claridad y la sencillez textual: por un lado, hay un equilibrio entre coordinación y subordinación; por otro, la ordenación lógica de las palabras en la oración.
En el texto aparecen casi en la misma proporción oraciones subordinadas (adjetivas, causales, sustantivas, comparativas) y oraciones coordinadas (copulativas, disyuntivas, adversativas, explicativas -introducidas por las locuciones o sea y es decir-).
El orden lógico de la oración hace que, exceptuando la anteposición del CC Causal “por estas razones”, todas se estructuren: SJ + VB + Complementos.
Los sustantivos son concretos (estratos, horizonte, brújula...), y su significación precisa, en la mayoría de los casos. Apenas hay adjetivos calificativos y la mayoría de ellos aparecen pospuestos: brújula ordinaria, contorno ortogonal. El adjetivo especificativo también desempeña la función de atributo (el espesor o potencia de los estratos es variable, unos estratos son muy delgados). El participio con función de adjetivo se rige por la misma norma de claridad, precisión y objetividad (se nos ofrezcan inclinados, la llamada dirección, materiales aportados).
En cuanto al SV, su relevancia es escasa en comparación con la del SN (estilo nominal propio de la descripción y exposición de conceptos impersonales y objetivos). Los verbos son copulativos, transitivos e intransitivos, que exigen un CD, un atributo o un C.Régimen.
El tiempo predominante es el presente gómico o atemporal y el modo el indicativo. Aparece también el pretérito perfecto (han hecho, han durado), que se refieren a procesos geológicos de larga duración que todavía no han concluido. También se usan perífrasis y locciones verbales, que responden al mismo sentido de precisión (débese tener en cuenta, llegan a alcanzar).
Directamente relacionado con la objetividad, destacaremos el uso de oraciones pasivas reflejas (éste se mide por la distancia) e impersonales (débese tener en cuenta). La modalidad oracional es la enunciativa.
En cuanto al léxico, aparecen tecnicismos de la Geología (estrato, dirección, buzamiento, climómetro, espesor o potencia...) y términos pertenecientes a otras ciencias como Geometría (intersección, plano...), la Física (péndulo) o la Geografía (horizonte, brújula). Sin embargo, los términos son definidos y explicados en el propio texto mediante paráfrasis que incluyen otros tecnicismos (geométricos, geográficos) de más fácil comprensión para el lector no especializado. El carácter didáctico de la exposición es muy importante para los autores, ya que el texto está dirigido al lector medio, no a geólogos. Por tanto, más que un tratado científico (para especialistas), el texto pertenece a un manual (para estudiantes) o a un ensayo divulgativo (para el lector medio interesado).

2º BACHILLERATO. SOLUCIÓN AL COMENTARIO DE TEXTO INTERMEDIO CON CIFRAS.

 
SOLUCIÓN AL TEXTO “INTERMEDIO CON CIFRAS”.
Nos encontramos ante un texto humanístico, un ensayo en el que su autor expone sus ideas acerca de la importancia que puede adquirir una lengua no sólo desde el punto de vista cultural sino también económico: el español se ha convertido en una importante moneda de cambio en la sociedad actual (tema). El propósito del emisor es que el receptor reflexione sobre esta cuestión, haciendo que tome conciencia de la relevancia del español en el mundo.
La modalidad discursiva utilizada para este fin es la exposición y la argumentación. Las ideas se organizan en cuatro párrafos. La estructura podría ser la siguiente:
-Primer párrafo. Se plantea la tesis que se dispone a defender: una lengua no sólo es un bien cultural y el interés por aprender los idiomas más importantes como el inglés o el español está generando un gran negocio de alcance económico.
-Segundo párrafo. Se reitera la idea de que los idiomas más hablados en el mundo se han convertido en una importante fuente de ingresos y se hace hincapié en que el español es uno de ellos. Recurre a un argumento de autoridad: la frase de Ronald Buchanan “language is money”.
-Tercer párrafo. Aunque en Europa la incidencia del español es menor, en América y otras partes del mundo goza de muy buena acogida. Vuelve a recurrir a un argumento de autoridad y a datos objetivos para reforzar esta idea: según el Britannica World data en el año 2030 el 7,5% de la población mundial podrá comunicarse en español, un porcentaje muy superior al esperable para otras lenguas como el francés, el ruso, el árabe, el japonés o el alemán.
-Cuarto párrafo. Mucho más breve, se presenta como la conclusión de lo anterior: el español se está imponiendo como un importante material estratégico en la sociedad de la comunicación futura.
Dado que el emisor intenta ofrecer una imagen positiva de nuestra lengua, es un texto subjetivo en el que predomina la función expresiva de la lengua, que se aprecia claramente en los juicios de valor (hace ya algún tiempo que son poderosas materias primas, el español pertenece a ese particular club de lenguas...), en el uso de adjetivos valorativos (poderosas materias, pasmoso desarrollo, importante valor, lengua ventajosa, capital interesante...) y de intensivos (infinidad de actividades) y en el uso del plural sociativo (solemos considerar, nuestros días).
En cuanto a la función poética, tenemos que tener en cuenta que estamos ante un texto humanístico, pero el emisor recurre a los artificios literarios y al lenguaje figurado como recursos expresivos de la subjetividad y marca del estilo propio del autor. Los recursos más destacables son las metáforas (se prevé nubosidad variable, se prevén cielos más despejados) y los símiles (las lenguas como cosa del espíritu y la cultura, al español como lengua ventajosa).
También está presenta la función referencial de la lengua.
El registro es culto. El emisor, además de ser un entendido en el tema que trata y de manejar el lenguaje con elegancia, trae a su escrito referencias culturales como la conocida frase “La lluvia en Sevilla es una maravilla”, perteneciente a la versión española de la película My Fair Lady, o la alusión a la novela de Carmen Martín Gaite Nubosidad variable.
En el plano morfosintáctico, el periodo oracional es largo y la modalidad oracional predominante la enunciativa. Predomina la subordinación sobre la coordinación. Las oraciones subordinadas más numerosas son las subordinadas sustantivas con distintas funciones: de CCCausa (por lograrlo), de sujeto (es razonable suponer), de CD (suponer que en las sociedad posindustriales) o de CCFinal (para que los norteamericanos pronuncien correctamente); junto a éstas, las subordinadas adverbiales de CCModo (no refiriéndose al inglés, sin hacer gran cosa) y las subordinadas adjetivas CN (donde los servicios y las comunicaciones van incrementando su peso, la comunicación que se avecina). También encontramos ejemplos de oraciones coordinadas adversativas.
El tiempo predominante es el presente gnómico o atemporal, idóneo para transmitir un pensamiento duradero en el tiempo (es, intenta, son, ocurre).
En cuanto al léxico, hay muchos ejemplos de sustantivos abstractos (posibilidades, rentabilidad, valor, perspectivas...) y términos pertenecientes al campo semántico de la economía (materias primas, industrias, valores económicos, posibilidades mercantiles, perspectivas comerciales...).
El uso de conectores y marcadores discursivos le dan coherencia y cohesión a las ideas del texto: sin embargo, pero... (buscad el tipo).

2º BACHILLERATO. COMENTARIO DE TEXTOS HUMANÍSTICOS II.



INTERMEDIO CON CIFRAS

Mucha gente en el mundo es capaz de hablar inglés. El resto lo intenta. Gracias a este resto, el idioma se ha convertido en una fuente de ingresos para los británicos comparable a las rentas del petróleo. Algo similar ocurre en Antigua o Quetzaltenango, ciudades guatemaltecas donde el turismo se ha especializado, prácticamente, en cursos de lengua española para que los norteamericanos pronuncien correctamente “la lluvia en Sevilla es una maravilla”. Solemos considerar las lenguas como cosa del espíritu y la cultura; sin embargo, hace ya algún tiempo que son poderosas materias primas materias primas para industrias propias de nuestros días.
El pasmoso desarrollo experimentado por los medios de comunicación en poco años y las necesidades de entenderse en un mundo cada vez más internacionalizado, han dotado a algunos idiomas de unos valores económicos desconocidos hace un par de generaciones; viceversa, infinidad de actividades han visto cómo la lengua multiplicaba sus posibilidades mercantiles. El español pertenece a este particular club de las lenguas de importante valor y rentabilidad económicos. Es razonable suponer que en las sociedades posindustriales, donde los servicios y las comunicaciones y las comunicaciones van incrementando su peso frente a las fuentes clásicas de producción, el valor económico de la lengua se multiplique. En un artículo publicado en la revista Time hace ahora tres años, Ronald Buchaman decía: “language is money”, pero no refiriéndose al inglés, sino al español como lengua ventajosa ante las perspectivas comerciales de Hispanoamérica, Brasil y los propios Estados Unidos.
El español ofrece un capital interesante. Si en su futuro europeo, empezando por España, se prevé nubosidad variable, en su futuro americano se prevén cielos más despejados, los previstos asimismo para su instalación internacional: en el año 2030, según el Britannica World Data, el 7,5 % de la población mundial podrá comunicarse en español, porcentaje muy superior al esperable para el francés (1,4 %), el ruso (2,2 %), el árabe (4,6%), el japonés (1,4%) o el alemán (1,2%) Como GLM (grupo de lengua materna), sólo lo superará el chino.
Sin hacer gran cosa por lograrlo, el español se ha convertido a comienzos del siglo XXI en un material estratégico de primer orden para la sociedad de la comunicación que se avecina.
El porvenir del español, Taurus, Juan Ramón Lodares.

lunes, 9 de marzo de 2015

1º BACHILLERATO. ORACIONES SUBORDINADAS SUSTANTIVAS.

ORACIONES SUBORDINADAS SUSTANTIVAS. 1º BACHILLERATO.

    1.    De esta guerra de todo hombre contra todo hombre, es también consecuencia que nada pueda ser injusto.
    2.    Esas nubes rojas son señal de que mañana lloverá.
    3.    No quiso quedarse solo en casa, sino que salió a la calle y buscó compañía.
    4.    Ella le dijo al médico que su madre ya se encontraba mejor y que insistía en volver a casa.
    5.    Me molesta mucho el hecho de que hablaras tan mal de Pedro en la reunión.
    6.    Estaba cansada de que le mintiera descaradamente, pero no tuvo valor para abandonarlo.
    7.    Los griegos sostenían que si la cabeza de un hombre medía una décima parte del cuerpo, éste era bello.
    8.    Se dice que hay agentes infiltrados en esa banda mafiosa, pero no se sabe cuándo han sido infiltrados ni cuáles son sus nombres.
    9.    Colón inició su viaje hacia las Indias porque estaba convencido de que la Tierra era redonda.
    10.     Una vez me preguntaste por qué te temía y yo te pregunté si estabas loco de atar.

domingo, 8 de marzo de 2015

2º BACHILLERATO. COMENTARIO DE TEXTOS HUMANÍSTICOS I.




Aquí, en efecto, empieza ya a definirse la alteración mental iniciada desde años atrás.
Olivares se daba cuenta de que todo estaba perdido. Aquel mismo año, 1641, hace un testamento, pieza esencial para juzgarle, en el, enfrentado con Dios y con la Historia, cerrados de momento los oídos a las desdichas que le rodeaban, resurge todavía, ya tocado de neto delirio, su espíritu de grandeza. No es de los rasgos menos llamativos de este delirio su absurda esperanza de tener hijos todavía con su mujer Doña Inés. Pero, por si acaso, reconoce al hijo del amor clandestino, a Julián, a la vez que el Monarca reconoce al Don Juan, hijo de Calderona.
Después ya es todo triste declinación, salvo el arranque magnífico de la publicación del Nicandro, el papel con que se defiende de los que cobardemente le atacan después de caído y en el que, por vez primera, su cuerpo decrépito se alza altaneramente ante el Rey —el ídolo— y le amenaza. Un destello más, el postrero, allá en Toro, próximo a morir, cuando pide al Rey que le permita alzar gente de a caballo para socorrer la frontera de Portugal. Son los últimos fulgores de su ambición genial. Después, se fue poco a poco hundiendo en la demencia, que será estudiada en el último capítulo.
Así fue la vida interior del Conde-Duque, torturada por el vaivén descomunal entre la desesperación y la gloria. Pocos, repitámoslo, sospecharán tan hondas, tan entrañables miserias humanas en aquel gigante, que los retratos y los cuentos nos han hecho ver como un monstruo de vanidad y de astucia.
 Gregorio Marañón.

2º BACHILLERATO. COMENTARIO DE TEXTOS CIENTÍFICOS II.

     Los cambios de posición de los estratos han hecho que muchos de ellos se nos ofrezcan inclinados. En los estratos que se encuentran en este caso, débese tener en cuenta la llamada dirección y también rumbo, o sea la intersección del plano del estrato con el horizonte, y el buzamiento, es decir, la dirección según la cual se inclina y se hunde en el suelo.
     Así la dirección como el buzamiento se averiguan sirviéndose de la brújula de geólogo, que consiste en una brújula ordinaria, pero de contorno octogonal, la cual lleva además un pequeño péndulo, llamado clinómetro porque sirve para medir La pendiente e inclinación del estrato.
     El espesor o potencia de los estratos es variable, pues depende del mayor o menor tiempo que ha durado la sedimentación sin interrumpirse y también de la cantidad de materiales aportados por los agentes que la ocasionan. Por estas razones, mientras unos estratos son muy delgados, otros llegan a alcanzar varios metros de espesor. Este se mide por la distancia entre los planos de estratificación.

                                               (I.PUIG, SP. Y J.SIMON, La naturaleza geológica)




martes, 3 de marzo de 2015

2º BACHILLERATO. APUNTES LITERATURA TERCERA EVALUACIÓN.




    LITERATURA DE POSGUERRA.
    Introducción histórica.
El 1 de abril de 1939 termina la Guerra Civil española con el triunfo del ejército nacional. La nueva España es un país de racionamiento, de hambre, de mercado negro, de aislamiento internacional y de represión hasta los años cincuenta. Es necesaria la reconstrucción del país. La persona de Franco da unidad al período que va desde 1939 hasta 1975 pero sus diversas etapas resultaron de apariencia bien distinta. España queda dividida en dos, la de los vencedores y la de los vencidos, muchos de los cuales marcharon al exilio francés o americano; otros permanecieron en España viviendo una especie exilio interno.
Se elimina del panorama nacional a los escritores más brillantes y famosos. Algunos están en la cárcel; en ella muere Miguel Hernández en 1942; muchos han tenido que viajar al exilio (Alberti, Salinas, Cernuda, etc). La mayoría acabó asentándose en Estados Unidos y en Hispanoamérica como profesores universitarios. Algunos países hispanoamericanos desarrollan una intensa actividad editorial y crean importantes revistas de difusión cultural como El Correo Literario y Las Españas. La larga duración del régimen franquista supuso para algunos la muerte lejos de su patria.


TEMA 8. LA NOVELA ESPAÑOLA DE 1939 A 1974. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS PRINCIPALES. 

DÉCADA DE LOS CUARENTA: LA NOVELA EXISTENCIAL.
Los años cuarenta fueron la década más dura de la posguerra y coinciden con la Segunda Guerra Mundial, en la que España se mantuvo neutral. Es un período de fuerte censura, en el que se prohibió el derecho de reunión y asociación sin autorización del gobierno y el uso de cualquier lengua que no fuera el castellano en educación y en la Administración.
La vida cultural sufre un paréntesis tras la guerra debido a la censura implacable que impedía la recepción general del pensamiento extranjero y que encorsetó la evolución del propio. Se promueve en este ambiente otro tipo de “cultura” basada en las novelas rosas, los tebeos y las canciones populares
El ambiente de desorientación cultural de comienzos de la posguerra es muy acusado en el campo de la novela. Se ha roto con la tradición inmediata: quedan prohibidas las novelas sociales de preguerra y las obras de los exiliados, así como la de aquellos autores extranjeros contrarios al régimen. Además, la novela deshumanizada no podía servir de modelo, ni resultan imitables modelos como Miró, Pérez de Ayala o Ramón Gómez de la Serna. Retrocediendo un poco más, sólo la obra de Baroja parece servir de ejemplo para ciertos narradores de la llamada “Generación del 36” (o de la guerra). Junto al desolado realismo barojiano, se cultivaron otras líneas: la novela psicológica, la poética y simbólica... Es una época de búsqueda, de tanteos muy diversos.
Como continuadores del realismo tradicional tenemos la obra de Ignacio Agustí (Mariona Rebull), la de Zunzunegui (La vida como es y ¡Ay... estos hijos!) y la de J.Mª Gironella que elaboró una trilogía sobre la guerra y la posguerra.
Sin embargo, es la novela existencial la más destacada en este período, de ahí que los grandes temas sean la soledad, la muerte, la frustración, la incertidumbre de la existencia y la dificultad de comunicación entre los hombres. Abundan los personajes marginales y desarraigados (como Pascual Duarte) o desorientados y angustiados (como Andrea), lo que revela sin duda el malestar del momento, malestar que en último término es social y que se trasluce en esas pinturas grises, cuando no sombrías. Pero la censura hace imposible cualquier intento de denuncia y limita los alcances del testimonio. Por eso no se puede hablar aún de novela social, ya que lo que caracteriza a la novela de los años cuarenta es la trasposición del malestar social a la esfera de lo personal, de lo existencial. Si en esta década las novelas nos muestran personajes puestos a prueba en situaciones extremas, durante la década de los cincuenta se centrarán en el conflicto de la colectividad hasta que ya en los sesenta se tenderá hacia la novela psicológica mediante la exploración de la conciencia humana y de su entorno social.
Dos son las fechas que se señalan como momento de un nuevo arranque del género que renueva la técnica tradicional de la novela realista: 1942, con La familia de Pascual Duarte de Cela, y 1945, con Nada, de Carmen Laforet. Entre esos años o poco después se revelan autores como Torrente Ballester, Gironella, Delibes...
La familia de Pascual Duarte, con su agria visión de la realidad, inaugura una corriente que se llamó “tremendismo” y que consistía en una selección de los aspectos más duros y sórdidos de la vida (situaciones repulsivas y espeluznantes, prostitutas, tarados y criminales). La novela es una confesión y una justificación que un condenado a muerte hace de sus crímenes desde la cárcel. Otras novelas destacables de Cela en la década de los cuarenta: Pabellón de reposo, Nuevas andanzas y desventuras del Lazarillo de Tormes o Viaje a la Alcarria.
Carmen Laforet consigue con Nada en 1945 el Premio Nadal. Narrado en primera persona y verosímilmente autobiográfico, esta novela era una implícita denuncia de la sordidez y la miseria física y moral─ de la burguesía barcelonesa tras el trauma bélico. A través de Andrea, la protagonista, que viaja a Barcelona cargada de esperanzas para estudiar en la universidad, nos muestra la parcela irrespirable de la realidad cotidiana del momento, recogida con un estilo desnudo y un tono desesperadamente triste.
De tristezas y de frustración hablaba también Delibes en su primera novela, La sombra del ciprés es alargada (1947), aunque con el contrapeso de una honda religiosidad. Es una novela de temática existencial por el pesimismo con que trata personajes y circunstancias.
Empieza también a destacar por estos años Torrente Ballester, aunque al margen de la literatura existencial: su obra, que experimenta una gran evolución, es difícilmente clasificable. En estos años destacan títulos como Javier Mariño y El golpe de estado de Guadalupe Limón.

LA DÉCADA DE LOS CINCUENTA: EL REALISMO SOCIAL.
Durante los años cincuenta España experimenta una etapa de apertura al exterior: se permite cierto pluralismo interno, se suavizan las relaciones diplomáticas con las potencias occidentales, se permite la entrada en la ONU a España en 1955 y se da un cambio en la política económica que favorece el crecimiento de la renta nacional. Una activa clase media de profesionales, comerciantes y funcionarios desarrollaron poco a poco la economía del país. La marcha a Europa de una enorme masa de trabajadores produjo envíos de dinero que, unidos al incremento paulatino del turismo en nuestro país, harían posible el progreso que se daría durante los años sesenta.
En esta década conviven dos generaciones de escritores: por un lado, los que forman la llamada Generación del 36 (Cela, Torrente Ballester y Miguel Delibes), y otro, aquellos autores nacidos entre 1925 y 1935 que se conocen como “Generación de medio siglo” (Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, Juan Goytisolo o Ignacio Aldecoa).
La angustia existencial de los años cuarenta da paso a las inquietudes sociales: la novela social será la corriente dominante entre 1951 y 1962 (fecha en que se publica Tiempos de silencio de Luis Martín Santos).
Será La colmena, de Cela, la que inaugure el realismo social en la novela en 1951 con su despiadada visión de la sociedad madrileña a través de un narrador en tercera persona que actúa como mero testigo de aquello que cuenta. Es una obra de protagonista colectivo en la que aparecen unos 300 personajes, entre los que se puede destacar a Martín Marco. Aparecen representadas todas las clases sociales de ese Madrid de 1942 en el que se centra la obra: el señorito vividor, el pedantón, el impresor adinerado, el guardia, el prestamista, el poeta joven, los músicos miserables, el poeta joven y ridículo...; las beatas, las prostitutas del más variado nivel, las dueñas de las casas de citas, las alcahuetas, la niña vendida a un viejo verde... Se trata, en general, de seres mediocres y, a menudo, de baja talla moral. Pocos se salvan de la vulgaridad, abundan los despreciables (especialmente entre los acomodados), aunque también hay figuras conmovedoras apaleadas por la vida, a veces con una pizca de nobleza. El diálogo ocupa un puesto eminente en la caracterización de los personajes. El ambiente es sobre todo humano: la suma y las relaciones de estos personajes a lo largo de tres días del año 1942.
Otra obra representativa de 1951 es La noria, de Luis Romero, también de protagonista colectivo pero con Barcelona como marco. Y hay que añadir además dos novelas también iniciadoras de Delibes: El camino (1950), que muestra el paso del mundo infantil al adulto, y Mi idolatrado hijo Sisí (1953). Ambas muestran con ojos críticos parcelas concretas de la realidad española: un pueblo castellano y una familia burguesa.
Se llama el año inaugural de la novela social en el sentido más estricto a 1954, momento en que se dan a conocer los autores de la Generación de medio siglo (Igancio Aldecoa, Rafael Sánchez Ferlosio, Ana Mª Matute, Juan Goytisolo, Carmen Martín Gaite, Caballero Bonald...). Entre ellos hay evidentes rasgos comunes, fundamentalmente la solidaridad con los humildes y los oprimidos, la disconformidad ante la sociedad española, el anhelo de cambios sociales.
Desde el punto de vista de la temática, la sociedad española y sus problemas se convierte en tema principal y deja de ser un puro marco. La influencia de J.P. Sartre es importante.
Las novelas que muestran la aludida solidaridad con los humildes se centrarán en tres temas fundamentales: la dura vida del campo, las relaciones laborales o las novelas de tema urbano en las que predominan las que presentan ese mundo fronterizo a la ciudad que es el suburbio, con toda su miseria. En el extremo opuesto se hallan las novelas de la burguesía, en las que es la juventud desocupada y abúlica pasa a primer plano.
En cuanto a la técnica y estilo, el contenido tiene toda la prioridad y a él se subordinan las técnicas elegidas: se antepone la eficacia de las formas a su belleza y se rechaza la pura experimentación y el virtuosismo. La estructura del relato suele ser aparentemente sencilla. Se prefiere la narración lineal y la sencillez y concisión se perciben asimismo en las descripciones, que no son muy abundantes y que tienen un papel predominantemente funcional (presentación de ambientes). Sin embargo, bajo esa aparente sencillez hay un esfuerzo considerable en la construcción al concentrar la acción en un breve espacio de tiempo (El Jarama o Duelo en el paraíso tienen una duración de un día).
Clara preferencia por el personaje colectivo (siguiendo los pasos de Dos Passos y Sartre), de las que fueron pioneras La colmena y La noria. Junto a éste, también es propia de la novela social la presencia del personaje representativo, tomado como síntesis de una clase o de un grupo, más que como individuo dotado de psicología singular.
El diálogo es imprescindible y se aprecia además un empeño en los autores por recoger el habla viva, ya sea de los campesinos, obreros o señoritos burgueses.
El lenguaje adopta normalmente el estilo de la crónica, desnudo, directo.
En lo concerniente a la orientación estética, dentro del realismo dominante pueden señalarse dos actitudes o enfoques:
a. El objetivismo.
Se propone un testimonio escueto de la sociedad sin aparente intervención del autor. Su manifestación extrema fue el conductismo, procedente del behaviorism americano (behaviour=conducta) y que consiste en limitarse a registrar la pura conducta externa de individuos o grupos, y a recoger sus palabras, sin comentarios ni interpretaciones, aunque en la práctica es difícil establecer la frontera entre el objetivismo y el realismo crítico.
La novela más representativa de esta tendencia fue El Jarama (1956) de Sánchez Ferlosio, novela sobre el tedio que invade una sociedad gris y sin aliento. Otras obras y autores destacables de esta corriente: Ignacio Aldecoa con El fulgor y la sangre y Con el viento solano; Jesús Fernández Santos con Los bravos y Carmen Martín Gaite con Entre visillos.

b. El realismo crítico.
Los novelistas no aceptan la realidad que ven a su alrededor, de ahí que la disconformidad y la rebeldía sean sus rasgos más característicos. Hay que explicar la realidad (no sólo mostrarla) poniendo de relieve sus mecanismos profundos y denunciándolos. El autor, por ello, toma partido, valora las circunstancias y utiliza la novela como vehículo de denuncia social. Destacan dentro de esta corriente Juan Goytisolo con Duelo en el paraíso, la trilogía El mañana efímero o Fin de fiesta, centradas en la hipocresía y el egoísmo de la burguesía, o Luis Goytisolo con Las afueras. Otros: Juan García Hortelano con Nuevas amistades, Caballero Bonald o Jesús López Pacheco.
Ana María Matute, aunque con reflejos y de intención social, constituye en sí misma por la refina prosa poética y su poderosa imaginación: el realismo lírico, bajo cuya denominación se agrupan títulos como Los Abel, Fiesta al Noroeste, Pequeño teatro o Los hijos muertos. 
 
LA DÉCADA DE LOS SESENTA: LA NOVELA EXPERIMENTAL.
Durante la década de los sesenta se produjo un importantísimo crecimiento económico que poco a poco fue modificando la sociedad española. El gobierno se siente tan fuerte que amplía su nivel de tolerancia respecto a las libertades y a las manifestaciones de la oposición. Los principales motores del crecimiento económico y de la paulatina modernización del país fueron el turismo y las inversiones extranjeras.
En la segunda mitad de esta década surge el terrorismo como nueva fuerza de oposición al régimen.
A pesar de que a comienzos de los sesenta predominan aún las formas realistas, objetivistas y de intención social, comienzan a manifestarse signos de cansancio del realismo dominante en la novela española. Algunos críticos manifiestan la necesidad de fantasía o lamentan la despreocupación del escritor respecto del lenguaje. A ellos se suman incluso ciertos adalides del realismo social como Goytisolo, quienes pasarán a propugnar la necesidad de una renovación formal y de enfoques más complejos. Nace la inquietud de conciliar visión crítica y modernidad literaria, se reivindican los aspectos formales y expresivos y se huye de la mera reproducción.
En esta década la censura es menos estricta y nuestros autores tienen cada vez más en cuenta las aportaciones de los grandes novelistas extranjeros como Marcel Proust (En busca del tiempo perdido), William Faulkner (máxima figura de la “generación perdida” norteamericana), Kafka (La Metamorfosis), James Joyce (Ulises) o la noveau roman francesa. Junto a ellos, pronto causaría un gran impacto la nueva novela hispanoamericana: La ciudad de los perros (1962) de Vargas Llosa y Cien años de soledad (1967) de García Márquez serán dos hitos fundamentales. Se dan numerosas innovaciones en las técnicas narrativas como la combinación del monólogo interior, el estilo directo, el indirecto y el indirecto libre; se destruye el párrafo como unidad textual, se superponen varios planos de acción; el personaje es vagamente caracterizado y en la lengua se vuelve a experimentar con la metáfora en asociaciones imposibles.
En cuanto a las características de la novela experimental, podríamos resumirlas en: se organiza en secuencias separadas por espacio en blanco, no por capítulos; el argumento o se disuelve en pequeñas historias que se entrecruzan o se relega a un segundo plano y en él se da cabida junto a lo real, a lo fantástico y lo onírico. Las historias se suceden de manera alternativa, según la técnica del contrapunto. Cuando los personajes son numerosos, se recurre a la técnica caleidoscópica para relatar sus historias. El mundo narrado llega al lector no sólo a través del narrador omnisciente tradicional, sino también desde la perspectiva de un personaje (punto de vista único) o desde múltiples perspectivas, para ofrecer distintas versiones o interpretaciones de una mima historia. Además de la primera y tercera persona, se emplea la segunda persona narrativa, a la manera de un tú reflexivo que se identifica con el personaje que habla. Pierde peso el diálogo en favor del estilo indirecto libre y del monólogo interior, que permite al lector abismarse en la conciencia íntima del personaje. Los personajes reciben un tratamiento individualizado, tienen una personalidad problemática, buscan su identidad y suelen fracasar en el pulso que mantienen con la sociedad. Su vida no se narra cronológicamente, sino que son frecuentes los saltos temporales del presente al pasado (flash back). El relato suele comenzar de manera abrupta (in medias res) y tiene un final abierto. El lenguaje incorpora todos los registros del habla y parodia textos de diversa procedencia (ensayísticos, publicitarios....)
En 1962 Tiempo de silencio de Luis Martín Santos inaugurará la nueva etapa de nuestra narrativa, ya que supuso una renovación formal e ideológica. La obra trata del proceso interior del personaje principal: es una novela “de protagonista”: Pedro viene a ser trasunto de la condición humana. Es un personaje borroso, zarandeado o anulado por las circunstancias del que sólo conocemos sus proyectos de investigación científica. El desarraigo, la impotencia y la frustración marcan a este protagonista y son los temas centrales que confieren a esta novela su significación existencial. Además la novela sitúa este desconsolado reflejo de la miseria existencial en un marco social concreto: el Madrid de los años del hambre y sus distintos estratos sociales: la clase alta, un mundo superficial que vive al margen de la realidad y que se caracteriza fundamentalmente por su inutilidad; la clase media-baja, que por encima de cualquier consideración moral sólo piensa en medrar; la clase baja en su capa más ínfima, el subproletariado de las chabolas donde se dan cita todas las miserias. La crítica de Luis Martín santos no es es nacional y con su sátira feroz quiere ser un violento revulsivo.
Al rechazar el enfoque objetivista adopta lo que llamó “realismo dialéctico”, algo que es inseparable de su posición como narrador: a veces cede la palabra totalmente a sus personajes (monólogo interior), en otros el autor ve los hechos desde el protagonista y en otros los hechos se ven desde el narrador, que está presente en su obra (introduce de nuevo el punto de vista), prodigando comentarios y juicios sobre sus criaturas, con lo que estamos ante un enfoque subjetivista. Fundamental es el estilo indirecto libre.
Desde esta obra, en la que el autor no abandona el compromiso y profundiza en el análisis socio-político, termina la tendencia realista y se puede hablar del triunfo de la novela abierta y de imaginación.
En los diez años que van de 1962 a 1972 se suceden aportaciones decisivas en la línea de la renovación: Últimas tardes con Teresa (1966), de Jua Marsé, que supone una superación del objetivismo y una vuelta al “autor omnisciente”; Cinco horas con Mario (1966), de Delibes, un largo monólogo interior en que la protagonista evoca desordenadamente una vida y unas obsesiones; Señas de identidad (1966), de Juan Goytisolo, uno de los pioneros en la busca de nuevas técnicas narrativas, y en cuya obra se dan cambios de punto de vista, saltos en el tiempo, uso de diversas personas narrativas, monólogos interiores...; Volverás a Región (1968), de Benet; San Camilo 1936 (1969), de Cela, su experimentación más audaz; La saga/fuga de J.B (1972), de Torrente Ballester, que es a la vez un tributo al experimentalismo y una magistral parodia del mismo.

LA DÉCADA DE LOS SETENTA.
El año 1975 supone para España el retorno a la democracia y a la libertad de expresión. El país se abre a Europa y al mundo y soplan vientos huracanados de libertad: es la época del destape, de la “movida”, de la sed de conocimiento y de de la exploración.
Aquellos autores nacidos a partir de 1935 y que, salvo excepciones, se dieron a conocer después de los setenta, han sido denominados la Generación del 68, fecha emblemática de la década. La narrativa de esta época se caracteriza por los siguientes rasgos:
—conservación por el interés renovador y el experimentalismo, y el alejamiento del realismo a favor del absurdo, lo imaginativo, lo onírico, acompañado de toda clase de innovaciones en las estructuras narrativas y el lenguaje. Siguen siendo muy sensibles a las influencias europeas o hispanoamericanas. Es una literatura minoritaria y fuertemente experimental que reacciona contra el realismo social.
pero el abuso del experimentalismo provoca un cierto desconcierto que acaba por favorecer el regreso a ciertos aspectos de la novela tradicional: se recupera la “historia”, el placer de contar. Se aprecia este cambio de actitud hacia 1975, que les lleva a una mayor comunicación con los lectores.
—los géneros marginales se convierten en fuente de inspiración de las nuevas novelas. Surgen diferentes subgéneros en los que la intriga es el ingrediente esencial: relato fantástico o de ciencia- ficción, novela negra, novela policíaca, de aventuras, a modo de reportaje o histórica. Esta última ha tenido un fuerte desarrollo a partir de los años 80.
—en cuanto a la temática, más que de temas comunes deberíamos hablar de notas frecuentes. Es frecuente un cierto sentimiento de desencanto tras el fracaso del 68 y sus anhelos de “cambio de vida”. Se suelen rechazar los valores imperantes; pero ante los problemas colectivos, se adopta a menudo una mirada distanciada, cuando no un cinismo amargo e incluso ciertas notas de evasión. En cualquier caso, se separará el compromiso político —cuando exista— del compromiso estético. Junto a ello, reaparecen las preocupaciones existenciales y la presencia de la intimidad: la soledad, el amor, las relaciones personales, la realización del individuo, el erotismo... El desencanto y el escepticismo se expresan con un tono desenfadado y humorístico, tras del que puede haber un fondo amargo o tierno. La política, en todo caso, queda al margen de la estética. Quedan lejos ya las intenciones políticas o sociales y cualquier clase finalidad didáctica o ideológica.
—la defensa de la condición femenina aparece también en la obra de muchas narradoras: son novelas de corte intimista que favorecen la exploración psicológica y ponen de manifiesto la problemática de la mujer moderna y la fragilidad de la pareja.
abundan los tonos humorísticos, lúdicos o irónicos, pero también están presentes los aires nostálgicos o líricos en novelas de fuerte carácter intimista; los tratamientos culturalistas, exquisitos o refinados; el empleo libre y sin trabas de la fantasía. No es frecuente, sin embargo, el empeño por el realismo a ultranza.
—aunque los personajes suelen estar ubicados en un marco concreto cuyos rasgos se describen, lo que importa es la percepción que el individuo tiene del mundo externo, y no éste en sí mismo.
Todas estas tendencias persisten en los años ochenta con algún nuevo matiz: el experimentalismo radical es mantenido por muy pocos autores y la mayoría de los que se dieron a conocer en los años 80 se orientan hacia formas narrativas más tradicionales. Se consolidan algunas de las líneas que se iniciaron en la década anterior: el intimismo, con una variada gama de problemas personales o existenciales; el gusto por contar historias, ya sea con enfoques graves o lúdicos; y junto al culto de la vena imaginativa reaparece el realismo, pero sin propósitos testimoniales o sociales.
Se ha señalado la ausencia de grandes pretensiones en la narrativa última: no se pretende explicar el mundo sino sólo contar experiencias limitadas, a veces mínimas, o proporcionar un simple, aunque inteligente, pasatiempo al lector. Esa falta de grandes proyectos unida al abandono del vanguardismo y al rechazo de consignas, parecen encajar con la llamada era posmoderna.
Entre otros, destacan los siguientes novelistas:

Luis Goytisolo Gay. Tiene un comienzo precoz en la línea del realismo testimonial, pero tras un giro hacia el relato de imaginación (Fábulas) es en los setenta cuando nos ofrece una tetralogía de larga elaboración, Antagonía, formada por Recuento (1973), Los verdes de mayo hasta el mar (1976), La cólera de Aquiles (1979) y Teoría del conocimiento (1981). En esta obra la novela se hace reflexión sobre la novela misma.
Jose María Vaz de Soto. Destaca una serie compuesta por Diálogos del anochecer (1972), Fabián (1977), Sabas (1982) y Diálogos de la alta noche (1983). En ellas combina novedades con elementos tradicionales.Diálogo, narración y disertación ensayística se funden, pues, borrando los límites de la novela.
Eduardo Mendoza. Es acaso el narrador más representativo de su generación. Se dio a conocer ya con su obra maestra La verdad sobre el caso Savolta (1975), que combina de manera admirable el reportaje histórico, la literatura epistolar, la intriga policíaca y un fundamental ingrediente barojiano y picaresco (piénsese en la condición de auténtico antihéroe que detenta el protagonista-narrador. ). En su compleja trama, situada en la agitada Barcelona de los años 1917-1920, se entretejen conflictos sociales con una historia amorosa; así, se combinan lo público y lo íntimo, lo social y lo existencial; pero todo visto desde un enfoque distanciado. Su estructura es muy significativa: los primeros capítulos son de gran complejidad (mezcla de materiales heterogéneos, desorden cronológico y otras técnicas experimentales); luego va decreciendo esa complejidad para desembocar en los últimos capítulos en un relato lineal con ingredientes de la novela policiaca o de aventuras. A ello se unde el pastiche de otros géneros, como el folletín o la novela rosa, y una sorprendente variedad de estilos, manejado con una inventiva y una imaginación sorprendentes. La obra resume la tendencia que va de la experimentación hacia la vuelta (en parte, irónica) a formas narrativas tradicionales.
Es también autor de divertidas parodias de no velas policiacas, como El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las aceitunas (1982). De 1986 es otra de sus novelas capitales: La ciudad de los prodigios. En los 90 destaca El año del diluvio (1992).
Manuel Vázquez Montalbán. Cultiva con originalidad la novela negra con ingredientes sociales en su serie protagonizada por el curioso detective Pepe Carvalho: La soledad del manager, Los mares del sur...
Francisco Umbral. Narrador imposible de encasillar que rebasa los límites de la novela mezclando ficción con autobiografía, ensayo, crónica periodística... Él mismo se ha burlado de las fronteras entre los géneros. Dominio de la lengua, de la que extrae los más variados registros: lirismo, ternura, amargura, ingenio, cinismo. Destacan Balada de gamberros, Las ninfas, Trilogía de Madrid, Leyenda del César Visionarioy fundamental es su obra de 1975 Mortal y rosa.
Álvaro Pombo. Crea personajes que buscan su personalidad. La ironía y la crítica social son constantes en sus novelas. Obras: El héroe de las mansardas de Mansard, La cuadratura del círculo.
Juan José Millás. Ha obtenido su popularidad sobre todo en el ámbiro del periodismo literario, por la originalidad de su enfoque. Entre sus obras: Visión del abogado, Papel mojado, La soledad era esto.
Arturo Pérez Reverte. Su experiencia como periodista y reportero de guerra se refleja en su escritura dinámica y en el gusto por la aventura y la acción. Obras: El húsar, El maestro de esgrima, La tabla de Flandes.... y la serie de novelas protagonizadas por el famoso capitán Alatriste. Muchas han sido adaptadas al cine.
Antonio Muñoz Molina. Uno de los autores de más prestigio entre las últimas generaciones. Sus novelas generalmente se organizan en torno a la reconstrucción de una historia. Entre sus obras: Beatus ille, El invierno en Lisbpa, Beltenebros o Plenilunio.

TEMA 9. POESÍA ESPAÑOLA DE 1939 A 1979. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS PRINCIPALES. 

En los años que preceden al estallido de la guerra civil, la poesía había comenzado un proceso de rehumanización consciente alimentado por el sentimiento de compromiso ante la realidad, en el cual tuvo una gran influencia el Surrealismo. Más tarde se percibe una vuelta a lo humano a través de los clásicos y se toma a Garcilaso como maestro de expresión vital. La revista Cruz y raya jugó un papel fundamental en la difusión de este proceso de rehumanización. Los autores más destacados en este momento que cultivaron poesía social fueron: Rafael Alberti ( El poeta en la calle (1931-1936), De un momento a otro o Entre el clavel y la espada.), Luis Cernuda (Las nubes), Emilio Prados (La voz cautiva; Andando, andando por el mundo, Llanto en la sangre, Cancionero menor para los combatientes.)
Destaca en estos años la figura de Miguel Hernández. En 1936 aparece El rayo que no cesa. Poco después la guerra supondría, al igual que ocurriría con los demás géneros, un corte brutal en la creación poética. En El rayo que no cesa se concentran sus tres temas fundamentales: vida, amor y muerte, aunque en el centro, siempre el amor, un anhelo vitalista que se estrella contra las barreras que se alzan a su paso. Con el estallido de la guerra somete su fuerza creadora a los fines más inmediatos con títulos como Viento del pueblo, con el que inicia una etapa de poesía comprometida o El hombre acecha. Este autor supone un puente entre dos etapas de la poesía española: sus contactos con la Generación del 27 y la llamada Generación del 36 (la de Celaya, Rosales...), en la que a veces se le incluye.
Durante la Guerra Civil existió un torrente de poesía distribuida en folletos y pliegos. Los intelectuales republicanos controlan la mayoría de las publicaciones cultas como Hora de España o Cuadernos de Madrid. Altoaguirre reúne un Romancero de la Guerra Civil con poemas de Alberti, Miguel hernández, Emilio Prados... En el bando nacional destaca Antología poética del Alzamiento. En ambos bandos se abordan los mismos temas pero desde diferentes perspectivas. En el republicano destacan poetas como Alberti, M. Hernández, León Felipe y escritores de generaciones anteriores como Antonio Machado, Pablo Neruda (España en el corazón) u Octavio Paz.
Tras la contienda se reanuda la vida literaria con la creación de revistas como Garcilaso. Los poetas que publican en ella sienten interés por los clásicos como Lope, Fray Luis o Herrera, y persiguen en sus poemas una belleza humanizada pero evasiva.

DÉCADA DE LOS CUARENTA.
En la década de los cuarenta y los primeros años de los cincuenta, nos encontramos con poetas más o menos coetáneos a Miguel Hernández. Nacidos en torno a 1910, se les suele agrupar bajo la denominación “Generación del 36”, que incluye a poetas como Luis Rosales, Dionisio Ridruejo, Gabriel Celaya, Luis Felipe Vivanco, Juan Gil-Albert o Leopoldo Panero. Se ha hablado también de una generación escindida ya que parte de ellos continuaron su obra en el exilio. Los que siguen en España se orientan por diversos caminos que Dámaso Alonso redujo a dos: poesía arraiga y poesía desarraigada, aunque hay otras tendencias.
POESÍA ARRAIGADA
Así llamó Dámaso Alonso a la poesía de aquellos autores que se expresan “con una luminosa y reglada creencia en la organización de la realidad”. Se trata de un grupo de poetas que se autodenomina juventud creadora y que se agrupan en torno a la revistas Escorial y fundamentalmente Garcilaso, fundada en el 43, de ahí que también se les llamara garcilasistas. Vuelven sus ojos a Garcilaso y a otros “poetas del Imperio”. Han salido de la contienda con un afán optimista de claridad, de perfección, de orden. En puras formas clásicas, encierran una visión del mundo coherente, ordenada y serena. Uno de los temas dominantes es un firme sentimiento religioso, junto con temas tradicionales (el amor, el paisaje...). Se trata de una poesía humanizada pero evasiva, independiente de los problemas sociales del momento.
A tales características responde la poesía de Luis Rosales (Abril), Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco (Cantos de primavera), Dionisio Ridruejo o José García Nieto (Víspera hacia ti). Algunos darían un giro ideológico, como Ridruejo, y otros buscarían nuevas formas: el máximo exponente de esta búsqueda será la obra de Luis Rosales La casa encendida (1949), conjunto de largos poemas en versículos y de lenguaje personalísimo.
POESÍA DESARRAIGADA
Quedaría opuesta a la anterior por estas palabras de Dámaso Alonso: “Para otros, el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla. Sí, otros estamos muy lejos de toda armonía y de toda serenidad”. Es, pues, una poesía que reacciona contra el formalismo y neoclasicismo de los garcilasistas. A esta desazón dramática respondió su obra Hijos de la ira (1944), que preside toda una veta de creación poética de aquel momento y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre. En este caso será la revista Espadaña, fundada en 1944 por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora, la que acoja a los poetas de esta tendencia. Se trata de una poesía arrebatada, de agrio tono trágico (que a veces fue calificada de tremendista), una poesía desazonada que se enfrenta con un mundo deshecho y caótico, invadido por el sufrimiento y la angustia. La religiosidad está muy presente, pero en ellos adopta el tono de la desesperanza o la duda, o en ocasiones se manifiesta en desamparadas invocaciones e imprecaciones a Dios sobre el misterio del dolor humano. Este humanismo dramático tiene un entronque con la línea existencialista. El estilo es bronco, directo, más sencillo y menos preocupado por los primores estéticos. Estas son las características de esta poesía que se preocupa por el hombre, antes de que desemboque claramente en una “poesía social”.
En esta línea se incluyen poetas entre los que destacaremos a Dámaso Alonso, Gabriel Celaya y Blas de Otero. Hubo otros muchos: Victoruano crémer, Eugenio de Mora, José Luis Hidalgo, Carlos Bousoño o Vicente Gaos.
OTRAS TENDENCIAS
Las tendencias de la poesía de estos años no se agotan con las dos expuestas en los epígrafes anteriores; de hecho, ni siquiera entre éstas puede establecerse una tajante distinción, ya que en ocasiones se observan momentos de zozobra en los poetas arraigados y de serenidad en algún poeta desarraigado. Y surgen ya en aquellos años autores muy difíciles de encasillar en esta dicotomía, como José Hierro y José María Valverde.
En una posición marginal con respecto a las dos tendencias señaladas, surge un movimiento conocido como postismo, fundado en 1945 por Eduardo Chicharro, Carlos Edmundo de Ory y otros. Abreviatura de Postsurrealismo enlaza con la poesía de vanguardia: reivindica la libertad expresiva, la imaginación, lo lúdico... Pretende ser un “surrealismo ibérico”. Rechaza la angustia existencialista y, frente a la inminente poesía social, se representará como una rebeldía subjetiva, aunque no menos antiburguesa. Entre ellos destacan Edmundo de Ory y Alejandro Carriedo.
Un lugar especial merece el grupo Cántico de Córdoba, que mantenía en la posguerra el entronque con el 27 y cultivaba una poesía predominantemente intimista y de gran rigor estético, cuya valoración plena no llegaría hasta los años 70. Sus principales figuras son Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente y, sobre todo, Pablo García Baena. 
 
DÉCADA DE LOA AÑOS CINCUENTA: LA POESÍA SOCIAL.
Hacia 1955 se consolida en todos los géneros el llamado realismo social. De esta fecha son dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, y Cantos iberos de Gabriel Celaya. Ambos poetas superan en estas obras su etapa anterior de angustia existencial para situar los problemas humanos en un marco social. Uno de los poetas de 27, Vicente Aleixandre, dará un giro profundo a su obra con Historia del corazón, centrada en la idea de solidaridad. Otra obra fundamental es Antología consultada (1952), antología poética que recoge la poesía social de los mejores poetas del momento como Celaya, Crémer, J.Hierro, Nora, Ramón Garciasol, López Pacheco...
Partiendo de la poesía desarraigada, hemos llegado a la poesía social: se impone un nuevo concepto de la función de la poesía en el mundo. La poesía debe tomar partido ante los problemas del mundo que la rodea y el poeta se hace solidario de los demás hombres y antepone los objetivos más inmediatos a las metas estéticas: la preocupación por el contenido es mayor que el interés por valores formales o estéticos. Para Celaya La poesía es un arma cargada de futuro.
Poesía es, pues, un acto de solidaridad con los que sufren, abandonando la expresión de los problemas íntimos o existenciales ; rechazo de los lujos esteticistas, repulsa de la neutralidad ante la injusticia o los conflictos sociales.
En cuanto a la temática, el tema de España se hace protagonista, más obsesivo aún que en los noventayochistas y con un enfoque político. Dentro de esta preocupación y del propósito de un realismo crítico se sitúan temas concretos como la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor. De ahí el estilo dominante en este tipo de poesía: se dirigen a la mayoría, por lo que emplean un lenguaje claro, intencionalmente prosaico en muchas ocasiones, y un tono coloquial. A pesar del peligro de caer en una poesía banal, los grandes poetas descubrieron los valores poéticos de la lengua de todos los días. Sin embargo, pronto fueron conscientes de que el pueblo realmente no estaba en condiciones de leer poesía y llegó el desengaño: es muy difícil transformar el mundo usando como arma la poesía.
El cansancio de la poesía social no tardó en llegar y, como en los demás géneros, se irá acentuando en la década de los sesenta.
En cuanto a los autores, hay que dividirlos en dos grupos: por un lado, los poetas que publican sus obras en los años 40 o incluso antes, como Gabriel Celaya, Blas de Otero o José Hierro; y por otro, los poetas de la llamada “Generación de medio siglo”.

LA DÉCADA DE LOS AÑOS SESENTA: DE LA POESÍA SOCIAL A UNA NUEVA POÉTICA.
Ya durante los años del auge del realismo social se observaron otras tendencias: José Hierro o José Mª Valverde no pueden encasillarse en esta tendencia por su variedad de temas y enfoques, aunque presenten a veces acentos sociales.
Aunque la poesía social se prolonga en los años sesenta, ya en los cincuenta empiezan a aparecer poetas nuevos que, aunque en sus comienzos tengan acentos sociales, representarán su superación. Los más notorios son Ángel González (Sin esperanza, con convencimiento), Jaime Gil de Biedma (Moralidades), José Ángel Valente(Poemas a Lázaro, La memoria y los signos) o Claudio Rodríguez (Alianza y condena, Conjuros, Poesía...) Junto a ellos, otros como Francisco Brines, Carlos Barral, Caballero Bonald, J.A, Goytisolo... han sido recogidos en algunas antologías bajo la denominación “Grupo poético de los años 50” o “Generación de medio siglo”.
Aunque en realidad no configuren un grupo, lo cierto es que hay en ellos notas comunes ya que llevaron a la poesía por nuevos caminos. Hay en ellos una preocupación por el hombre, pero huyen de todo tratamiento patético; dan frecuentes muestras de inconformismo con el mundo que los rodea, pero también cierto escepticismo que les aleja de la poesía social, aunque en alguno de ellos se ha señalado un realismo crítico. Lo propio de estos autores es la consolidación de una poesía de experiencia personal, de ahí que muchas veces se haya hablado de poesía de la experiencia para denominar esta corriente.
En su temática se aprecia una vuelta al intimismo: el fluir del tiempo, la evocación nostálgica de la infancia... En la atención de lo cotidiano pueden surgir quejas, protestas o ironías, que revelan su inconformismo. Pero otras desemboca en cierto escepticismo dolorido, en una conciencia de aislamiento y de soledad.
En cuanto al estilo, se alejan de los modos de las tendencias anteriores: se rechaza por igual el patetismo de la “poesía desarraigada” (pese al habitual sentimiento de desarraigo de estos poetas) y el prosaísmo de los poetas sociales. Llevan a cabo una labor de depuración y de concentración de la palabra, lo que revela un mayor rigor en el trabajo poético. Junto a ello, cada poeta busca un lenguaje personal, nuevo, más sólido, aunque no les atraen las experiencias vanguardistas y se quedan en un tono cálido y cordial, contrapesado con un frecuente empleo de una ironía triste y reveladora de ese escepticismo.
Con estos poetas renace el interés por los valores estéticos. 
 
LA DÉCADA DE LOS SETENTA: LOS “NOVÍSIMOS”.
Durante la década de los setenta y sobre a partir de la segunda mitad, empiezan a publicar poetas jóvenes que han nacido después de la Guerra Civil, entre 1939 y 1948. La publicación en 1970 de la antología Nueve “novísimos” poetas españoles, de José María Casteller, nos da a conocer a estos jóvenes que consideraban que la poesía es una manera específica de tratar el lenguaje: Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez, Félix de Azúa, Pere Gimferrer, Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Ana María Moix y Leopoldo María Panero.
A este lanzamiento se habían adelantado algunos de ellos: Pere Gimferrer tenía publicados sus libros Arde el mar (1966) y La muerte en Beverly Hills (1968), y Guillermo Carnero el poemario Dibujo de la muerte (1967).
Todos ellos son representativos de una nueva sensibilidad dentro de la llamada Generación del 68. Tuvieron una “nueva educación sentimental” en la que, junto a una formación tradicional y estrecha, se vieron influenciados por el cine, los discos, la televisión, los cómics..., tuvieron acceso a libros antes difíciles de encontrar y entraron en contacto con otras tendencias culturales en sus viajes por el extranjero.
Su bagaje cultural y literario es amplio y sus influencias: poetas hispanoamericanos como Vallejo u Octavio Paz, algunos poetas del 27 (principalmente Cernuda y Aleixandre) y otros poetas posteriores que, al margen de la poesía social, ya habían intentado renovar el lenguaje poético (el grupo Cántico, postistas, Gil de Biedma, Valente...), a los que hay que añadir otros poetas extranjeros. Y sus poemas están llenos, como veremos, de referencias al mundo del cine, de la música o del cómic.
En la temática encontramos lo “personal” (infancia, amor, erotismo...) junto a lo “público” (la sociedad de consumo, la guerra de Vietnam...). Al lado de tonos graves (ecos de un íntimo malestar) aparece también una provocadora e insolente frivolidad: Marilyn Monroe se codea con el Che Guevara. Frente a la sociedad de consumo son sarcásticos y corrosivos, pero también se muestran escépticos ante la posibilidad de que la poesía pueda cambiar el mundo. En lo personal y en lo político, son inconformistas y disidentes; pero como poetas, persiguen metas estéticas. Ante todo, lo que les importa es el estilo: la renovación del lenguaje poético es el objetivo principal, y junto a otros modelos, en el Surrealismo vieron una lección de ruptura con la lógica de un mundo absurdo.
Los rasgos más novedosos:
—recuperación de las actitudes vanguardistas (Surrealismo, Dadaísmo, Futurismo), tanto las de preguerra (generación del 27) como las posteriores a 1940 (grupo “Cántico”, postismo, parasurrealismo de M. Labordeta)
—esta actitud se observa en la incorporación brusca de una serie de lenguajes habitualmente ajenos al ámbito literario: el lenguaje del cine, de la publicidad, del cómic o de la música moderna.
—voluntad de opacidad, hermetismo y autosuficiencia poemáticos situada en las antípodas del pragmatismo de la poesía social. Estos principios se manifiestan en actitudes, procedimientos, concepciones literarias y estilos diferentes entre sí, pero que presentan numerosos elementos de cohesión. Querían reorientar la poesía hacia la creatividad, la novedad y el arte.
—una de estas direcciones adoptó una postura esteticista, de sabor modernista y rubendariano, plena de referencias culturales eruditas al mundo de las artes. Esta línea, combinada con un escepticismo irónico y la defensa del vitalismo como actitud es la seguida por Luis Antonio de Villena (Hymnica (1979); Huir del invierno (1981)). El esteticismo culturalista adquiere un temperamento más plenamente romántico en la obra de Antonio Colinas (Sepulcro en Tarquinia (1976); Astrolabio (1979)) o en las revisiones personales de la tradición simbolista de P. Gimferrer y Jaime Siles.
—otra dirección de la poesía aparece inclinada a atender al texto poético como entidad autosuficiente de significado incierto. Esta concepción recibió el nombre de “metapoesía”, y critica la ingenuidad de la literatura realista, defendiendo la autonomía de lo literario y la insondable ambigüedad del lenguaje. Los mecanismos de significación del lenguaje y la literatura misma, se convierten en el objeto temático del texto, y conducen a un arraigado sentimiento de futilidad de la poesía. (G. Garnero, Ensayo de una teoría de la visión, 1979).
—asimismo la poesía novísima desarrolló una serie de intentos de denuncia de la manipulación social y política a través del lenguaje. Ello se combinó con una fuerte iconoclastia, un notorio despego hacia lo “literario” y con el renacimiento de actitudes decadentistas y vanguardistas, en autores como Félix de Azúa, José Miguel Ullán, Manuel Vázquez Montalbán o del tal vez más famoso de todos ellos, Leopoldo María Panero (Así se fundó Carnaby Street (1970); Narciso (1979)).
Hubo, además de la de Castellet, otras antologías que no dejan de ser importantes para conocer la poesía desde finales de los sesenta y la década de los setenta:
Antonio Prieto, Espejo del amor y de la muerte. En ella se reivindica la finalidad estética del poema. Como características del grupo señala esa preocupación formal, la añoranza de una edad mítica y el gusto por el pasado retornado.
Poetas españoles poscontemporáneos y Nueve poetas del resurgimiento, dirigidas por José Batlló y V. Pozanco, respectivamente.
Joven poesía española, que recogió los nombres de los poetas más jóvenes de ese momento.
—frente a los novísimos, en los mismos años 70, se alza el Equipo de Claraboya (Agustín Delgado, Luis Mateo Díez, Ángel Fierro y J. Antonio Llamas). Su antología Teoría y poemas (1971), supuso un duro ataque contra los novísimos, a los que acusó de neodecadentes. Propugnaban una poesía heredada de la conciencia social.
Los poetas más jóvenes, los que se dan a conocer a finales de los setenta o ya en los ochenta, continúan en parte las líneas apuntadas, pero parecen alejarse de los aspectos más característicos de los novísimos y alejarse del vanguardismo más estridente, a la par que aumenta un mayor interés por la expresión de la intimidad y por las formas tradicionales.
En la abundante producción poética de los últimos años del siglo XX y principios del actual, coexisten en el panorama de la lírica española diversas tendencias. El poeta y crítico José Luis García Martín en Treinta años de poesía española, ha sintetizado los aspectos más importantes de tales tendencias: intimismo, surrealismo, neorromanticismo, recuperación de la anécdota, lenguaje coloquial, gusto por contar historias en el poema (narratividad) y por hacer hablar a distintos personajes (abunda el “monólogo dramático”), preferencia por los procedimientos retóricos “invisibles” (los que no parecen existir), amplio uso de la ironía y la parodia, alternancia de estrofas tradicionales con el verso libre y preferencia por el marco urbano. Algunos, de los muchos, de estos autores: Ana Rosetti, Álvaro Valverde, Blanca Andreu, César Antonio Molina, Miguel D'Ors, Javier Salvago o Jon Juaristi.

    TEMA 10. EL TEATRO ESPAÑOL DE 1939 A 1979. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS PRINCIPALES.
Durante la guerra se desarrolló, por un lado, un teatro de corte revolucionario que sustituyó a la comedia burguesa y que trataba de levantar el ánimo y de mantener la cohesión del bando republicano. Es un teatro de urgencia y comprometido. Algunos autores de esta época fueron Alberti y Max Aub. Por otro lado, en la zona nacional, fue menos importante ya que el teatro que sustentaba su ideología ya estaba inventado: teatro burgués.
Tras la contienda, el panorama de la escena española resultará muy pobre. Es indudable que, de todos los géneros, el teatro fue el menos favorecido por las circunstancias: condicionamientos comerciales e ideológicos, que se extreman hasta límites insospechados, debido a la férrea censura y a la propia autocensura a la que los autores sometían a sus creaciones (la Ley de Unidad Sindical promulgada en 1940, que prohibió trabajar en el teatro a todo aquel que no tuviera el carnet del sindicato.) Todo ello explica que el teatro de posguerra sea un terreno poco propicio para las inquietudes creadoras.
Por eso, tras la guerra, prosperaron, de una parte, los “autores de diversión” intrascendente o conformista, un teatro que trata de dar al público obras cómicas y evasivas de las circunstancias históricas; y de otra, los autores “serios”, que se abrirán difícilmente camino en el teatro comercial. Algunos tendrán salida en los teatros de ensayo o en las representaciones de “teatro independiente” (aventuras no comerciales y muy minoritarias); muchos de ellos no podrán publicar sus obras. Así, junto a un teatro “visible”, que accede a los escenarios, se habló de un “teatro soterrado”, que intentaba responder a nuevas exigencias sociales o estéticas, y que apenas logró mostrarse. Se defiende un teatro simplificado en el que los problemas sociales se reducen al humor o a la ideologización. Una de las consecuencias de este estrecho margen fue la reposición de obras de clásicos españoles. 
 
DÉCADA DE LOS 40 Y PARTE DE LOS AÑOS 50.
La Guerra Civil supuso un corte profundo para el teatro: algunos dramaturgos han muerto, como Lorca o Valle Inclán; otros, sufren el exilio, como Casona, Alberti o Max Aub; de “escaso interés” es lo que producen viejos maestros como Benavente y Arniches. La escena se ve privada de sus figuras más renovadoras. En las carteleras proliferan comedias extranjeras , normalmente obras mediocres de diversión, que hacen que el público burgués se olvide de los problemas. Sin embargo, el cine le lleva ventaja al teatro como instrumento de diversión, lo que añade otra causa a la crisis del género.
En la producción más atendible de los autores españoles de los años 40 y principios de los 50, hay cuatro líneas fundamentales:
LA ALTA COMEDIA O COMEDIA DE EVASIÓN
Está en la línea del teatro benaventino de principios de siglo. Es lo que se llamó el teatro de “la continuidad sin ruptura”. Entre sus cultivadores encontramos a José María Pemán, Igancio Luca de Tena, Claudio de la Torre, Edgar Neville o Joaquín Calvo Sotelo.
Gozó del favor del público y de los empresarios teatrales. Se desarrolla en espacios lujosos donde personajes pertenecientes a la burguesía viven conflictos personales relacionados con la soltería, el adulterio, la nostalgia del pasado, el choque generacional o la crisis de los valores tradicionales. La resolución de tales conflictos, suele desembocar en un final feliz moralmente ejemplar. se eluden los conflictos sociales o políticos y ta sólo se realiza una moderada crítica social. Se trata de un teatro caracterizado, con salvedades, por lo siguiente:
—predominio de las comedias de salón o de los dramas de tesis; a veces, con una amable crítica de costumbres (pero sin romper con la ideología oficial), unida a una defensa de los valores tradicionales.
—preocupación por la obra “bien hecha”, con un diálogo cuidado y estructuras escénicas consagradas, aunque a veces con incorporación de técnicas nuevas.
Jacinto Benavente continuó publicando y estrenando obras como Lo increíble (1940).
TEATRO ANTIRREALISTA
Alejandro Casona. Su producción se instala en una línea antirrealista con aspiraciones poéticas y, frecuentemente, con una finalidad didáctica. Será una constante en su obra el juego de realidad y fantasía. Sus personajes viven a menudo situaciones irreales en las que los conflictos humanos se desnudan y al final de la trama han aprendido una lección moral que suele resumirse en aceptar la realidad tal y como es. Los planteamientos son interesantes y la historia suele estar bien llevada, pero casi siempre los conflictos se resuelven de forma demasiado amable y superficial y caen en el melodrama. Entre sus obras: La sirena varada, Prohibido suicidarse en primavera, los árboles mueren de pie.
EL TEATRO CÓMICO
Junto a la comedia burguesa destaca, en la línea de la comedia de evasión, destacan las figuras de Jardiel Poncela y Miguel Mihura cuyo teatro del humor representó el mejor intento de renovación y superación del género.
Jardiel Poncela, desde antes de la guerra, había propuesto “renovar la risa” introduciendo lo inverosímil y apartándose todo lo posible de las convenciones vigentes. Escribe obras con muchas acotaciones y con una gran número de personajes. Busca el humor verbal y de situación e introduce lo mágico, lo fantástico y la intriga en sus obras. Su teatro no tenía intención crítica (suele ambientar sus obras en la época contemporánea, pero sin abordar los problemas de la vida española del momento) y la burguesía vio confirmados los valores de su clase en sus obras. Nunca fue un artista comprometido al uso: su compromiso era contra las costumbres opresivas y las relaciones sentimentales románticas, contra el lenguaje trasnochado y los tópicos que invadían la vida cotidiana. Aunque la crítica lo apoyaba, tuvo poco éxito. Entre sus obras: Los ladrones somos gente honrada; Agua, aceite y gasolina y Eloísa está debajo de un almendro.
Miguel Mihura no triunfó en su momento y su obra más conocida es Tres sombreros de copa, que fue estrenada en 1952, veinte años después de su creación, en 1932. Mihura ha confesado que todo su teatro responde a una misma línea: “la de ocultar mi pesimismo, mi melancolía, mi desencanto por todo, bajo un disfraz burlesco”. Es cierto que, junto a comedias que son puros pasatiempos, hay otras en las que late la idea que constituye la base de su concepción del teatro: el choque entre individuo y sociedad, motivo de un radical descontento ante un mundo de convenciones que atenazan al hombre y le impiden ser feliz. Lo que ocurre es que ese conflicto queda escamoteado en los desenlaces o amortiguado en el desarrollo de muchas obras.
Ambos autores presentan facetas que se han considerado precedentes del teatro del absurdo, al menos por la introducción de un humor disparatado y poético. Pero esta línea sólo encontró ciertos continuadores de valor desigual.

EL DRAMA SOCIAL
En una línea muy distinta, hay que situar este tipo de teatro grave, preocupado e inconformista, que se inserta, al principio, en una corriente existencial, aunque tras el malestar vital y las angustias personales, se perciban una raíces sociales concretas, aun cuando los autores no tuvieran, o no pudieran, una intención social patente. Dos fechas resultan claves: 1949, con el insólito estreno de Historia de una escalera de Buero Vallejo, y 1953 en que un teatro universitario presenta Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre. La primera, supuso una crítica a la sociedad del momento : retrata la clase media de los años cuarenta con referencias a las injusticias del momento. Los personajes son más profundos psicológicamente y los espacios escénicos más complejos. Para Alfonso Sastre, el teatro tiene una función más social que artística y por ello usa las obras como medio de reflexión y como vehículo de transformación social. Escuadra hacia la muerte marca un hito en el teatro de posguerra por su hondura existencial.

EL TEATRO REALISTA Y DE DENUNCIA SOCIAL: DÉCADA DE LOS 50 Y 60.
Desde la publicación de Historia de una escalera el teatro español encuentra un nuevo rumbo. El año 1955 vuelve a ser, como para la novela, un hito: marca una nueva etapa orientada hacia el teatro social (o de “protesta y denuncia”).
En esta etapa los condicionamientos del teatro no sufren grandes cambios, pero sí hay algunas variaciones que pueden explicar las novedades que se consolidarán hacia 1960: junto al público burgués ha aparecido un público nuevo (juvenil y sobre todo universitario) que demanda otro teatro. Además, la censura se relaja y tolera algunos enfoques críticos. Y todo ello coincide cuando en el conjunto de la creación literaria fragua la concepción de realismo social.
El teatro de testimonio social tiene como pioneros a Buero Vallejo y a Alfonso Sastre.
Buero Vallejo, en esta segunda época, se centra en el enfoque social, pero no supone un descenso de la atención por el individuo concreto o por facetas morales. Lleva a escena la realidad que era negada por el resto y ahora insiste en las relaciones entre el individuo y el entorno. Destacan sus obras Un soñador para un pueblo, Las meninas, El concierto de San Ovidio o El sueño de la razón y su obra más compleja y lograda, El tragaluz, en la que dramatiza las consecuencias de la Guerra Civil.
Alfonso Sastre, además, es su principal teorizador: en Drama y sociedad, expone su tesis: el arte es una representación reveladora de la realidad, lo social es una característica superior a lo artístico y la principal misión del arte en el mundo injusto en el que vivimos consiste en transformarlo. En 1950 había intentado fundar un “Teatro de Agitación Social” (prohibido) y en el 61 crearía el “Grupo de Teatro Realista”. Como autor, tras su etapa existencial, ponía en práctica su ideas en obras como Muerte en el barrio, La cornada, La mordaza.
Tras Buero y Sastre aparecerán autores nacidos nacidos en torno a 1925 y que son coétaneos a la Generación de medio siglo: Rodríguez Méndez (Los inocentes de la Moncloa), Carlos Muñiz (El tintero), Martín Recuerda (Los salvajes en Puente San Gil) y Lauro Olmo (La camisa).
Son obras cuya temática es característica del teatro social y abordan problemas muy concretos: la burocracia deshumanizada y la esclavitud del trabajador, las angustias de unos jóvenes opositores, la situación de los obreros que se ven forzados a emigrar o a soñar con las quinielas (La camisa), la brutalidad de unos aldeanos instigados por fuerzas retrógadas... Lo común es el tema de la injusticia social y la alienación, y la actitud del autor será de testimonio o de protesta (con las limitaciones de la censura). En cuanto a la estética y la técnica, todas se inscriben en el realismo aunque con diversos matices: por ejemplo, Lauro Olmo se apoya a veces en recursos y lenguaje del sainete, o Martín Recuerda en rasgos esperpénticos.
Tanto por su temática como por su actitud estos autores representan el intento de crear al margen de los espectáculos de “consumo” un teatro comprometido con los problemas de la España en que vivían. Tuvieron problemas para difundir sus obras, como es lógico.
Como contraste, hubo un teatro que triunfó: en los años sesenta continuaba teniendo éxito la comedia burguesa en la obra de Alfonso Paso, aunque su producción es muy variada: obras poético-humorísticas como Vamos a contar mentiras o Cosas de papá y mamá, obras de sátira o denuncia social como Los peces gordos, y alguna de recreación histórica como Preguntad por Julio César. Tras unas primeras obras de interés testimonial, prefirió el camino del éxito.

LOS AÑOS 70 Y LA BÚSQUEDA DE NUEVAS FORMAS.
Hacia muy avanzada la década de los 60 , pero fundamentalmente ya en los años 70, un grupo de dramaturgos se lanzan a la renovación de la expresión dramática. Al igual que en la novela, se supera el realismo y se asimilan corrientes experimentales del teatro extranjero (el teatro del absurdo, Brecht, Artaud...). Comienza a desarrollarse un teatro de carácter experimental y vanguardista, que ha recibido diversas denominaciones: subterráneo, del silencio, maldito, marginado, inconformista... Entre sus representantes, de muy distinta formación y edades, hay que destacar a Fernando Arrabal, quien inició su carrera mucho antes, o Francisco Nieva, que alcanzará notables éxitos a partir de 1975.
Tuvieron mayores dificultades incluso que los representantes del realismo social: su teatro era igual o más crítico que el de aquellos, lo que provocó problemas con la censura, y su audacia formal los alejó de los escenarios convencionales y del público mayoritario, convirtiéndose en una nueva corriente de teatro soterrado.
Características generales de este teatro:
—nunca tuvieron conciencia de formar un grupo homogéneo.
—pretendieron ofrecer una visión crítica de diversos aspectos, morales, sociales y políticos, del mundo contemporáneo. Seguía siendo un teatro de protesta y de denuncia en torno a temas como la falta de libertad, la injusticia y la alienación, pero la novedad estriba en el tratamiento dramático:
—se desecha el enfoque realista y, en la mayor parte de los casos, se sirvieron de procedimientos alegóricos, simbólicos y connotativos, muchas veces crípticos y de difícil interpretación.
—el afán de dar a sus obras una dimensión universal los llevó a convertir a sus personajes en símbolos, despojados de rasgos psicológicos individualizadores, en encarnaciones de ideas abstractas: el dictador, el explotador, el oprimido...
— junto a tonos directos, acude al tono poético o ceremonial.
—el lenguaje recurre a la farsa, a lo grotesco, al esperpento, a lo alucinante, a lo onírico, todo ello realzado por la escenografía. Es fácil advertir en ellos las huellas, según los casos, de Brecht, Grotowski, del surrealismo, del expresionismo, del teatro del absurdo y de una tradición española que va del entremés y de los autos sacramentales hasta el esperpento, la tragedia grotesca, el género chico y la revista... De ellos se inspiraron para cultivar numerosos recursos extraverbales: sonoros, visuales, corporales...
Francisco Nieva. Clasificó su teatro en:
—teatro de farsa y calamidad: al que pertenecen obras más poéticas y de contenido metafísico: Maldita sean Coronada y sus hijas, El corazón acelerado....
—teatro furioso: cuestiona el autoritarismo y las instituciones tradicionales españolas: Nosferatu, Pelo de tormenta...
teatro de crónica y estampa: de tema político.
Toda su obra la libérrima concepción de los elementos teatrales, la subversión de los espacios tradicionales, la supresión de la psicología de los personajes y la renuncia a incluir contenidos ideológicos.
Fernando Arrabal. Es un autor con una actitud personal y estética provocadora desde la que lanza un auténtico reto a la sociedad y a los moldes occidentales de comportamiento más extendido, dentro de una iconoclastia que ataca tabúes profundamente arraigados. Hace su teatro al margen de la sociedad, por su radical rechazo de la misma y en un proceso que va desde una marginación crítica hasta una ofensiva belicosa contra el mundo. Este proceso aparece condicionado por la evolución ideológica del autor a lo largo de más de treinta de actividad en los que nunca ha prescindido de su raíz surrealista. Podemos clasificar su teatro en:
—teatro del exilio: Destaca, entre otras muchas, El cementerio de automóviles, representada en Madrid en 1977 y que decepcionó a un público que no fue capaz de leer en ella la metáfora del franquismo.
—teatro pánico: caracterizado por la búsqueda formal (espacial y gestual) y por el uso surrealista del lenguaje. Podemos destacar ¿Se ha vuelto loco Dios?
—teatro del “yo” y el mundo, en el que el autor indaga su situación en un determinado entorno social. Destacaremos El jardín de las delicias.
—teatro del “yo” en el mundo, en el que reflexiona sobre el compromiso del escritor en la sociedad. Destacaremos Oye, patria, mi aflicción.
Los dramaturgos que al terminar la guerra se habían exiliado como Max Aub, Rafael Alberti, León Felipe... permanecieron, con algunas excepciones, alejados de nuestros escenarios.
En esta renovación teatral desempeñaron un importante papel los grupos de teatro independiente sin cuya labor sería inexplicable la renovación teatral, como Els Comediants, Els Joglars, La Cuadra, El Teatro Libre, La Fura Dels Baus etc., que buscaron con ahínco una línea de trabajo peculiar e inconfundible. Crean textos propios, hacen montajes colectivos y actúan fuera de los circuitos comerciales. En grandes ciudades como Madrid o Barcelona, comienzan a realizar una importante labor las salas de teatro alternativo, de aforo reducido y de precio más asequible, que generalmente ofrecen un teatro de vanguardia dirigido a un público formado y con inquietudes culturales.
A partir de 1975 el teatro, al compás de los cambios trascendentales de la sociedad española, se vio favorecido por la desaparición de la censura, las subvenciones de la Administración Central y de los Gobiernos de las Comunidades Autónomas, el establecimiento de un Centro de Documentación Teatral y de un Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas...; pero el florecimiento del teatro no se produjo porque las obras estrenadas en este período ofrecen un interés, con pocas excepciones, limitado y como consecuencia el público, que además tiene cubiertas sus necesidades de diversión con el cine y otras formas de comunicación, se siente cada vez menos atraído por este género.
Tras unos años de dominio experimental en la escena teatral, se advierte una vuelta a la estética realista perceptible tantos en autores como en grupos de teatro independiente que, desde una perspectiva social y testimonial, se interesan por los problemas de la vida cotidiana, pero no excluyen elementos oníricos o alucinantes. Por una parte, se emplean elementos de la tradición como el lenguaje del sainete; por otra, se da una moderada renovación formal. Los nuevos dramaturgos se inclinan más por el género de la comedia o la tragicomedia; la tragedia es menos usual. las obras transmiten con frecuencia un desencanto vital, reflejo de una generación que va viendo caer sus utopías.
De los autores que iniciaron su carrera en décadas precedentes, Antonio Buero Vallejo (Jueces en la noche, Las trampas del azar) y Antonio Gala han mantenido una presencia continuada en los escenarios. Antonio Gala es un autor difícil de clasificar. Sus primeros estrenos se remontan a los años 60; desvinculado del teatro comercial de la época y del drama social de su generación, cultiva el realismo poético, la farsa histórica, el drama simbólico-moral... La acogida de su obra ha sido irregular, pero con una progresiva aceptación desde los años setenta. En 1963 se representa Los verdes campos del Edén, obra de humor y ternura. Gala escribe con regularidad y con éxito constante. En 1980 llega a los escenarios ¡Suerte, campeón!, hasta entonces prohibida por la censura. Con Petra regalada (1980), despertó el entusiasmo del público.
Mejor acogida que obras del teatro experimental han tenido las obras de otros dramaturgos de la vieja guardia: Valle Inclán, Lorca, y en menor medida M.Mihura, Jardiel Poncela y Alejandro Casona.
Por otra parte, diversos novelistas y ensayistas –Carmen Martín Gaite, Eduardo Mendoza, Miguel Delibes, Fernando Savater— han hecho sus pinitos en este género, con creaciones originales o con adaptaciones dramáticas de algunos de sus relatos.
También, como ha ocurrido en épocas pasadas, los empresarios han abierto sus puertas, preferentemente, a los cultivadores de un teatro de evasión, humorístico, de corte folletinesco o moralizador y de crítica amable y superficial. Entre los más favorecidos han estado Ana Diosdado y Juan José Alonso Millán (Revistas del corazón, El guardapolvo, Un golpe de suerte).

 
TEMA 11. LA NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX.
            A pesar de que el tema se ciñe exclusivamente a la narrativa de la segunda mitad del siglo XX, haremos un sucinto resumen de la narrativa anterior, que engloba las siguientes tendencias o movimientos:

            1. Prosa modernista.
            A principios de siglo se observa en la narrativa una huella del Modernismo que se irá abandonando poco a poco debido al paulatino rechazo del cosmopolitismo y a la búsqueda de lo peculiar americano y la sencillez estilística. El género predilecto será el cuento. Los autores más famosos de este tipo de relatos son Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Enrique Larreta.
            La salida del Modernismo de la narrativa hispanoamericana se produce de modo paulatino y conduce a la novela de la tierra.

            2. Novela de la tierra.
            La búsqueda de la esencia de lo americano en el floklore y las costumbres tradicionales da lugar a un tipo de relatos centrados en las peculiaridades de las diferentes regiones americanas, por lo que muchas veces se habla de novela regionalista. El tema predilecto es el intento del hombre de dominar la Naturaleza implacable, que con frecuencia acaba derrotándolo. Las tres grandes novelas de la tierra son La vorágine, de José Eustasio Rivera, Don Segundo Sombra, de Ricardo Güirales, y Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos. 

            3. Novela social.
            Las convulsiones sociales de los años diez y veinte dan lugar a una narrativa de carácter social que, o bien se centra en hechos históricos concretos, como la novela de la Revolución mexicana, o bien denuncia la marginación de los indios en la sociedad criolla poscolonial, como es el caso de la novela indigenista.
            La novela de la Revolución mexicana al principio tienen un propósito testimonial y después nos dará la interpretación de una época histórica que supuso la constitución nacional y social del México moderno. La obra pionera fue Los de abajo, de Mariano Azuela,   aunque se prolonga hasta los años 50 en la obra de Juan Rulfo y más tarde en novelas de Carlos Fuentes y otros escritores.
            Las novelas proletarias, escritas y publicadas en los años 20 y 30, tienen un propósito social explícito  dentro de una orientación socialista y comunista en diferentes países hispanoamericanos, aunque es en Perú donde más se alienta la literatura proletaria. Destaca El tungsteno de César Vallejo.
            Las novelas indigenistas denuncian las pésimas condiciones de los indios (Jorge Icaza, Huasipungo) o de los negros (Alejo Carpentier, ¡Ecué-Yamba-Ó!).

            4. LA NOVELA HISPANOAMERICANA DEL MEDIO SIGLO: LA RENOVACIÓN NARRATIVA.
            A partir de los años 40 se produce un enriquecimiento y una renovación de la narrativa debido, entre otras causas, a la asimilación técnica de los grandes novelistas europeos y norteamericanos de la primera mitad del siglo XX, a la influencia de las vanguardias, principalmente el Surrealismo, y a las transformaciones sociales: crecimiento de las ciudades y alejamiento del mundo rural poscolonial del siglo XIX.
            Entre 1940 y 1960 conviven en novelas y cuentos diferentes tendencias.

            4.1. Narrativa metafísica. 
            A pesar de las diferencias entre ellos, dos autores muestran su preocupación por los problemas trascendentes: Jorge Luis Borges y José Lezana Lima.
            Jorge Luis Borges alcanzó renombre con una serie de cuentos o relatos cortos que reunió en diferentes volúmenes, como El Aleph, en los que da entrada a elementos fantásticos que cuestionan la estética realista y la realidad misma, de ahí el uso frecuente de mitos clásicos, referencias literarias o símbolos. El libro o la biblioteca son metáforas del mundo, por ello la propia literatura se convierte en tema narrativo y objeto de especulación filosófica. El autor está convencido de que no es posible un verdadero conocimiento de las cosas, por ello son temas recurrentes el laberinto, el destino incierto o la muerte, aunque huyó el tono patético y prefirió la exposición irónica y burlesca por influencia de la Vanguardia.
            José Lezama Lima alcanzó notoriedad con su novela Paradiso (1966), una especie de extensa autobiografía en la que, con un lengua extraordinariamente barroco, nos da su particular visión del mundo.

            4.2. Narrativa existencial.
            Las preocupaciones existenciales propias de la cultura occidental se acentúan en los años 40 y en los 50 tras la Segunda Guerra Mundial. Tuvieron gran repercusión en la literatura Hispanoamérica y en la narrativa cuentan con dos grandes nombres:
            Juan Carlos Onetti nos ofrece en sus cuentos y novelas una concepción pesimista de la existencia y unos personajes desorientados en un mundo gris que les conduce a la frustración y a la soledad. Recurre a procedimientos de la novela contemporánea, principalmente a Faulkner: ruptura de la linealidad temporal o cambio del punto de vista. Entre sus obras: El pozo, La vida breve, Los adioses.  
            Ernesto Sábato, influenciado por el existencialismo y el psicoanálisis, rechaza el positivismo científico (la bomba atómica). Indaga en el espíritu humano y cree que la novela puede contribuir a desvelar la desesperanza del hombre, para así reconciliarlo con el mundo y con su propia vida. Entre sus obras: El túnel, Sobre héroes y tumbas, Ababdón el exterminador.

            4.2. Realismo mágico, lo real maravilloso, realismo fantástico.
            La novela de la segunda mitad del siglo rompe con el realismo tradicional pero mantiene una trama verosímil, aunque introduce elementos fantásticos y míticos. Según Alejo Carpentier la realidad americana (exuberante naturaleza, pueblos indígenas o negros de origen africano) no puede ser racionalizada por una mentalidad occidental. Se busca una identidad propia diferente al pasado colonial y se identifican con una realidad mágica diferente a la exhausta realidad europea, que de alguna forma se revela como el paraíso perdido de los occidentales. Se ofrece una visión de lo mítico y ancestral americano no como evasión, sino como una faceta más de su realidad. Los mitos, aceptados por la colectividad, operan en la vida cotidiana. Esta concepción maravillosa de América ya estaba en las crónicas de los conquistadores españoles, que  miraron maravillados el insólito mundo al que llegaron.   
            Miguel Ángel Asturias combina en sus obras la América maravillosa, la denuncia social y las formas literarias vanguardistas. Entre su obras: Leyendas de Guatemala, El Señor Presidente (novela de dictador) y Hombres de maíz (inserta el realismo mágico).
            Alejo Carpentier expone en el prólogo de su novela El reino de este mundo su idea de lo real maravilloso, de la que es ejemplo la propia novela. En Los pasos perdidos contrapone la civilización contemporánea al mundo primitivo americano, que aparece como paraíso perdido. También escribió una novela de dictador, El recurso del método, y una novela histórica, El siglo de las luces, y cuentos y relatos cortos. Su novela más ambiciosa es La consagración de la primavera.
            Julio Cortázar es, sin duda, el gran renovador de la  narrativa hispanoamericana. Incorpora en su obra el elemento maravilloso, pero la influencia de la cultura francesa hizo que considerara que el elemento telúrico y la vuelta a los orígenes de cierta literatura latinoamericana eran artística e ideológicamente negativos. Su realismo fantástico es deudor de la vanguardia, principalmente del Surrealismo, y de la propia tradición americana. El realismo en su obra consiste en relatar de forma objetiva lo anómalo y lo fantástico, de tal forma que lo insólito resulte creíble, con lo que cuestiona los pilares de una sociedad erigida sobre la fe absoluta en la razón. Ello se advierte en sus cuentos, recogidos en diferentes volúmenes: Bestiario, Final de juego, Las armas secretas o Historias de cronopios y famas. Su novela más famosa, Rayuela, muestra innovaciones técnicas fundamentales como el collage narrativo, metáfora literaria de la fragmentación del mundo. Estas innovaciones también aparecerán en El libro de Manuel, que además hace patente su compromiso social.
            Augusto Roa Bastos tomará como punto de partida de sus obras Paraguay y la cultura guaraní, que trascienden el localismo y se convierten en una meditación social, política, estética y metafísica. Entre sus obras: Hijo de hombre, Guerra del Chaco y Yo el Supremo, una novela de dictador y la más importante de su producción.
            Juan Rulfo representa con su breve obra la culminación de la novela de la Revolución mexicana. El llano en llamas es un libro de dieciséis cuentos con los que supera el realismo tradicional incorporando técnicas novedosas como el monólogo interior o la ruptura de la linealidad temporal. Nos muestra un mundo cerrado y hostil (Jalisco) que da lugar a una honda meditación sobre temas universales como la soledad, la violencia y el dolor. Su obra maestra es una novela corta, Pedro Páramo, con la que da un giro al realismo mágico: lo real no es menos mágico, lo fantástico no puede diferenciarse de lo cotidiano, pero la América mítica y ancestral (el México heredado de la cultura azteca y su culto a la muerte) no es paradisíaca sino infernal. También escribió algunos guiones cinematográficos.

            4.4. Novela hispanoamericana desde 1960.
            A partir de los años 60 hay una difusión internacional de la novela hispanoamericana, por lo que se habló de boom de la novela y de nueva novela hispanoamericana, aunque la renovación partía de autores de décadas anteriores (Borges, Onetti, Carpentier, Cortázar), algunos de los cuales habían marchado al exilio y tuvieron acceso al mundo editorial europeo. Influyeron en la literatura mundial, principalmente en la española, cuyo papel fue decisivo para la renovación de la novela.
            Los autores que habían publicado tiempo atrás escriben sus obras más características: Rayuela, El siglo de las luces… Junto a ellos, aparecen nuevos novelistas que incorporan en sus obras innovaciones técnicas de la literatura universal del siglo XX, la tradición narrativa hispanoamericana anterior y son deudores de la novela española clásica, especialmente Cervantes, lo libros de caballerías y los autores clásicos barrocos.
            G. García Márquez (Colombia) Desde los años 50 compagina  su labor periodística con la escritura de cuentos y novelas cortas, como La hojarasca, en la que funde lo real con lo imaginario y aparece ya Macondo, ese lugar imaginario que volverá a surgir en otros relatos como El coronel no tienen quien le escriba o Mala hora, y que se ha interpretado como símbolo de América Latina. El ambiente, los personajes, los temas y la técnica de estos primeros libros se reúnen en Cien años de soledad, novela que se centra en los temas del tiempo y la soledad, producto del ensimismamiento, la incomunicación y la falta de amor. La técnica de la novela se basa en la metamorfosis de lo común en algo extraordinario o al revés con total naturalidad. Otras novelas: El otoño del patriarca (novela de dictador), Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera. 
            Carlos Fuentes (México) es heredero de la novela de la Revolución mexicana. El tema principal de su obra es la identidad mexicana, pero como escritor cosmopolita nos ofrece una visión distanciada y crítica de México y de América Latina. En su novela La región más transparente experimenta con nuevas técnicas narrativas, pero será La muerte de Artemio Cruz el hito en la renovación novelística. Otras novelas: Zona sagrada, Cambio de piel.
            Mario Vargas Llosa (Perú). Su obra La ciudad y los perros es la novela inaugural del boom. No incorpora en sus obras elementos fantásticos o maravillosos y se caracteriza por su gran capacidad de fabulación, el virtuosismo narrativo, la inclusión de elementos autobiográficos y el realismo crítico en obras como La casa verde o Pantaleón y las visitadoras. En La guerra del fin del mundo abandona sus simpatías izquierdistas de los años 60 y desconfía de las ideologías progresistas, tono antirrevolucionario que se acentuará en La fiesta del chivo o Historia de Mayta.

No hay espacio ni tiempo para abarcar toda la narrativa hispanoamericana de los últimos 60 años, pero hay que mencionar nombres imprescindibles como Mario Benedetti, Álvaro Mutis, Roberto Bolaño o Cabrera Infante.

 
TEMA 12. NOVELAS ESPAÑOLA DESDE 1975 A FINES DEL SIGLXX. AUTORES, TENDENCIAS Y OBRAS PRINCIPALES.

A la muerte de Franco (20 de noviembre de 1975), se restaura la monarquía con Juan Carlos I y se promulga la Constitución y el Estado de las Autonomías en 1978. La mejora y consolidación del estado del bienestar ayuda a la estabilización del país (aunque de los últimos años mejor no hablamos...). La desaparición de la censura y el ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España, así como la recuperación de la obra de los escritores exiliados.
La publicación en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta , de Eduardo Mendoza, significa el nuevo giro de la narrativa española, que vuelve al "placer de contar". A pesar de que incorpora elementos formales que permiten entroncarla con la novela experimental, revela una vuelta al realismo, al interés por la trama argumental, al viejo placer de contar historias, rasgo que se convertirá en el principal nexo de unión de las diversas modalidades de relato en esta etapa:
Se simplifican las estructuras narrativas, que eliminan la complejidad textual anterior; se recupera el argumento, la trama y los personajes, contándose una historia cerrada y continua; se utilizan las personas narrativas tradicionales (primera y tercera)... Se trata de una narrativa que se dirige a un lector medio que prefiere el entretenimiento a la complejidad narrativa.
En los últimos veinte años ha crecido espectacularmente el número de publicaciones a causa de la gran cantidad de premios literarios que existen actualmente y del boom editorial (se publican unos 75.000 títulos cada año, de los cuales constituyen novedades unos 10.000). De hecho, el mercado impone su peso a la literatura, de manera que se comienza a publicar con la finalidad de vender una gran cantidad de obras de escaso valor literario. El término inglés best seller se asienta entre nuestros autores y cabe hablar de una novela comercial de fácil lectura y rápido olvido, como suelen ser las novelas históricas, románticas, policiacas o las novelas fantásticas orientadas al público juvenil.
Además de esa vuelta al interés por la historia contada y de la enorme proliferación de títulos, otras características de esta época son el incremento del número de escritoras (Almudena Grandes -El corazón helado, 2007-, Dulce Chacón, Elvira Lindo, Rosa Montero, Lucía Etxebarría...), la vinculación entre la labor literaria y la periodística (son frecuentes las colaboraciones en prensa de los más destacados narradores y cabe citar, en este sentido, los articuentos de Juan José Millás) o el gusto creciente por el relato corto (y, en los últimos años, incluso del microrrelato).
Otros aspectos significativos de la novela española en los últimos treinta años son el individualismo (cada autor emprende un camino personal con la pretensión de diferenciarse al máximo de sus contemporáneos, lo cual puede hablar de desorientación estética) y el eclecticismo: los autores se acogen prácticamente a todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales.
Por eso y porque hace falta un poco más de perspectiva para analizar el panorama actual,  es difícil clasificar la novela actual en distintas tendencias. Podemos, eso sí, observar que en las últimas décadas del siglo XX conviven autores de distintas generaciones anteriores: novelistas de la posguerra inmediata (Cela, Delibes, Torrente Ballester), algunos novelistas de la "Generación del 50" (Juan Goytisolo, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute...), autores posteriores como Juan Marsé o Manuel Vázquez Montalbán, además de nuevos escritores dados a conocer después del franquismo, como Julio Llamazares, Javier Marías, Luis Mateo Díez, Antonio Muñoz Molina, Luis Landero, etc.
Perduran las novelas herederas del experimentalismo, novelas minoritarias y culturalistas, herméticas y experimentales, como Escuela de mandarines (1974), de Miguel Espinosa, la tetralogía Antagonía (1973-1981) de Luis Goytisolo o Larva (1983), de Julián Ríos. Al margen de esto, podemos identificar ciertas tendencias temáticas:
Metanovela: el narrador reflexiona sobre los aspectos teóricos de la novela que suele trasladar a la ficción como motivo del relato. Algunos ejemplos: La orilla oscura (1985), de José Mª Merino; El desorden de tu nombre (1987), de Juan José Millás; o El vano ayer (2004), de Isaac Rosa.
Novela lírica: el valor esencial es la introspección, así como calidad técnica con que está escrita, la búsqueda de la perfección formal. Centra su interés en un mundo más sugerente que concreto, con personaje-símbolo y una mayor tendencia al lenguaje poético. Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral; La lluvia amarilla (1988), de Julio Llamazares; o El lápiz del carpintero (1998), de Manuel Rivas.
Novela histórica: se trata de un tipo de novela de gran precisión histórica que obliga al novelista a documentarse sobre el período, acontecimientos y personajes sobre los que pretende novelar. Pueden servirnos de ejemplos El oro de los sueños (1986), de José María Merino; La vieja sirena (1990), de José Luis Sampedro; la saga de las novelas de Pérez-Reverte, El capitán Alatriste (1996); Tierra firme (2007), de Matilde Asensi... Dentro de esta tendencia cabe citar aquella que se ocupa de la reconstrucción de la historia de la Guerra Civil. Se trata de obras como Luna de lobos (1985), de Julio Llamazares; Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas; La voz dormida (2002), de Dulce Chacón; Las trece rosas (2003), de Jesús Ferrero; Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez...
Novela policíaca y de intriga: mezcla esquemas policíacos con aspectos políticos e históricos. La serie de novelas sobre el detective Carvalho (que sirve como crónica sociopolítica, mordaz e irónica de la transición democrática) o Galíndez (1990) convierten a Manuel Vázquez Montalbán en el escritor más representativo; aunque no es el único, ya que de algunos elementos de este género también se han servido Eduardo Mendoza (La ciudad de los prodigios, 1986), Arturo Pérez-Reverte (La tabla de Flandes, 1990), Antonio Muñoz Molina (Plenilunio, 1997)  o Carlos Ruiz Zafón (La sombra del viento, 2001).
Novela de la memoria y del testimonio: de enfoque realista, la memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, que abarca también el mundo onírico, irracional o absurdo. En esta línea cabría mencionar el realismo carnavalesco de Luis Mateo Díez (La fuente de la edad, 1986), el realismo imaginario de Luis Landero (Juegos de la edad tardía, 1989), así como la decidida defensa de la condición femenina de Rosa Montero en Te trataré como a una reina (1981), la revisión crítica de los desajustes sociales de nuestro tiempo de Rafael Chirbes (Crematorio, 2007) o la revisión caleidoscópica de la Transición de El día de mañana (2011), de Ignacio Martínez de Pisón.
Novela de pensamiento: cercana al ensayo, se trata de un tipo de narrativa en la que se difuminan las fronteras entre la novela y el ensayo, pues da cauce a múltiples digresiones sobre las preocupaciones del autor, en un tono cercano a veces a lo autobiográfico. Un ejemplo de ello es Sefarad (2001), de Antonio Muñoz Molina, o muchas de las obras de Javier Marías (Todas las almas (1989), Negra espalda del tiempo (1998),  Tu rostro mañana, 2009).
Novela neorrealista o de la generación X: otra tendencia en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana (sus salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del sexo, del alcohol y de la música rock...), con una estética muy cercana a la contracultura: Héroes (1993), de Ray Loriga; Historias del Kronen (1994), de José Ángel Mañas; Sexo, prozac y dudas (1997), de Lucía Etxebarría; o Deseo de ser punk (2009), de Belén Gopegui).
Entre los novelistas de este período sobresalen, por la coherencia de su trayectoria y el reconocimiento crítico, tres autores: Eduardo Mendoza, Javier Marías y Antonio Muñoz Molina:
EDUARDO MENDOZA (Barcelona, 1943) publicó en 1975 La verdad sobre el caso Savolta, título que, en buena medida, puede considerarse el punto de partida de la narrativa actual. En obras posteriores, Mendoza ha mostrado su excepcional capacidad paródica: El misterio de la cripta embrujada (1978), El laberinto de las aceitunas (1982) y Sin noticias de Gurb (1992) actualizan y subvierten de forma hilarante los tópicos de tres géneros consagrados: la novela de misterio, la novela negra o policíaca y la novela de ciencia ficción. La ciudad de los prodigios (1986) es la más ambiciosa de sus obras y probablemente la más lograda; en ella se recrea la evolución histórica y social de la ciudad de Barcelona en el período comprendido entre las exposiciones universales de 1888 y 1929, tomando como hilo conductor la progresión en la escala social del protagonista. Más recientemente ha publicado La aventura del tocador de señoras (2001), El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008) o El enredo de la bolsa y la vida (2012).
La obra de JAVIER MARÍAS (Madrid, 1951) constituye una de las apuestas más originales de las últimas décadas. Las novelas y cuentos de este autor se distinguen por la presencia de una serie de temas obsesivos, como el misterio de la identidad personal y la reflexión sobre el tiempo. Su estilo, muy elaborado, posee una rara capacidad envolvente, que difumina y transforma la realidad. Entre sus obras destacan Todas las almas (1989), Corazón tan blanco (1992) y Mañana en la batalla piensa en mí (1994). El tiempo y la identidad personal son temas que aparecen con fuerza en sus últimas novelas, como en Negra espalda del tiempo (1998), juego entre la realidad y la ficción literaria, o en la más reciente trilogía titulada Tu rostro mañana, su obra más ambiciosa. Se trata del autor con más proyección internacional: sus obras han sido traducidas a 40 idiomas y publicadas en 50 países.
En la narrativa de ANTONIO MUÑOZ MOLINA (Úbeda, 1956) se conjugan de forma armónica el rigor en la construcción del relato y la preocupación por elaborar un argumento atractivo para el lector. Destaca asimismo la calidad de la prosa, intensa, que se desarrolla en períodos amplios, de ritmo muy cuidado. Sobresalen entre sus obras El invierno en Lisboa (1987), una magnífica novela de intriga; El jinete polaco (1991), evocación autobiográfica que juega hábilmente con los tiempos del relato; y Plenilunio (1997), acertado intento de remozar el género policiaco. Sefarad (2001) huye del argumento tradicional y desarrolla en clave de literatura personajes y situaciones históricas. Su última novela, La noche de los tiempos (2009), es una historia que bucea en los orígenes de la guerra civil española y posiblemente se trate de una de las mejores obras de la década.